CAPÍTULO 54: UN DESEO MÁSAnthony no puede apartar la mirada de los ojos desbordados en lágrimas de Katherine. Nota la desesperación en su rostro, pero también algo más… un miedo que no logra comprender.—¿Se ha ido? —repite, incrédulo, con un tono que roza la frustración—, no puede ser.Katherine asiente lentamente, mientras traga con dificultad. No puede decirle lo que realmente teme, no puede ponerlos en peligro.—Fue culpa mía… —dice de pronto, su voz cargada de culpa y angustia—… todo esto es culpa mía —suspira.Anthony frunce el ceño y mira hacia la reja abierta.—Deja de culparte y piensa. Lucy no puede estar lejos. —Su voz es firme, pero no dura—. Tenemos que buscarla antes de que oscurezca por completo.Sin esperar una respuesta, Anthony empieza a caminar hacia la entrada, pero Katherine lo detiene sujetándolo del brazo.—Anthony… —dice con un hilo de voz, deseando poder contarle todo, pero no se atreve.Él la mira por un momento con el ceño todavía fruncido, y luego asiente
CAPÍTULO 55: ME DESTRUIRÍASEl regreso a casa transcurre en un silencio pesado, roto solo por la respiración tranquila de Lucy, profundamente dormida en el asiento trasero. Katherine la observa, su pequeño rostro aún está húmedo por las lágrimas, y siente que su corazón se desgarra un poco más. Por un instante, Katherine había creído que podía ser feliz. Había sentido el calor de un hogar, el amor de Anthony y la risa de su hija. Pero ahora, ese momento parecía una cruel burla del destino.Anthony maneja con la mirada fija en la carretera, su mandíbula se mantiene apretada, el enojo y la preocupación luchan por dominarlo. Katherine lo observa de reojo, preguntándose cómo decirle la verdad sin que eso los destruya a todos. Pero cada vez que las palabras comienzan a formarse en su mente, el rostro de Emanuele aparece, sus amenazas se repiten como un eco siniestro en su cabeza.Cuando llegan a la mansión, Anthony apaga el motor y desciende rápidamente del auto. Toma a Lucy en brazos con
CAPÍTULO 56: EL TATUAJEAnthony carga a Katherine en brazos, sintiendo la fragilidad de su cuerpo contra el suyo. Ella tiembla, no solo por el agotamiento, sino por algo más profundo, algo que no logra comprender del todo. Pero lo que sí sabe es que sus palabras, ese "te amo" que ella le confesó, lo han cambiado para siempre.Nunca pensó que alguien como él, endurecido por años de violencia y mentiras, pudiese experimentar algo tan puro, tan devastadoramente humano como el amor. Ha caído en su propia trampa: en su intento por engañar a su abuelo y mantener la fachada de un hombre familiar, le ha dado exactamente lo que quería. Una familia. Un legado. Pero ahora, por primera vez, Anthony no sabe si esa vida que siempre ha conocido es suficiente para él.“¿Podría dejarlo todo por ella?” piensa mientras sube las escaleras con ella en brazos. La idea lo asusta tanto como lo atrae, pero su mente no tarda en responder: “Eso es una locura. No hay escapatoria para hombres como yo”.Anthony sa
CAPÍTULO 57: ESPIAKatherine lleva el vaso de agua a los labios, intentando calmarse. El frío líquido apenas alivia la presión en su pecho cuando su celular abandonado sobre la mesa comienza a vibrar. Al ver el número desconocido, el estómago se le revuelve.Duda antes de contestar, pero sabe que no puede ignorarlo. Con un temblor en los dedos, desliza la pantalla para aceptar la llamada.—¿Diga? —susurra, aunque su voz tiembla más de lo que quisiera.La risa de Emanuele resuena al otro lado de la línea, cargada de burla y malicia.—Parece que estás haciendo bien tu trabajo, piccola —dice con un tono que siempre la pone en alerta.Katherine siente un escalofrío recorrerle la espalda. Mira a su alrededor, como si pudiera encontrar alguna cámara escondida en la penumbra de la cocina. Su voz apenas contiene el pánico.—¿Cómo lo sabes? —espeta, tratando de mantener la calma—. ¿Me estás espiando?Emanuele suelta una carcajada.—Tengo ojos y oídos en todas partes —responde con arrogancia. A
