—Espera…—el agarre se aflojó y luego sin soltarla, acarició y eso le hizo reaccionar, puso distancia sutilmente.
—Daniel me está esperando—dijo Carolina en un tono desinteresado muy pero muy fingido, que hizo creer a Armando que el toque no le había afectado para nada.
—Necesitamos hablar. —Carolina se tensó, ¿De qué tenían que hablar ellos? Ya había hablado con él toda la semana para preguntarle por los detalles de la fiesta de cumpleaños de Daniel.
—¿De qué? ¿No puede esperar al lunes? Es la fiesta de mi esposo y…—Armando la interrumpió cortando la distancia entre los dos, Carolina automáticamente retrocedió a la brusquedad de él, provocando que su espalda tocara la puerta.
Carolina se paralizó.
—¿Te pongo nerviosa? —susurró Armando cerca de su rostro, ella apretó su mandíbula, estaba empezando a en
Daniel cargó su pistola por tercera vez, la adrenalina corrió por sus venas de un momento a otro, ayudó a muchos de sus invitados a escabullirse por una entrada secreta, los disparos se siguieron escuchando, los gritos del resto de la fiesta que intentaban irse, pensó primero que todo, ¿Dónde chingados estaba Carolina? Había entrado a la casa, pero no la vio salir, había un grupo armado, se asomó por encima sin ser visto, contó en total seis hombres armados, ya no escuchó a la gente, solo estaban ellos en el jardín, ellos estaba encapuchados, con sus armas listas para disparar, estaban revisando si había más gente, Daniel con la cabeza abajo, se empezó a mover entre las mesas, pero se detuvo, comenzó a trazar en su mente un plan, tenía tres balas, en total eran seis, ¿Cómo escaparía si mataba a uno, otro le iba a dar? En lo que pensaba algo rápido, escuchó exactamente seis balazos, por un momento no escuchó nada, se iba a asomar cuando escuchó: —
Emilio sonrió al escuchar lo que Erick, su hermano gemelo, le informó del otro lado de la línea, sin dar una respuesta colgó, miró la vista nocturna desde su ático, finalmente todo se estaba acomodando a su favor, Armando estaba muerto, Leonardo, Alejandro y la rubia lame botas, llamada Sasha, finalmente las piedras estaban siendo retiradas de su camino para llegar a su objetivo: la hija de Anna Carolina. —¿Y entonces? —preguntó el hombre de traje elegante sentado en la sala del lujoso lugar, Emilio se volvió hacia a él y sonrió triunfante. —Ya te quitaron del mapa a Leonardo y a sus compinches. —el hombre sonrió. —Vaya, Emilio, si qué sabes hacer tu trabajo. —Emilio no aclaró que no fue por su mano lo que pasó. —¿Entonces? —Emilio caminó y tomó lugar en el sillón frente al hombre elegante. —¿Tendré toda la policía a mi favor? —el hombre
Carolina entró buscando a su padre a toda prisa, entonces lo vio sentado en uno de los sillones de la sala, un hombre estaba limpiando la herida de su cabeza, se iba a acercar a él, pero se detuvo en seco, su madre estaba de pie frente a la chimenea, tenía un portarretrato en su mano, lo dejó en la repisa, luego se giró hacia Carolina y Héctor. —¿Qué haces aquí? —preguntó Carolina en un tono cargado de frialdad. —Hija, por favor, ha venido a…—Héctor soltó un grito de dolor. —¿A qué has venido? —preguntó Carolina a su madre, ella miró de pies a cabeza a su hija, parecía que no estaba herida, sintió un gran alivio. —Quería confirmar que Armando estuviese muerto. —Carolina arrugó su ceño. —Está muerto, mi…—detuvo sus palabras, el nudo se hizo en el centro de su garganta, intentó controlarse—Perla le dio
Después de escuchar eso de parte de su madre, Carolina sintió un escalofrío recorrerle de pies a cabeza, luego el silencio llegó entre las dos, Anna fue quien lo rompió. —Solo estaré por hoy en tu casa, luego regresaré a la mía, quería asegurarme que tu padre esté bien y ustedes…—se iba a levantar, pero Carolina alcanzó su muñeca para detenerla, Anna se quedó quieta por un momento y luego regresó su trasero a la silla. —Espera—dijo Carolina, luego la soltó despacio. —Quisiera hablar un poco más contigo—Anna se sorprendió al escucharle decir eso, su interior brincó de emoción. —Claro, dime que quieres hablar. —Anna estaba ansiosa, finalmente Carolina estaba queriendo saber de ella o tener tiempo, algo muy preciado para ella. —¿Cómo es que llegaste tan rápido a la casa de Armando? —Anna arrugó su ceño.
