CAPÍTULO 48: DESPERTAR CON EL MAFIOSOCuando Katherine abre los ojos esa mañana, lo primero que siente es el calor de otro cuerpo junto al suyo que en seguida le hace tener un recuerdo ardiente de la noche anterior. Está completamente desnuda, su piel todavía sigue sensible después de la intensa pasión que compartió con Anthony Salvatore. Había explorado cada rincón de él, lo había saboreado como si el tiempo se detuviera en ese instante, y cada segundo había sido tan erótic0 como embriagador.Lo que la deja sin aliento no es solo el recuerdo de lo que hicieron, sino verlo ahora, acostado a su lado, respirando profundamente, aún dormido. Su cabeza descansa sobre su pecho, donde el ritmo pausado de su corazón resuena bajo su oído. Anthony parece sereno, vulnerable incluso, y Katherine se encuentra incapaz de apartar la vista de semejante hombre, que podría ser la inspiración de cualquier pintor renacentista.Sus dedos se mueven sin pensar, rozando suavemente los tatuajes que decoran su
CAPÍTULO 49: EL DÍA DESPUÉS DE NAVIDADLa sonrisa de Lucy ilumina la sala con una energía tan contagiosa que parece insuflar vida al aire. Cada vez que abre un regalo, su emoción estalla, llenando el lugar de risas y brincos de alegría. Pero, por más radiante que sea, no puede igualar la expresión fascinada de Katherine.Aunque por dentro lucha entre la sorpresa y la preocupación. Cada juguete nuevo que aparece es más extravagante que el anterior, y sus manos vuelven una y otra vez a cubrirse el rostro como si quisiera ocultar su incredulidad.—¿Cómo se te ocurre? —le susurra a Anthony en un tono entre exasperado y divertido—. Esos juguetes deben costar una fortuna. Lo sé bien, trabajé en el supermercado, ¿recuerdas?Anthony le regala esa sonrisa despreocupada que la vuelve loca, y se encoge de hombros como si no fuera nada importante.—¿Qué te hace pensar que los compré en un supermercado o en esas tiendas del centro comercial? —replica, con un destello travieso en sus ojos—. Son jug
CAPÍTULO 50: AYUDAKatherine apenas recuerda cómo conducir, pero el Ferrari responde tan suavemente como si fuera una extensión de su propio cuerpo. El volante se desliza con facilidad entre sus manos, y los asientos de cuero impregnados con un delicado aroma a fresas, parecen envolverse a su alrededor. Sin embargo, no tiene tiempo para admirar los lujos. Su mente está concentrada en la señora Gloria y la extraña llamada que la sacó de casa con tanta urgencia.Mientras conduce, un sinfín de preguntas la atormentan. ¿Qué le habrá pasado? ¿Por qué la puso como su contacto de emergencia? Aunque no recuerda haber hablado mucho con Gloria más allá de las pocas veces que recurrió a ella para que cuidase de Lucy, le parece extraño que la mujer la haya considerado para algo tan importante.Cuando llega a la casa de la vecina, Katherine espera encontrar ambulancias, patrullas de policía o al menos a algún curioso asomándose por las ventanas. Pero la calle está desierta.—¿Será que ya se la lle
CAPÍTULO 51: SOLO ES UNA PESADILLALos gritos de Katherine se ahogan en ese desolado cuarto en el que se encuentra. Sus ojos están empapados de lágrimas y el dolor que le recorrer el cuerpo no se compara con nada que ella haya experimentado antes. Sus muñecas y tobillos le arden de lo mucho que ha intentado desatarse, pero es inútil. El peso de Emanuele encima de ella y los horrores que le está haciendo son imparables, inevitables y lo peor de todo es que son imborrables.Lo único que le queda es cerrar los ojos, suplicar por que Anthony se dé cuenta de que algo anda mal, pero no sucede. Emanuele la usa como si fuese un objeto de su retorcido plac3r y por más que ella grita desesperadamente, él no se detiene hasta saciarse.Una vez que acaba, la deja tirada sobre esa cama. Katherine se enrosca en sí misma, temblando, tratando de ocultar su cuerpo como si eso pudiera protegerla de la humillación. Quiere borrar lo que ha ocurrido, arrancarlo de su memoria. Pero no puede. Lo ocurrido est
