CAPÍTULO 57: ESPIAKatherine lleva el vaso de agua a los labios, intentando calmarse. El frío líquido apenas alivia la presión en su pecho cuando su celular abandonado sobre la mesa comienza a vibrar. Al ver el número desconocido, el estómago se le revuelve.Duda antes de contestar, pero sabe que no puede ignorarlo. Con un temblor en los dedos, desliza la pantalla para aceptar la llamada.—¿Diga? —susurra, aunque su voz tiembla más de lo que quisiera.La risa de Emanuele resuena al otro lado de la línea, cargada de burla y malicia.—Parece que estás haciendo bien tu trabajo, piccola —dice con un tono que siempre la pone en alerta.Katherine siente un escalofrío recorrerle la espalda. Mira a su alrededor, como si pudiera encontrar alguna cámara escondida en la penumbra de la cocina. Su voz apenas contiene el pánico.—¿Cómo lo sabes? —espeta, tratando de mantener la calma—. ¿Me estás espiando?Emanuele suelta una carcajada.—Tengo ojos y oídos en todas partes —responde con arrogancia. A
CAPÍTULO 58: HAZME OLVIDARFaltan apenas cinco días para que termine el año. El plan es viajar a la Toscana el treinta de diciembre, cumpliendo así el deseo del viejo Giuseppe de reunirlos a todos para recibir el Año Nuevo en la villa familiar. La idea ha llenado la casa de una extraña anticipación, pero en el baño, Katherine está lejos de sentir ese entusiasmo.Cuando abre la puerta, con el cabello húmedo y una toalla apenas cubriendo su cuerpo, da un respingo al encontrar a Anthony apoyado en el umbral, esperándola con una sonrisa juguetona en los labios.—¿Qué… qué haces aquí? —pregunta con un titubeo, sujetando la toalla con fuerza contra su pecho.Anthony, sin apartar la mirada de ella, deja que su sonrisa se ensanche. Su porte relajado se siente totalmente opuesto a la tensión que se acumula en Katherine.—Venía a darte otra sorpresa —responde en tono bajo, con un deje de picardía en su voz—, pero parece que tú te me has adelantado.Katherine siente cómo el calor se acumula en s
CAPÍTULO 59: LA TARJETA DE REGALO—Katherine, esto no era lo que tenía planeado para esta mañana —murmura Anthony con una voz ronca mientras traza círculos perezosos sobre su espalda desnuda con la yema de los dedos.Katherine sonríe contra la almohada y gira la cabeza para mirarlo, su cabello desordenado cae alrededor de su rostro.—Oh, es cierto. Dijiste que tenías una sorpresa. ¿Qué era?Anthony se ríe suavemente. Se levanta de la cama con un movimiento fluido y elegante, buscando sus pantalones del suelo. Cuando regresa, sostiene algo en la mano: una tarjeta de crédito negra.—Es para ti —dice con una sonrisa casual y encantadora. Se sienta al borde de la cama mientras se la entrega—. Nos vamos a Toscana el treinta, y quiero que te compres algo bonito para la fiesta de Año Nuevo. Y, por supuesto, algo para Lucy.Katherine se incorpora, sujetando la sábana contra su pecho como si fuera un escudo. Mira la tarjeta, dubitativa, y luego a él.—Anthony… no puedo aceptar esto.—Claro que
PREFACIOLa pequeña Lucy corre por los pasillos del centro comercial con el corazón acelerado, los zapatitos hacen eco en el suelo mientras esquiva a los empleados que preparan todo para la gran inauguración navideña. Sabe que está cometiendo una travesura y que seguramente su madre la regañará, pero su determinación es más fuerte que su miedo. Es la única oportunidad que tiene de hablar con Santa Claus antes de que el evento abra sus puertas al público. Mamá trabaja demasiado y no pueden permitirse pagar la entrada, pero eso no apaga su entusiasmo. Lucy sonríe con ilusión, imaginándose la cara del gran abuelito de rojo y su famosa barba blanca.Con el corazón latiéndole a toda velocidad, Lucy llega al escenario improvisado, que parece salido de un cuento mágico. Las luces parpadean en tonos cálidos, las guirnaldas verdes y doradas caen con elegancia, y un enorme trono dorado ocupa el centro, rodeado de regalos envueltos en papeles brillantes. Por un momento, la pequeña se detiene a c
