Katrine sintió cómo el calor la envolvía, una tormenta de emociones despertada por Lukas: nostalgia, dolor, rabia… y algo más profundo e incontrolable.Aquel beso era una tormenta, un caos de emociones desbordadas. Pero Katrine reaccionó antes de perder el control. Lo apartó con ambas manos y retrocedió, intentando recuperar el aliento.—No tenías derecho a hacer esto… —dijo, intentando sonar firme, pero su voz tembló—. No después de todo lo que pasó.—¿De verdad crees que fue fácil seguir adelante después de que te marchaste? —dijo, su voz cargada de una emoción hiriente—. ¿Crees que no he pensado en ti cada maldito día?Katrine retrocedió, el aire a su alrededor se volvía denso, sofocante. La presencia de Lukas la envolvía como un peso abrumador. La presencia de Lukas era abrumadora. Sin embargo, antes de que pudiera decir algo, Lukas la interrumpió, su mirada fija perforándola:—¿Acaso nunca me dirás por qué te marchaste? ¿Por qué te alejaste sin darme una explicación?Katrine abri
El silencio reinante en la sala de servidores era sepulcral, tan opresivo que parecía absorber el aire. Solo el incesante tecleo de Lukas y Katrine rompía esa calma artificial, mientras luchaban contra el tiempo para descubrir al intruso en el sistema. Los pitidos de alerta se intensificaban con cada segundo que pasaba, como un eco de la urgencia que los consumía. Tenían que detener aquello antes de que fuera demasiado tarde.—Esto no tiene ni el más mínimo sentido —murmuró Katrine entre dientes, mientras examinaba las rutas de acceso en la pantalla.—¿Qué cosa? —preguntó Lukas, girándose hacia ella con el ceño fruncido, sus dedos aún suspendidos sobre el teclado.Katrine suspiró y se refregó los ojos. Se sentía tan cansada…, pero a la vez, después de meses de no trabajar en aquello que tanto amaba, no podía dejar de hacerlo. Ya no se trataba solo de ayudar a Mathias. Esto era personal. Tenía que demostrarse a sí misma que aún podía hacerlo, que aún era la mejor en lo que hacía.—Está
Unas horas más tarde, en la fría sala de servidores de Lund Farma, Lukas tipeaba frenéticamente. mientras Mathias caminaba de un lado a otro, como un león enjaulado. Con la ayuda de Katrine, habían logrado contener el hackeo masivo e impedir futuros ataques, pero el misterio de quién estaba detrás de todo seguía siendo un rompecabezas sin resolver. Justo entonces, Katrine entró en la sala con pasos cautelosos, sintiendo cómo la urgencia del ambiente le erizaba la piel, mientras sostenía una taza de café.—¿Qué has descubierto? —inquirió Mathias, con voz grave, parándose detrás de Lukas.Lukas giró lentamente en su silla, sus ojos clavándose en Mathias con una seriedad que congeló la atmósfera. Su mandíbula tensa decía más que cualquier palabra.—Las direcciones de los proxys nos han llevado a un lugar que no esperaba… uno sorprendentemente familiar.—¿Dónde? —intervino Katrine, frunciendo el ceño.—Están siendo direccionados desde aquí. Desde nuestras oficinas —respondió Lukas, bajand
Aquella mañana amaneció con un silencio inquietante, como si incluso el viento temiera perturbar el entorno de Katrine. Desde la ventana de la cocina de la mansión Lund, observaba el jardín, donde los trillizos jugaban despreocupados, disfrutando de la primavera. Sus inocentes risitas parecían una burla cruel a la tormenta que rugía dentro de Katrine. Mientras tanto, en la encimera, Sofie rellenaba dos tazas de café y, de vez en cuando, levantaba la mirada con genuina preocupación.Esos datos resonaban en su mente como un eco incesante: «Tipo de parto: natural. Edad gestacional: 27 semanas. Médico a cargo: Elias Fauke». Cada una de aquellas palabras parecía una pieza de un macabro rompecabezas que la estaba llevando al límite. Todo indicaba que Tobias Lund debía ser su hijo, pero aún le faltaba lo más crucial: pruebas irrefutables.Sofie colocó una taza de café frente a Katrine y se sentó a su lado.—¿Has podido descansar un poco? —inquirió en voz baja, aunque la respuesta era evident
