CAPÍTULO 44: LA FIESTA DE NAVIDADLa víspera de Nochebuena ha llegado y la casa está envuelta en un ambiente festivo, aunque Katherine no logra sentirse completamente presente. Lucy está sentada frente al espejo, luciendo como una auténtica princesa con su vestido blanco y rojo, adornado con delicados detalles brillantes. El abrigo largo, similar al de Santa Claus, le da un aire encantador y mágico, perfecto para la ocasión.Andrea, con paciencia y precisión, termina de peinar los rizos pelirrojos de Lucy, mientras Katherine se inclina frente a su propio reflejo, intentando enfocarse en los últimos toques de su maquillaje. Pero su mente está en otro lugar.“Seis meses. Ni un día más.”Las palabras de Anthony del día anterior se repiten en su mente. Siente un nudo en el estómago, uno de pura ansiedad y confusión. Si Anthony Salvatore ha logrado colarse hasta lo más profundo de su ser en menos de un mes, ¿qué será de ella después de seis largos meses fingiendo ser su prometida?Katherin
CAPÍTULO 45: BAJO EL MUERDAGOCuando la música llega a su clímax, Anthony la gira con destreza, solo para volver a atraerla a sus brazos con una elegancia que parece sacada de una película. El final de la canción llega con una nota prolongada. Él la inclina ligeramente hacia atrás, y la sostiene con firmeza mientras ella siente que su mundo se desmorona y se reconstruye al mismo tiempo.Sus labios se rozan, al principio de forma suave, casi como si fuera un accidente. Pero cuando Katherine no se aparta, Anthony no lo duda. La besa con más profundidad, suave y apasionadamente.Ella siente que el tiempo se detiene. La presión de sus labios, el sabor a vino mezclado con algo puramente a Anthony, la calidez de su mano en la cintura… todo se graba en su memoria como una marca indeleble. Cuando se separan, la pelirroja está sin aliento, con los ojos abiertos y llenos de preguntas.De inmediato se aparta, aturdida, con el corazón desbocado. Murmura algo incomprensible y se retira hacia el ba
CAPÍTULO 46: AMBIGÜEDAD—Por favor, te lo suplico… —la voz de Katherine es apenas un susurro vulnerable—… no juegues conmigo.Anthony le acaricia la mejilla con una ternura que desarma cada una de sus defensas. Sus dedos trazan un camino delicado, como si tuviera miedo de romperla. Ella cierra los ojos, como si hacerlo pudiera protegerla de lo que siente. Pero entonces, sus palabras la alcanzan.—No estoy jugando, cara mia.Katherine abre los ojos y se encuentra con los de él, tan oscuros, tan cargados de emociones que no puede descifrar. Su corazón late con tanta fuerza que le duele, y por un momento siente que todo su mundo está girando fuera de control. El calor de su cuerpo cerca al suyo, el leve roce de su aliento, la forma en que sus miradas se sostienen como si nada más existiera... todo la embriaga.Quiere decirle algo, cualquier cosa que le devuelva el control, pero las palabras se atascan en su garganta. Quiere gritarle que no sabe qué está haciendo con ella, que no puede en
CAPÍTULO 47: NOCHEBUENAAnthony la sostiene con fuerza, aunque al mismo tiempo su tacto está lleno de cuidado, como si Katherine fuera tanto suya como algo demasiado precioso para manejarse sin devoción. Sin romper el beso, la lleva hacia la habitación, mientras sus respiraciones se mezclan en un compás que solo ellos entienden.Cuando cruzan el umbral, Anthony patea la puerta para cerrarla. La deposita sobre la cama, pero no le da espacio para escapar. Se inclina sobre ella, atrapándola bajo su cuerpo mientras su mirada la recorre de pies a cabeza con un deseo tan crudo que a Katherine le falta el aliento.—Eres tan malditamente perfecta… y lo sabes, ¿verdad? —murmura.Katherine intenta hablar, pero las palabras mueren en su garganta cuando él desliza una mano por su muslo desnudo, acariciándola con posesión y reverencia. La sensación hace que su cuerpo tiemble, y un suspiro escapa de sus labios.—Anthony… —jadea.Él sonríe contra su cuello, dejando un rastro de besos que arden en su
