Sentir la inocencia de su alma en mis labios fue el peor error que cometí. El agridulce de su pureza se ha convertido en el afrodisiaco que tortura mi existencia con su presencia aquí en mi vida. Enamorarse no es el plan Dominic No sé en qué demonios estaba pensando, se supone que esa niña insípida no me interesa en lo más mínimo, el plan es hacerla bajar la guardia que se sienta segura y confiada a mi lado, solo de ese modo voy a conseguir expandirme. No quiero su dinero, yo tengo mis propios millones y jamás he sido un vil ladrón, pero como conseguir que se comporte como una buena esposa delante de las demás personas, si su mirada deja en claro que lo único que desea es verme bajo tierra. No debí besarla, eso es seguro, sin embargo, su actitud desafiante, su pequeña boca convertida en una fina línea y la manera en la que sus pupilas se contraen al tenerme en frente me hacen desearla. Definitivamente, he perdido el rumbo de mis planes, es que ni siquiera tuve que haber dicho que
Probé el dulce sabor de la manzana y ahora muero por conocer la condena del pecado que guarda el misterio de su piel. Cierro los ojos y te veo: dulce, inocente, salvaje, arrebatadora. Del calor al frío Dominic Los segundos pasan lentamente mientras continúo estático sin quitarle la mirada de encima, la luz plateada de la luna baña su rostro y la hace lucir angelical. Miles de pensamientos pasan por mi cabeza, su propuesta es todo lo que quiero de ella y para ser sincero conmigo mismo, quizás tiene razón y nunca logre enamorarla, a pesar de su edad puedo ver que es una mujer madura y segura de sus decisiones, supongo que sus padres hicieron un buen trabajo con ella. Algo cambia en mi interior, pero no sé qué exactamente, tal vez mi manera de percibirla, ahora no me parece tan niña y aunque no es voluptuosa o una mujer mucho más madura, posee un encanto único que hechiza sin esfuerzo. Salgo de mis pensamientos cuando el brillo de una perla rodando por su mejilla atrapa mi atención
Te deseo fuerte, salvaje y guerrera, porque frágil, avivas el deseo de acabar con ese mundo que te hace daño y me aterra, que llegues a sentir miedo de mi amor. De la tristeza al odio y al deseo Dominic Dudo en continuar diciendo cualquier cosa, la expresión de su cara es la de alguien que debate internamente entre creer en lo que se le dice o dejarse llevar por lo que siempre ha conocido. Quizás yo no sea un santo, pero estoy consciente de que mucho de lo que se dice de mí es falso, así como también estoy seguro de que fue su padre quien propicio toda esta situación. No obstante, no me queda claro el motivo que tuvo el viejo para poner de condición en su testamento que ella debía casarse conmigo para poder recibir su herencia, es claro que me detestaba y dudo que después de muerto su último deseo haya sido hacer las paces conmigo. ―Está bien, te ayudaré si me das tu palabra de que vas a cumplir con mi condición —dice finalmente rompiendo el silencio que se formó entre los dos. —
¡Oh dios mío! ¿Cómo me libero de la bestia si sus garras son mi deleite? He conocido la tentación y muero por pecar.AteneaQuedo congelada al escuchar su declaración, es un descarado, un sin vergüenza, pero quizás también yo sea culpable de su desfachatez. No debí atreverme a tanto, mi intención era hacerlo sentir incómodo a él, no a mí misma. Es claro que no poseo las herramientas para continuar con el juego que yo misma inicie, siento que la cara me ardo y mi centro hormiguea sin parar.En silencio llegamos al café donde solía venir con mi papá cuando se tomaba un descanso para estar conmigo, en realidad yo siempre aparecía en su oficina para sonsacarlo y hacer que dejara todo tirado por un rato. Suspiro inconscientemente antes de entrar y si premeditarlo viro la mirada hacia la mesa que normalmente ocupábamos, pero no está vacía, dos mujeres la comparten mientras conversan animadamente.—Tomemos asiento en esta mesa —dice mi esposo sacándome de mis pensamientos.Es la mesa más vis
