Dos semanas después, Carolina ya podía caminar con ayuda de un fisioterapeuta que contrató, tuvo que volver a tener la confianza en su pierna para poder avanzar. Estaba en su bata frente al gran espejo del baño de la habitación, su mirada se centró en su muslo descubierto, estaba la cicatriz de la bala, con su dedo índice acarició lentamente ese lugar, sintió un escalofrío.
La puerta se abrió y apareció Daniel con una toalla a media cintura, se pasó una mano por su cabello y se detuvo al ver a Carolina mirándose en silencio, sabía que estas dos últimas semanas, había estado concentrada en poder caminar bien con su pierna, sí que se propuso lograrlo, quería estar bien para esta noche.
—¿Caro? —ella salió de su burbuja de pensamientos, giró su rostro hacia a él lentamente como la niña del exorcista, le encantaba a él provocarla, era divertido ver como intentaba enojarse con él, levantó sus manos en el aire en se
Carolina soltó su miembro flácido y sonrió, Daniel se acarició su más preciado tesoro y retrocedió. —Sueles ser demasiado brusca, ¿Te lo han dicho? —preguntó Daniel con sarcasmo, Carolina arqueó una ceja. —Nunca, eres el primero que lo dice—Daniel se sorprendió. —Bueno, eres brusca, en ese pequeño cuerpo, sí que hay maldad pura…—dijo en un tono de broma, dejó un beso contra sus labios tomando por sorpresa a Carolina, la esquivó, recogió su ropa, después salió del gran armario, dijo algo de que el tiempo corría, así que empezaron a cambiarse. Carolina se metió en el vestido, pero no le cerró a su costado, se quedó quieta pensando cuando es que había subido de peso, no podía haber subido una talla en una semana, bueno, -arqueó una ceja frente al espejo-, no había hecho sus rutinas de ejercicio desde antes de la boda, dejó de correr desde antes, luego la luna de miel, el atent
—Hola, sí, estoy listo, —miró a Daniel quien lo miraba de manera molesta—¿Y el cumpleañero? —preguntó hacia a él. —Hasta mañana es mi cumpleaños. —dijo Daniel irritado por la mirada que Bruno le dio. —Es un pre-festejo. —dijo Carolina. Después de confirmar que todo estaba bien para marcharse, salieron camino a la fiesta. El padre de Daniel y su padrino, habían organizado la fiesta, Héctor miró su bebida mientras agitó el vaso, este líquido daba vueltas. —¿Qué tienes? —preguntó Héctor al ver pensativo a Armando, este salió de su trance y lo miró. —Repaso mentalmente si no falta algo en la fiesta, ¿Vamos a salir? Ya no tarda en llegar nuestros invitados. —Héctor lo miró, pero notó algo más en él. —¿Seguro que es eso? —Héctor intentó saber más.
—Han arribado a la fiesta—anunció un hombre de seguridad a Anna Carolina, ella dio una bocanada a su cigarro y lo soltó haciendo la forma de “O” en el aire. —Bien. Te daré señal cuando vayamos a entrar—dijo Anna al guardaespaldas que se encontraba a su lado, el hombre asintió. Anna era inteligente, cuidó siempre de su propia hija todos estos años, pero reforzó su seguridad cuando se enteró del acuerdo de matrimonio con el hijo de Armando, lo primero que pensó fue que estaba armando un plan para arrebatarle las tierras que le pertenecían a su hija, unas tierras que Daniela le obligó a comprar, cuando se enteró que Armando quería despojarla, hizo la compra, todo por ayudar a Daniela, se había enterado de lo que le estaba robando incluso, el dinero que era destinado para su hijo, Daniel, sus ahorros estaba desapareciendo, así como sus bienes materiales e iba, por sus tierras, ella fue su mejor amiga, Carolina se persignó e hizo una oración c