CAPÍTULO 58: HAZME OLVIDARFaltan apenas cinco días para que termine el año. El plan es viajar a la Toscana el treinta de diciembre, cumpliendo así el deseo del viejo Giuseppe de reunirlos a todos para recibir el Año Nuevo en la villa familiar. La idea ha llenado la casa de una extraña anticipación, pero en el baño, Katherine está lejos de sentir ese entusiasmo.Cuando abre la puerta, con el cabello húmedo y una toalla apenas cubriendo su cuerpo, da un respingo al encontrar a Anthony apoyado en el umbral, esperándola con una sonrisa juguetona en los labios.—¿Qué… qué haces aquí? —pregunta con un titubeo, sujetando la toalla con fuerza contra su pecho.Anthony, sin apartar la mirada de ella, deja que su sonrisa se ensanche. Su porte relajado se siente totalmente opuesto a la tensión que se acumula en Katherine.—Venía a darte otra sorpresa —responde en tono bajo, con un deje de picardía en su voz—, pero parece que tú te me has adelantado.Katherine siente cómo el calor se acumula en s
CAPÍTULO 59: LA TARJETA DE REGALO—Katherine, esto no era lo que tenía planeado para esta mañana —murmura Anthony con una voz ronca mientras traza círculos perezosos sobre su espalda desnuda con la yema de los dedos.Katherine sonríe contra la almohada y gira la cabeza para mirarlo, su cabello desordenado cae alrededor de su rostro.—Oh, es cierto. Dijiste que tenías una sorpresa. ¿Qué era?Anthony se ríe suavemente. Se levanta de la cama con un movimiento fluido y elegante, buscando sus pantalones del suelo. Cuando regresa, sostiene algo en la mano: una tarjeta de crédito negra.—Es para ti —dice con una sonrisa casual y encantadora. Se sienta al borde de la cama mientras se la entrega—. Nos vamos a Toscana el treinta, y quiero que te compres algo bonito para la fiesta de Año Nuevo. Y, por supuesto, algo para Lucy.Katherine se incorpora, sujetando la sábana contra su pecho como si fuera un escudo. Mira la tarjeta, dubitativa, y luego a él.—Anthony… no puedo aceptar esto.—Claro que
PREFACIOLa pequeña Lucy corre por los pasillos del centro comercial con el corazón acelerado, los zapatitos hacen eco en el suelo mientras esquiva a los empleados que preparan todo para la gran inauguración navideña. Sabe que está cometiendo una travesura y que seguramente su madre la regañará, pero su determinación es más fuerte que su miedo. Es la única oportunidad que tiene de hablar con Santa Claus antes de que el evento abra sus puertas al público. Mamá trabaja demasiado y no pueden permitirse pagar la entrada, pero eso no apaga su entusiasmo. Lucy sonríe con ilusión, imaginándose la cara del gran abuelito de rojo y su famosa barba blanca.Con el corazón latiéndole a toda velocidad, Lucy llega al escenario improvisado, que parece salido de un cuento mágico. Las luces parpadean en tonos cálidos, las guirnaldas verdes y doradas caen con elegancia, y un enorme trono dorado ocupa el centro, rodeado de regalos envueltos en papeles brillantes. Por un momento, la pequeña se detiene a c
CAPÍTULO 1: LA CONFUSIÓNKatherine camina por los pasillos del centro comercial con la cara roja de angustia y rabia. Sabe que traer a su pequeña de cinco años al trabajo es complicado, pero la niñera le renunció y no tenía a nadie más con quién dejarla. Grita su nombre por el lugar mientras los empleados la miran con curiosidad, pero ella solo puede pensar en que debe encontrarla pronto, antes de que se den cuenta en el supermercado Essencia, que no está.—¡Lucy! —grita— ¡Lucy!Su corazón se acelera de tan solo pensar que le pasó algo malo. Se da media vuelta para regresar y probar suerte en otro lado, pero va tan apresurada que no se da cuenta de que detrás de ella venía caminando alguien. El choque es inevitable. Katherine se va de lleno contra el pecho de este hombre que le dobla en altura.—¡Ah! ¡Fíjate por dónde vas! —protesta, sin embargo, cuando levanta la mirada siente un calor intenso apoderarse de sus mejillas. El hombre es muy guapo, pero la mira con severidad.La vergüenz