CAPÍTULO 48: DESPERTAR CON EL MAFIOSOCuando Katherine abre los ojos esa mañana, lo primero que siente es el calor de otro cuerpo junto al suyo que en seguida le hace tener un recuerdo ardiente de la noche anterior. Está completamente desnuda, su piel todavía sigue sensible después de la intensa pasión que compartió con Anthony Salvatore. Había explorado cada rincón de él, lo había saboreado como si el tiempo se detuviera en ese instante, y cada segundo había sido tan erótic0 como embriagador.Lo que la deja sin aliento no es solo el recuerdo de lo que hicieron, sino verlo ahora, acostado a su lado, respirando profundamente, aún dormido. Su cabeza descansa sobre su pecho, donde el ritmo pausado de su corazón resuena bajo su oído. Anthony parece sereno, vulnerable incluso, y Katherine se encuentra incapaz de apartar la vista de semejante hombre, que podría ser la inspiración de cualquier pintor renacentista.Sus dedos se mueven sin pensar, rozando suavemente los tatuajes que decoran su
CAPÍTULO 49: EL DÍA DESPUÉS DE NAVIDADLa sonrisa de Lucy ilumina la sala con una energía tan contagiosa que parece insuflar vida al aire. Cada vez que abre un regalo, su emoción estalla, llenando el lugar de risas y brincos de alegría. Pero, por más radiante que sea, no puede igualar la expresión fascinada de Katherine.Aunque por dentro lucha entre la sorpresa y la preocupación. Cada juguete nuevo que aparece es más extravagante que el anterior, y sus manos vuelven una y otra vez a cubrirse el rostro como si quisiera ocultar su incredulidad.—¿Cómo se te ocurre? —le susurra a Anthony en un tono entre exasperado y divertido—. Esos juguetes deben costar una fortuna. Lo sé bien, trabajé en el supermercado, ¿recuerdas?Anthony le regala esa sonrisa despreocupada que la vuelve loca, y se encoge de hombros como si no fuera nada importante.—¿Qué te hace pensar que los compré en un supermercado o en esas tiendas del centro comercial? —replica, con un destello travieso en sus ojos—. Son jug
CAPÍTULO 50: AYUDAKatherine apenas recuerda cómo conducir, pero el Ferrari responde tan suavemente como si fuera una extensión de su propio cuerpo. El volante se desliza con facilidad entre sus manos, y los asientos de cuero impregnados con un delicado aroma a fresas, parecen envolverse a su alrededor. Sin embargo, no tiene tiempo para admirar los lujos. Su mente está concentrada en la señora Gloria y la extraña llamada que la sacó de casa con tanta urgencia.Mientras conduce, un sinfín de preguntas la atormentan. ¿Qué le habrá pasado? ¿Por qué la puso como su contacto de emergencia? Aunque no recuerda haber hablado mucho con Gloria más allá de las pocas veces que recurrió a ella para que cuidase de Lucy, le parece extraño que la mujer la haya considerado para algo tan importante.Cuando llega a la casa de la vecina, Katherine espera encontrar ambulancias, patrullas de policía o al menos a algún curioso asomándose por las ventanas. Pero la calle está desierta.—¿Será que ya se la lle
CAPÍTULO 51: SOLO ES UNA PESADILLALos gritos de Katherine se ahogan en ese desolado cuarto en el que se encuentra. Sus ojos están empapados de lágrimas y el dolor que le recorrer el cuerpo no se compara con nada que ella haya experimentado antes. Sus muñecas y tobillos le arden de lo mucho que ha intentado desatarse, pero es inútil. El peso de Emanuele encima de ella y los horrores que le está haciendo son imparables, inevitables y lo peor de todo es que son imborrables.Lo único que le queda es cerrar los ojos, suplicar por que Anthony se dé cuenta de que algo anda mal, pero no sucede. Emanuele la usa como si fuese un objeto de su retorcido plac3r y por más que ella grita desesperadamente, él no se detiene hasta saciarse.Una vez que acaba, la deja tirada sobre esa cama. Katherine se enrosca en sí misma, temblando, tratando de ocultar su cuerpo como si eso pudiera protegerla de la humillación. Quiere borrar lo que ha ocurrido, arrancarlo de su memoria. Pero no puede. Lo ocurrido est