CAPÍTULO 52: OBSTÁCULOSSi por algo se caracteriza Anthony, es por ser altamente perceptivo. El hecho de que Katherine se marchara tan repentinamente de la casa no pasó desapercibido para él. Aunque su primera reacción fue ir tras ella al hospital, el maldit0 destino —o más bien, el insoportable detective Michael Meléndez— se interpuso en su camino.Para Anthony, el destino no es más que un concepto romántico que los ilusos usan para justificar la vida, pero el obstáculo que Michael representa es demasiado tangible para ignorarlo. El detective, con su aire de justicia moralista y su afán por desentrañar secretos, lo citó a la estación de policía. Anthony acudió sin demora, pero no por miedo ni sumisión, sino para demostrarle que no hay nada que pueda intimidarlo.Al entrar en la oficina del detective, un ambiente denso y cargado lo recibe. Los ojos de Meléndez lo escanean de arriba abajo, buscando grietas en la fachada impecable del cacciatore. Pero Anthony no muestra ni una pizca de
CAPÍTULO 53: TU CULPAKatherine entra como una bala a la gran mansión. Ve a su hija jugando en el jardín con el pony que Anthony le regaló, pero no tiene energía para acercarse y hablarle. Sabe que su hija podría quebrar lo poco que le queda de fuerzas. En cambio, se encierra en una habitación, sin saber siquiera si esa es la suya y se lanza en la cama. Su cuerpo se envuelve como un ovillo, Katherine abraza sus piernas queriendo desaparecer sobre sí misma.El llanto incontrolable hace que su respiración suene como espasmos que apenas puede controlar. Es consciente de que si no se controla Anthony lo va a descubrir, y aunque una parte de ella todavía desea decirle lo que ocurrió, hay otra mucho más vulnerable y asustada que tiene mucho miedo.Ya ha visto de lo que es capaz Emanuele, sabe que cumplirá su amenaza si ella abre la boca y no puede poner en riesgo a su hija o a Anthony.De repente escucha un toque en la puerta.—Katherine. Katherine, ¿qué haces ahí encerrada? Por favor, nece
CAPÍTULO 54: UN DESEO MÁSAnthony no puede apartar la mirada de los ojos desbordados en lágrimas de Katherine. Nota la desesperación en su rostro, pero también algo más… un miedo que no logra comprender.—¿Se ha ido? —repite, incrédulo, con un tono que roza la frustración—, no puede ser.Katherine asiente lentamente, mientras traga con dificultad. No puede decirle lo que realmente teme, no puede ponerlos en peligro.—Fue culpa mía… —dice de pronto, su voz cargada de culpa y angustia—… todo esto es culpa mía —suspira.Anthony frunce el ceño y mira hacia la reja abierta.—Deja de culparte y piensa. Lucy no puede estar lejos. —Su voz es firme, pero no dura—. Tenemos que buscarla antes de que oscurezca por completo.Sin esperar una respuesta, Anthony empieza a caminar hacia la entrada, pero Katherine lo detiene sujetándolo del brazo.—Anthony… —dice con un hilo de voz, deseando poder contarle todo, pero no se atreve.Él la mira por un momento con el ceño todavía fruncido, y luego asiente
CAPÍTULO 55: ME DESTRUIRÍASEl regreso a casa transcurre en un silencio pesado, roto solo por la respiración tranquila de Lucy, profundamente dormida en el asiento trasero. Katherine la observa, su pequeño rostro aún está húmedo por las lágrimas, y siente que su corazón se desgarra un poco más. Por un instante, Katherine había creído que podía ser feliz. Había sentido el calor de un hogar, el amor de Anthony y la risa de su hija. Pero ahora, ese momento parecía una cruel burla del destino.Anthony maneja con la mirada fija en la carretera, su mandíbula se mantiene apretada, el enojo y la preocupación luchan por dominarlo. Katherine lo observa de reojo, preguntándose cómo decirle la verdad sin que eso los destruya a todos. Pero cada vez que las palabras comienzan a formarse en su mente, el rostro de Emanuele aparece, sus amenazas se repiten como un eco siniestro en su cabeza.Cuando llegan a la mansión, Anthony apaga el motor y desciende rápidamente del auto. Toma a Lucy en brazos con