CAPÍTULO 1: LA CONFUSIÓNKatherine camina por los pasillos del centro comercial con la cara roja de angustia y rabia. Sabe que traer a su pequeña de cinco años al trabajo es complicado, pero la niñera le renunció y no tenía a nadie más con quién dejarla. Grita su nombre por el lugar mientras los empleados la miran con curiosidad, pero ella solo puede pensar en que debe encontrarla pronto, antes de que se den cuenta en el supermercado Essencia, que no está.—¡Lucy! —grita— ¡Lucy!Su corazón se acelera de tan solo pensar que le pasó algo malo. Se da media vuelta para regresar y probar suerte en otro lado, pero va tan apresurada que no se da cuenta de que detrás de ella venía caminando alguien. El choque es inevitable. Katherine se va de lleno contra el pecho de este hombre que le dobla en altura.—¡Ah! ¡Fíjate por dónde vas! —protesta, sin embargo, cuando levanta la mirada siente un calor intenso apoderarse de sus mejillas. El hombre es muy guapo, pero la mira con severidad.La vergüenz
CAPÍTULO 2: LA PROPUESTAAnthony Salvatore rara vez había perdido el control, pero esta vez sentía que el suelo se tambaleaba bajo sus pies. Su abuelo no pudo haber elegido peor momento para entrar: justo cuando Katherine con un gesto desesperado se había lanzado hacia él como si compartieran algo más que una estricta relación laboral.El silencio que sigue es denso, como una cuerda a punto de romperse. Anthony sabe que tiene solo unos segundos para actuar. Negarlo todo sería fácil, pero la mirada astuta de su abuelo le deja claro que no es una opción.—Abuelo, deberías tocar antes de entrar —dice con firmeza, sus ojos permanecen clavados en los del anciano, como si tratara de recuperar el control de la situación.—Tienes razón, Anthony. Pude haber interrumpido algo más… personal —responde su abuelo con una sonrisa cargada de malicia.Katherine siente que el aire se escapa de sus pulmones. La forma en que el viejo la mira, como si supiera más de lo que debería, le revuelve el estómago
CAPÍTULO 3: UN OBSTÁCULO ADORABLEKatherine nunca se había sentido tan intimidada y atraída a la vez. En menos de un día ha perdido su empleo y ganado otro, aunque todavía no entiende la magnitud de su decisión… o el precio que tendrá que pagar.Con el corazón acelerado, sale de la oficina y encuentra a Lucy sentada en una de las sillas del pasillo, está concentrada en la Tablet. La pequeña levanta la mirada al verla y esboza una sonrisa traviesa.—Mamá —dice con entusiasmo—, mira, tengo el video. Ese niño tuvo toda la culpa, no tú.Katherine no puede evitar sonreír. Se agacha para quedar a su altura y acaricia suavemente el cabello de su hija.—Gracias, mi amor. Pero no importa, el señor Salvatore ya lo sabe.—¿Entonces no te despidió?Katherine vacila. ¿Cómo explicarle lo que realmente pasó? Lucy no lo entendería. Ni siquiera ella lo entiende del todo.—Bueno, técnicamente… —comienza, pero antes de que pueda continuar, la puerta de la oficina se abre de golpe.Anthony aparece en el
CAPÍTULO 4: UN MOMENTO EN EL PROBADORLa pelirroja camina apresurada detrás de Anthony, esforzándose por mantener el ritmo que él impone con sus largas y seguras zancadas. Su corazón late con fuerza sintiéndose atrapada entre el nerviosismo y la anticipación que la hace marearse. Cada paso la acerca a un destino que no comprende, y el aura dominante de él no hace más que intensificar su inquietud.El centro comercial está lleno de vida. Las luces brillantes y los adornos navideños parecen opuestas a la situación oscura en la que se está metiendo. Katherine observa a las personas ir y venir, inmersas en sus compras, mientras ella lucha por procesar lo que está sucediendo.Anthony se detiene de golpe frente a una tienda de ropa de alta gama. Los grandes ventanales exhiben vestidos que parecen sacados de un sueño: cortes elegantes, telas que brillan bajo la luz, y precios que Katherine ni se atreve a imaginar. Ella ha pasado frente a esa tienda innumerables veces, siempre fantaseando con