—Espera…—el agarre se aflojó y luego sin soltarla, acarició y eso le hizo reaccionar, puso distancia sutilmente. —Daniel me está esperando—dijo Carolina en un tono desinteresado muy pero muy fingido, que hizo creer a Armando que el toque no le había afectado para nada. —Necesitamos hablar. —Carolina se tensó, ¿De qué tenían que hablar ellos? Ya había hablado con él toda la semana para preguntarle por los detalles de la fiesta de cumpleaños de Daniel. —¿De qué? ¿No puede esperar al lunes? Es la fiesta de mi esposo y…—Armando la interrumpió cortando la distancia entre los dos, Carolina automáticamente retrocedió a la brusquedad de él, provocando que su espalda tocara la puerta. Carolina se paralizó. —¿Te pongo nerviosa? —susurró Armando cerca de su rostro, ella apretó su mandíbula, estaba empezando a en
Daniel cargó su pistola por tercera vez, la adrenalina corrió por sus venas de un momento a otro, ayudó a muchos de sus invitados a escabullirse por una entrada secreta, los disparos se siguieron escuchando, los gritos del resto de la fiesta que intentaban irse, pensó primero que todo, ¿Dónde chingados estaba Carolina? Había entrado a la casa, pero no la vio salir, había un grupo armado, se asomó por encima sin ser visto, contó en total seis hombres armados, ya no escuchó a la gente, solo estaban ellos en el jardín, ellos estaba encapuchados, con sus armas listas para disparar, estaban revisando si había más gente, Daniel con la cabeza abajo, se empezó a mover entre las mesas, pero se detuvo, comenzó a trazar en su mente un plan, tenía tres balas, en total eran seis, ¿Cómo escaparía si mataba a uno, otro le iba a dar? En lo que pensaba algo rápido, escuchó exactamente seis balazos, por un momento no escuchó nada, se iba a asomar cuando escuchó: —
Emilio sonrió al escuchar lo que Erick, su hermano gemelo, le informó del otro lado de la línea, sin dar una respuesta colgó, miró la vista nocturna desde su ático, finalmente todo se estaba acomodando a su favor, Armando estaba muerto, Leonardo, Alejandro y la rubia lame botas, llamada Sasha, finalmente las piedras estaban siendo retiradas de su camino para llegar a su objetivo: la hija de Anna Carolina. —¿Y entonces? —preguntó el hombre de traje elegante sentado en la sala del lujoso lugar, Emilio se volvió hacia a él y sonrió triunfante. —Ya te quitaron del mapa a Leonardo y a sus compinches. —el hombre sonrió. —Vaya, Emilio, si qué sabes hacer tu trabajo. —Emilio no aclaró que no fue por su mano lo que pasó. —¿Entonces? —Emilio caminó y tomó lugar en el sillón frente al hombre elegante. —¿Tendré toda la policía a mi favor? —el hombre
Carolina entró buscando a su padre a toda prisa, entonces lo vio sentado en uno de los sillones de la sala, un hombre estaba limpiando la herida de su cabeza, se iba a acercar a él, pero se detuvo en seco, su madre estaba de pie frente a la chimenea, tenía un portarretrato en su mano, lo dejó en la repisa, luego se giró hacia Carolina y Héctor. —¿Qué haces aquí? —preguntó Carolina en un tono cargado de frialdad. —Hija, por favor, ha venido a…—Héctor soltó un grito de dolor. —¿A qué has venido? —preguntó Carolina a su madre, ella miró de pies a cabeza a su hija, parecía que no estaba herida, sintió un gran alivio. —Quería confirmar que Armando estuviese muerto. —Carolina arrugó su ceño. —Está muerto, mi…—detuvo sus palabras, el nudo se hizo en el centro de su garganta, intentó controlarse—Perla le dio
Después de escuchar eso de parte de su madre, Carolina sintió un escalofrío recorrerle de pies a cabeza, luego el silencio llegó entre las dos, Anna fue quien lo rompió. —Solo estaré por hoy en tu casa, luego regresaré a la mía, quería asegurarme que tu padre esté bien y ustedes…—se iba a levantar, pero Carolina alcanzó su muñeca para detenerla, Anna se quedó quieta por un momento y luego regresó su trasero a la silla. —Espera—dijo Carolina, luego la soltó despacio. —Quisiera hablar un poco más contigo—Anna se sorprendió al escucharle decir eso, su interior brincó de emoción. —Claro, dime que quieres hablar. —Anna estaba ansiosa, finalmente Carolina estaba queriendo saber de ella o tener tiempo, algo muy preciado para ella. —¿Cómo es que llegaste tan rápido a la casa de Armando? —Anna arrugó su ceño.