CAPÍTULO 112: EL PELIGRO ACECHAKatherine siente el pecho oprimido mientras recorre el departamento con la mirada. Todo está en calma, pero la angustia le impide respirar con normalidad. Sus manos tiemblan levemente cuando se acerca al ventanal y mira hacia la oscuridad de la ciudad, como si de alguna manera pudiera verlo a él desde ahí.Sabe que Anthony volverá. Tiene que hacerlo.Pero la impaciencia la devora. Su corazón martillea contra sus costillas cuando su mirada se desliza hasta el arma sobre la mesa. No puede quedarse quieta. No puede esperar sin hacer nada.—Maldición… —murmura entre dientes, llevándose las manos a la cabeza.Su instinto le grita que algo no está bien. Siente una presión en el pecho, como si una sombra se cerniera sobre ella. Aprieta los labios y toma su celular. No debería llamarlo, sería un error, pero necesita oír su voz, asegurarse de que está bien.Justo cuando su dedo está a punto de marcar su número, alguien golpea la puerta.El sobresalto la paraliza
CAPÍTULO 113: LA INDEFENSA PALOMA SE REBELAKatherine mantiene la espalda pegada contra la pared del armario y la pistola firme entre sus manos. No parpadea, ni siquiera respira. Solo espera.Los pasos de los tipos se escuchan en el pasillo. El rechinar de la puerta del dormitorio eriza su piel. Ya están aquí.Uno de los tipos entra primero. Con un arma lista escanea la habitación con la mirada. Katherine no le da tiempo de reaccionar.Aprieta el gatillo. El disparo se escucha suave, ya que el arma tiene silenciador. La bala le da directo en la cabeza.El hombre se desploma de inmediato, su cuerpo golpea el suelo con un ruido sordo. El segundo sujeto apenas tiene tiempo de levantar su arma cuando Katherine vuelve a disparar.El proyectil le atraviesa el brazo y su arma cae al suelo. El tipo grita, llevándose la mano a la herida, pero ella no le da tregua. Dispara otra vez.La bala se incrusta en su pierna. El hombre grita de nuevo, cayendo de rodillas.Katherine jadea, las manos aun l
CAPÍTULO 114: YO TE PROTEJOAnthony apenas puede ver por su ojo derecho. La sangre caliente resbala por su ceja y gotea hasta su mandíbula. El sabor metálico inunda su boca. Cada músculo de su cuerpo grita de dolor, pero no se permite ceder.Emanuele se pasea frente a él con una sonrisa de satisfacción. El hijo de puta está disfrutando esto.—Vaya, Anthony… mira en lo que has terminado.Su voz destila burla mientras observa su estado deplorable: atado a una silla con las muñecas sujetas por gruesas cuerdas, la camisa rasgada y el rostro hinchado por los golpes.Pero Emanuele no sabe la verdad.Anthony finge estar más jodido de lo que realmente está. La soga que sujeta su brazo derecho está floja, gracias a que, en medio de los golpes, logró aflojar el nudo sin que nadie lo notara. Solo necesita el momento adecuado.—Sabes, me decepciona un poco que Katherine aún no haya llegado. —Emanuele chasquea la lengua, fingiendo pesar—. Creí que la muy idiota saldría corriendo en cuanto supiera
CAPÍTULO 115: LA TRAMPA PERFECTA—¡Manos en alto! ¡Nadie se mueva! —grita el detective Meléndez al irrumpir en el almacén con su equipo de policía.La escena ante él es puro caos, el aire huele a pólvora, sangre y desesperación.Su mirada escanea el lugar con rapidez: Emanuele en el suelo, cubierto de sangre y gritando de dolor, paramédicos apresurándose a contener la hemorragia en su entrepierna. Cuatro de sus hombres sometidos y encerrados en una esquina del almacén.Y luego su mirada se detiene en ellos.Anthony Salvatore, sentado en una silla, cubierto de sangre, con el rostro golpeado y los puños aún tensos. Un policía ya está desatándolo. Pero lo que realmente le hiela la sangre es la silueta de Katherine tendida en el suelo.—¡Katherine! —exclama Meléndez, corriendo hacia ella.No entiende nada. Ella debía estar protegida. Se suponía que estaba bajo vigilancia en un lugar seguro, fuera del alcance de cualquier amenaza, pero ahí está. Desmayada, vulnerable.Saca su radio de inmed
