Capítulo 28

{APRIL}

Me abracé a mi misma cuando la brisa fría me golpeó erizado cada vello de mi cuerpo. Seguí intentando por segunda vez comunicarme con alguno de los chicos pero ninguno respondió mi llamada, así que no me quedo de otra buscar entre los contactos el nombre de la gota de agua que me iba a matar por interrumpir su polvo.

Pero antes de eso yo iba a matar a los chicos por dejarme sola.

Escuché unos pasos venir a mi dirección y bufé girando mi cuerpo con toda la intención de matar a esos tontos por dejarme solo, pero mis palabras se quedaron en mi boca al darme cuenta que la persona que estaba cerca de mí no era ninguno de mis primos ni amigos.

Rodé los ojos al ver al hombre que antes el cual tenía una mirada peligrosa sobre mí pero lo ignore pues ese hombre no le tenía miedo y no estaba en sus cabales por lo que lo ignore. Di una media vuelta ignorando su presencia buscando el número de Jeremy. Me sorprendí cuando el hombre me agarró el brazo con fuerza y me acercó a su cuerpo.

— Pero qué — el celular que tenía en las manos cayó al suelo y solo esperaba que no se hubiera roto.

— ¿Quién te crees que eres?— musitó el hombre sujetando con más fuerza de la necesaria mi brazo.

— Maldición idiota suéltame — gruñí moviendo mi cuerpo para poder liberarme pero él no cedía.

— No lo haré — respondió seguro colocando su brazo en mi cintura pegando mi cuerpo más con el suyo y sentí mucho asco — me debes una, y deberás pagarla.

Me paralice al sentir su boca agarrar la mía sin permiso y gruñí del dolor cuando sus dientes pegaron contra mis labios. Mi corazón se aceleró e intenté liberarme pero no tenía la fuerza para alejarme, quise vomitar cuando lamió mis labios intentando meter su lengua en mi boca su aliento a diferentes tipos de bebidas con otras sustancias mezcladas eran de lo peor los apreté evitando que lo hiciera. Sentí la impotencia y el miedo me consumió pues no quería seguir siendo besada a la fuerza ni mucho menos tener a un hombre como él.

Intenté empujarlo, levantar mi rodilla para darle en sus testículos; no obstante, él me tenía de una manera sujeta que evitaba que lo hiciera y sentí mucho más asco y terror al sentir su erección contra mi estómago.

Sentí terror tan solo imaginar lo que pasaría sino me soltaba.

De pronto el hombre fue halado de mi cuerpo y cubrí mi boca de la sorpresa que me llevé cuando de un golpe en su mejilla cayó al suelo. Creí por unos instantes que mi salvador sería Jeremy o Mickell pero fui demasiado ilusa de nuevo al creer eso pues de verdad me habían dejado sola.

Me tense viendo al hombre que estaba en el suelo siendo golpeado por un hombre que conocía bien como también jamás creí que estaría de nuevo dos veces en el mismo lugar ni mucho menos haberme salvado de un abusador.

Ethan

Él seguía golpeando al sujeto con tanta fuerza que tuve miedo de que lo asesinara.

—  Ethan detente — pedí. El hombre debajo de él no se estaba moviendo y su rostro estaba con sangre que salía de su nariz y ceja rota — ¡Ethan!

Mis ojos se cristalizaron asustada pues no sabía que hacer para detenerlo, Collins no tenía intenciones de detenerse por lo que necesitaba encontrar una manera.

— Carajo — Jeremy llegó hasta nosotros y quitó al pelinegro del cuerpo del hombre.

No sentí pena por el abusador pues se lo tenía merecido pero tampoco quería que Ethan se volviera un asesino. Ethan tenía su respiración acelerada y me abracé a mi misma intentando tranquilizarme de lo que pasó hace segundos. Mi cuerpo se tensó cuando sentí uno brazos rodear mi cuerpo y mi corazón se aceleró al sentir su perfume como su calor.