Llenas de pureza a la oscuridad y de perversión a la inocencia. Te haces un hueco de a poco en mi corazón, ayudándote con ese deseo oculto y secreto que únicamente tú conoces, porque lo has despertado de su sueño profundo y ahora anhela ser tuyo. Atenea No sé qué es lo que estoy haciendo, había dicho que le daría guerra y le haría la vida imposible y, sin embargo, estoy tratando de mantener la paz entre los dos y hasta he disfrutado de su compañía. Me gustaría continuar en ese café y seguir riendo de las cosas que dice ¿Quién se imaginaría que el señor Black tendría tan buen sentido del humor? Camino con dirección a la empresa de mi papá y a medida que me acerco el corazón se me estruja, la última vez que estuve en su oficina me recibió con los brazos abiertos como siempre, siento como de nuevo la tristeza empieza a subirme por la espina dorsal y me abraza con fuerza amenazando con no soltarme nunca. —Debo ser fuerte, ellos querrían que lo fuera —murmuro en voz baja. La fachada pr
No basta con que un corazón se desmorone, hace falta destruir los pedazos para que con el polvo de sus cenizas se reconstruya desde cero, fortaleciendo los cimientos y endureciendo la estructura con acero; frío y resistente.Atenea—¡Eres una escoria maldita! —le grito dejando que la ira se desborde en cada palabra—. Ahora entiendo por qué mi papá decidió que no eras lo suficientemente bueno como para dirigir esta empresa. Solo te interesan las zorras oportunistas y el alcohol —agrego sin moverme de mi lugar, no quiero sentirme más asqueada de lo que ya me siento.Sale de ella sin el menor cuidado y se sube el pantalón que lo tenía hasta las rodillas, la zorra con la que se encuentra se pone de pie y se baja la falda antes de acomodarse la blusa y devolver sus senos al interior de la misma. Alberto se sienta en el sillón y la invita a ella a sentarse en sus piernas, lo cual hace complacida.El coraje me sube por la garganta y me ahoga al ver como Alberto, mi propio hermano, profana el
Entre tus besos y tus golpes de realidad me parece que existe una línea en la que me empiezo a quedar estancada y no quiero.Atenea—Atenea, el chofer del señor Black, se encuentra aquí —dice Raquel sacándome de mis recuerdos.No sé cuánto tiempo ha pasado, pero necesito ir a… necesito salir de aquí.—Por favor, ocúpate de que todo este como antes y cierra la puerta con llave, no permitas que nadie entre y llama al señor Robinson para que se reúna conmigo mañana —pido decidida a encargarme de mis responsabilidades desde el primer momento.Sé que había dicho que estudiaría antes, sin embargo, el encuentro con mi hermano me abrió los ojos, no puedo solo dejar la empresa en manos de otra persona, tengo total confianza en el señor Robinson, pero es bueno también mostrarle a los empleados quien es la persona que se ocupara de todo de ahora en adelante.—Está bien —dice y se retira.Observo todo una vez más sufriendo del síndrome de escotoma a medida que lo hago y en mi mente recreo el cómo
¿Qué me estás haciendo? No entiendo que es esto que me provocas, es como si el sol brillara con más intensidad cada vez que tus ojos se fijan en mí. Me estoy volviendo loco con tu presencia tan cercana y con el rubor de tus mejillas que producen en mi cabeza imagines censuradas de los dos.DominicTrato de respirar y de calmar el tren de pensamientos que se desatan en mi cabeza. Ahora comprendo por qué ese oficial me observaba de esa manera, seguramente piensa que he sido yo quien ha lastimado a Atenea. Estoy en contra del abuso hacia las mujeres, desprecio con todo mi ser a los cobardes que se atreven a ponerles las manos encima para lastimarlas, pero lo que estoy sintiendo en este momento no se compara en nada con el sentimiento general.Ella es mi esposa y alguien coloco sus sucias manos en ellas, me las va a pagar, sea quien sea. Camino detrás de Atenea, bajo la atenta mirada de los curiosos, al llegar a la puerta me giro para quedar de frente mirando a los empleados que parecen h