Comienzo de la segunda y última temporada Daniel se levantó de la silla después de escuchar ese nombre, comenzó a caminar de un lado a otro, Carolina estaba en shock, se llevó una mano a su boca, miró a sus padresque parecían estar igual que Daniel, con dificultad pasó saliva, se retiró la mano y los miró. — ¿Isaac...Beltrán? —ellos asintieron. —No sabía que tenías un hermano—dijo en dirección a su padre, Héctor asintió lentamente, miró esos ojos aceitunados cargados de confusión. —No nos hablamos, cortamos lazos desde que decidió quedarse del otro bando. —Pero realmente no es del otro bando,¿Concuerdas conmigo? Un comandante haciendo tratos sucios,mandando a matar gente para su propia conveniencia, no es del bando de los buenos, él quiere esas minas, sabemos que vendrá por nosotros, Héctor. —dijo Anna irritada, Héctor torció sus labios, sabía todo lo que su hermano hizo, era un hombre peor que Armando García,
Carolina se ajustó su vestido negro, luego sus dedos acomodaron el cabello negro por delante de sus hombros. Horas después de hacer el amor con Daniel,no había podido dormir y esas ojeras debajo de sus ojos aceitunados, lo confirmaban, repasó cada momento del atentado, habían arruinado el cumpleaños, además de ello, había perdido a Perla y, a seis personas del equipo de seguridad. Todo estaba cambiando tan rápido. El enemigo estaba acercándose más. Y tenía que prepararse para ello. — ¿Estás lista? —preguntó Daniel, sacándola de sus pensamientos,ella miró hacia la puerta, él lució un traje negro, la corbata y camisa del mismo color. —Si. —luego regresó por última vez la mirada al espejo, era hora de despedir a Perla y al resto que intentaron protegerlos. Perla no tenía a nadie más, por eso había dejado su principal camino para unirse al de Carolina y Daniel, después de perder la vida, Perla había sido puesta en el mausoleo privadode la famili
Lunes por la mañana- Una semana después del suceso. La cena propuesta por Anna, no se llevó a cabo, Daniel y Carolinano tenían realmente el humor, una semana después del suceso, retomaron una rutina. Despertaban a las cinco de la mañana e iban al gimnasio, Carolina hacía puro cardio, no quería forzar su muslo, aún tenía el dolor fantasma de la bala, pero nadie más lo sabía, aunque Daniel, se había dado cuenta que no hacía más, pensó que era la desconfianza. —¿Vas a ir conmigo a la exportadora? —Carolinase limpió el sudor con la toalla que rodeaba su cuello, poco a poco la banda de la corredora, se estaba deteniendo. —Sí. Ya es hora qu
—Bueno, los dejo. —Se levantó de la silla—Espero Daniel te explique todo. —dijo Héctor abrochando su botón de su americana, Carolina asintió. —Gracias,padre. —Daniel se puso de pie al ver a su padrino con intención de retirarse. —Tengo que irme, cualquier cosa, estaré al pendiente de mi celular. —Carolina se acercó y beso su mejilla, lo abrazó y eso se le hizo extraño a Héctor. —¿Todo bien? —Carolina sintió un nudo atravesado en medio de su garganta, se separó y le sonrió, él se dio cuenta de su mirada cristalina. —Mija—levantó la manopara acariciar su mejilla. —Lo siento, no sé qué pasa, supongo que es todo lo que ha pasado, cuando menos piensas, las cosas cambian—Héctor asintió. —Demasiado. Pero estate tranquila, estamos alertas, no te preocupes, están protegidos. —Daniel se acercó a ellos dos. —¿Quiere ir a cenar a la casa? Podría invitar a la señora Anna. —Héctor tomó aire y lo soltó lentamente, hizo unamueca, eso le extr