— Tranquila ahora estás a salvo — las lágrimas cayeron por mis mejillas al escuchar su voz y me abracé de su cuerpo sujetándome con fuerza sintiendo que me iba a caer. Ethan me abrazó con más fuerza dándome la fuerzas que necesitaba, puso su barbilla sobre mi cabeza y hundí mi cara en su pecho.

— Linda ¿estás bien? — preguntó Jeremy

Asentí — Sí — respondí separándome del cuerpo del pelinegro, secando mis mejillas.

— Que alivió — suspiró tocando su estómago — si te pasa algo no me lo habría perdonado, y sé que sería mi funeral por Mickell — se pasó la mano por el cabello y miro al hombre que estaba en el suelo — creo que te llevare a casa, pero primero llamare a una ambulancia.

— ¿Quién eres? — preguntó Ethan receloso y sus ojos celestes se desplazaron de su celular al pelinegro.

Jeremy achino sus ojos y se incorporó para verlo mejor.

— Esa sería mi pregunta también — alzó una ceja.

No podía creer que olvido informar al hombre herido para concentrar en Ethan y tomar la posición del primo protector.

— Primo de Bennett casi hermano ¿ y tú?

— Mucho gusto — casi caigo sentada sobre el suelo observando sin poder creer la rapidez que tenía ese hombre para cambiar su comportamiento — Ethan — extendió su mano y mi primo la estrechó.

No deberías sorprenderte, ya sabes que es un bipolar.

Mi conciencia tenía razón pero seguía sorprendiéndome como la primera vez.

— Estoy bien tranquilo — dije cuando sus ojos metálicos me examinaron. Jeremy estaba hablando por teléfono. — pero tengo una pregunta — lo miré a los ojos e intenté leerlos pero como siempre era indescifrable. — cómo llegaste tan rápido, digo, cómo sabías que estaba aquí.

— Tengo la mala suerte de encontrarte — no sé si debía sentirme halagada o molesta.

Mientras nuestras miradas seguían conectadas sentía como si solo nosotros dos estuvieran debajo del cielo oscuro y la fría noche. Su aliento me decía que también había bebido pero a diferencia del abusador seguía oliendo a menta y necesitaba que me diera su receta. Sus ojos metálicos eran tan hermosos e hipnotizante, sus labios estaban rojos y quería saborear cada bebida que paso por su garganta.

Que enferma.

— Bueno ya vienen de caminó — la voz de Jeremy hizo que rompiera esa conexión y saliera de mi transe — me tocara llevarte — guardo su celular y note en ese suspiró que la idea le molestaba y sabía su razón.

— Yo la llevaré— ambos volteamos a ver a Ethan pero a diferencia de mi primo a mí casi se me rompe el cuello — así puedes seguir divirtiéndote.

No podía creer lo que estaba escuchando y la idea de estar a solas de nuevo con él hizo que mis nervios se pusieran de punta. Le suplique con la mirada al castaño para que no me dejará sola ni aceptará esa propuesta pues tenía demasiado alcohol en mi cuerpo — que primeramente era su culpa — y estar con ese hombre no era una buena idea y menos en mi condición.

— En serio — Jeremy dibujó una sonrisa de oreja a oreja — gracias hermano te lo pagaré — dicho eso me dio un abrazo — cuídala, si le haces algo juró que encontraré tu casa y te castrare.— Ethan asintió y me dio un beso como despedida. Hecho eso se dio la vuelta, entrar al club ignorando mis peticiones.

En todo el recorrido fue un incómodo silencio pues no me atreví a decir nada y él tampoco lo hizo. Admito que seguía molesta por lo que ocurrió horas atrás en el cine y que me salvará no lo compensa pues era dos temas completamente diferentes. Estaba feliz de verlo de nuevo, tenerlo cerca y por unos instantes no querer asesinarnos por lo que intenté mantenerme firme aunque el alcohol hiciera sus efectos secundarios. Me recosté a la ventana observando la hermosa noche, la brisa era fría por lo que empañaba el vidrio así que con la punta de mi camisa limpié la humedad. Por momento podía sentir los ojos de mi jefe sobre mi y eso me ponía más nerviosa pero no me quejaba pues en ocasiones también lo observaba de soslayo viendo como manejaba el tercer coche clásico. Pegué mi cabeza contra el vidrio y descanse la vista pues me sentía cansada de todo lo que había pasado y sin esperarlo me quedé dormida, por unos instantes sentí algo cálido sobre mi cuerpo pero no abrí mis ojos.