CAPÍTULO 116: EL NUEVO LIDER/LA HERMANA REGRESAAnthony sale del hospital primero a pesar de que su estado es mucho peor, pero eso a él no le importa y mucho menos pretende quedarse encerrado ahí sabiendo que tiene muchas cosas que solucionar. El dolor en su cuerpo es secundario, el hospital lo hace sentirse encerrado, débil. Y él no puede permitirse ese lujo ahora. Las familias de la organización se han dispersado como ratas en un naufragio. Nadie sabe nada. Nadie ha visto nada. Nadie quiere estar en la mira. Temen los Salvatore los arrastren con Emanuele. Él lo entiende. En este mundo, la lealtad es un bien escaso, y la supervivencia está por encima de todo.Cuando regresa a la mansión, no espera encontrar a la sombra del Nonno esperando por él. El hombre, de cabello gris y expresión impenetrable, se mantiene firme en el centro de la sala, como si hubiera nacido en esa casa y no conociera otro hogar.Anthony detiene el paso y lo observa con dureza.—¿Por qué sigues aquí?El hombre e
CAPÍTULO 117: EL HEREDERO SALVATORELa pequeña panza de embarazo de Katherine ya empieza a notarse. La curva de su vientre apenas es visible, pero para Anthony es la cosa más erótica que ha visto en su vida. Cuatro meses de embarazo, cuatro meses de verla transformarse en algo aún más hermoso, en algo suyo, en algo que él creó dentro de ella. Y no podría estar más obsesionado.Esa mañana la encuentra en la cocina, con una taza de té entre sus manos y el cabello desordenado cayendo por su espalda. No lo ha notado aún, y él prefiere disfrutar el momento unos segundos más, devorándola con la mirada, sintiendo cómo el deseo toma el control. Finalmente, se acerca con sigilo y desliza los brazos alrededor de su cintura, atrapándola entre su cuerpo y la encimera.—Buenos días, futura señora de Salvatore —susurra en su oído antes de besar su cuello con lentitud, dejando su lengua rozar apenas la piel sensible.Katherine se estremece al instante, su respiración se entrecorta y un escalofrío de
CAPÍTULO 118: LA PRUEBALa mansión Salvatore se encuentra en un silencio reconfortante cuando regresan del almuerzo. Katherine se siente exhausta, no solo por el día agitado sino también por la emoción de saber que espera un niño. A pesar de que Anthony no lo ha expresado con efusividad, ella ha notado el brillo en sus ojos, la forma en la que su mano se ha posado sobre su vientre con posesividad, como si ya sintiera la responsabilidad de proteger a su hijo incluso antes de que nazca.—Deberías ir a descansar —le dice él con ese tono bajo y firme que no deja espacio para discusiones.Katherine apenas le dedica una sonrisa antes de asentir. Tiene sueño y la idea de recostarse un momento le resulta tentadora.—Tienes razón, me vendría bien un poco de descanso.Lucy, que ha estado hablando sin parar sobre su próximo regreso a clases, anuncia que se encerrará en su habitación a pintar, un pasatiempo que la mantiene ocupada por horas.Cuando ambas desaparecen escaleras arriba, Anthony se d
PREFACIOLa pequeña Lucy corre por los pasillos del centro comercial con el corazón acelerado, los zapatitos hacen eco en el suelo mientras esquiva a los empleados que preparan todo para la gran inauguración navideña. Sabe que está cometiendo una travesura y que seguramente su madre la regañará, pero su determinación es más fuerte que su miedo. Es la única oportunidad que tiene de hablar con Santa Claus antes de que el evento abra sus puertas al público. Mamá trabaja demasiado y no pueden permitirse pagar la entrada, pero eso no apaga su entusiasmo. Lucy sonríe con ilusión, imaginándose la cara del gran abuelito de rojo y su famosa barba blanca.Con el corazón latiéndole a toda velocidad, Lucy llega al escenario improvisado, que parece salido de un cuento mágico. Las luces parpadean en tonos cálidos, las guirnaldas verdes y doradas caen con elegancia, y un enorme trono dorado ocupa el centro, rodeado de regalos envueltos en papeles brillantes. Por un momento, la pequeña se detiene a c