Una semana después…El reloj marcaba las seis de la mañana y el departamento de Astrid estaba sumido en un silencio sepulcral, únicamente interrumpido por el eco lejano del viento que golpeaba los cristales de las ventanas. En medio de aquella quietud, Astrid estaba sentada frente a la mesa del comedor, su rostro iluminado tenuemente por la fría luz del monitor. Sus dedos volaban sobre el teclado con la precisión de quien sabe que cada segundo es crucial.Sus movimientos eran meticulosos, aunque delataban una creciente desesperación. Era consciente de que no podía permitirse fallar: ese era el golpe final. Por fin había logrado acceder al sistema financiero de Lund Farma por una puerta trasera que, al parecer, alguien había olvidado cerrar. Ahora intentaba desviar una cuantiosa suma de dinero a una cuenta en Suiza, imposible de rastrear, mientras descargaba documentos y archivos confidenciales que, en las manos correctas, si todo salía según su plan, hundirían a los Lund y, al mismo t
En la tensa calma que siguió a la detención de Astrid, Lukas permaneció inmóvil por un momento, con la mirada fija en las transacciones incompletas. Inspiró profundamente, dejando que un escalofrío de triunfo recorriera su cuerpo mientras la satisfacción se expandía en su pecho… pero se disipó demasiado rápido. Las palabras de Astrid no se iban. Seguían ahí, susurrándole en la cabeza, clavándose como un eco insoportable.Mathias se acercó lentamente a Lukas. Su expresión seguía siendo dura, pero había algo más: una sombra de tristeza. No sabía por qué, pero el alivio de detener a Astrid no era tan dulce como había imaginado. De hecho, dejaba un regusto amargo en su boca.Lukas se frotó las sienes, como si pudiera disipar el peso insoportable del cansancio. Su mente, nublada por la fatiga, llegó a una única conclusión: sin Katrine, aquello no habría terminado tan rápido. Apenas regresó, había demostrado, una vez más, su inagotable reserva de ingenio. Y ahora… ahora su nombre y las pala
La tensión en el vestíbulo de la mansión era tan espesa que parecía llenar el aire como una niebla sofocante. Ingrid tenía la vista fija en los resultados de los análisis, mientras un sudor frío le resbalaba por la sien. Sus manos estaban heladas, pero su piel ardía.Nombre del niño: Tobias Lund.Relación genética: Katrine Halvorsen.Coincidencia: 99.99%El folio tembló en sus manos, ardiendo como fuego contra su piel. No. No podía ser. Pero ahí estaba, innegable, brutal. Había sido una estúpida. Nunca había contemplado aquella posibilidad, siempre considerándose intocable, segura de su propio poder. Y ahora, todo se desmoronaba. Sin embargo, tenía que agradecer que tenía aquello en sus manos. Podía destruirlo antes de que saliera a la luz.Sin embargo, antes de que pudiera moverse, una sombra bloqueó su visión.Katrine.Sus ojos volaron al documento en las manos de Ingrid. Luego, al logo del sobre que yacía junto a ella en el sofá. Su pecho se encogió de golpe. El aire abandonó sus p
Quince días después, la mansión parecía sumida en una calma engañosa, una paz frágil que ocultaba la tormenta latente. Ingrid había permanecido en las sombras, acechando como un depredador paciente. No tenía más opciones, no tenía más tiempo. Este era su último recurso. Si no iba a tener a Lukas, al menos tendría al niño.La mansión Lund estaba al borde del colapso. La verdad sobre Tobias había caído como un golpe devastador. Lukas y Mathias se mantenían en guardia, protegiendo a madre e hijo, pero su atención fija en la amenaza mayor los cegó ante la menor. Y esa era la oportunidad que Ingrid había estado esperando.La noche anterior, cuando la fatiga había convertido la vigilancia en un acto mecánico y los ojos cansados se cerraron un instante más de lo debido, Ingrid se deslizó entre las grietas de su descuido. Era ahora o nunca.Sabía que cada segundo contaba. Su corazón golpeaba con furia en su pecho, ahogándola en adrenalina. Había logrado engañar al guardia con una sonrisa forz