Un movimiento me despertó, abrí mis ojos lentamente tomándome con unos ojos grises hermosos. Dejé de respirar y me sorprendí y tragué saliva algo nerviosa incorporándome en el asiento para ver dónde estaba. Me abracé al sentir una brisa fría que provenía desde afuera gracias a la puerta del auto que estaba abierta donde Ethan se encontraba y en ese instante me di cuenta de lo que me cubría. ¡Oh por Dios!

— Levántate — dejé de ver su saco cuando demandó incorporándose — sé que no querrás que te cargue.

Qué comes que adivinas. Bufé y me levanté acomodando su saco alrededor de mis hombros pues tenía mucho frío y ni loca se lo daría. Lo seguí hasta su departamento sin decir ni una palabra pues como siempre no era necesario y él chico al parecer no tenía ganas de hablar. Cerré mi boca para que el pelinegro no viera mi sorpresa al entrar a su departamento y ver lo hermosa que era ese lugar — casas de ricos — pensé caminando lentamente como si no quisiera ensuciar el lugar pues todo estaba en su lugar y brillante aunque quizás solo era mi imaginación.

El departamento era de dos plantas, en el living tenía un sillón de cuero color coral, paredes con algunos cuadros y a lo lejos se observaba que una de las paredes era hecha de vidrio y me dio curiosidad en ir a ver que se encontraba al otro lado.

— Sígueme — de nuevo emitió tajante y me molestaba que comportara todo el tiempo tan molesto e invivible.

Subimos las escaleras directo a la segunda planta. Mis ojos no se separaron de su espalda y toda la parte trasera de su cuerpo era igual de perfecta como de frente.

—  Dormirás está noche aquí — abrió una de las puertas quedando en el umbral con su mano en la perilla,  sin decir nada entré a ella pues no tenía ganas de decir una palabra.

Hice el ademán de preguntarle porque me trajo aquí y no me llevo a casa pero el muy maldito cerro la puerta dejándome con las preguntas. Estudié la habitación y me tumbe en la cama la cual era suave y caliente intentando comprender a ese hombre.

Imposible, pero sería más cómoda si estuviera él acostado a tu lado.

Di un suspiro largo y me acomode para dormir.

《_◇_》

Rasque mis ojos y me senté en la cama con toda la pereza del mundo. Di un suspiro pesado y abrí mis ojos entrecerrándolos un poco gracias a la calidad. Parpadeé viendo la puerta marrón de madera fina frente de mí y deslice mis ojos azules encontrando un escritorio pequeño del mismo color en una esquina.

— Escritorio — susurre dando un bostezo.

¿Qué?

Giré de nuevo viéndolo detalladamente y me asusté al darme cuanta que no estaba en mi habitación.

Me levanté de la cama y mis ojos se quedaron clavados en el saco que al parecer sirvió como mi almohada. ¡Pero que demonios! Salí de esa habitación con colores para nada llamativos y cuando iba en medio pasillo algo pegó contra mi frente trayendo vagos recuerdos.

Me pegué a la pared deseando que la tierra me tragara pues no era posible que de nuevo estuviera en la casa de un hombre, pero este no era cualquier hombre, era mi idiota jefe.

Creo que tendré que dejar de beber.

Seguí mi camino pues necesitaba irme de ese lugar lo más antes posible, antes de que me encontrara al dueño. Baje las escaleras con mucho cuidado, con sigilo procurando no encontrarlo seguí mi camino hasta la puerta

Sera mejor que me vaya antes de que me vea.

Tenía la mayor suerte de no encontrarlo y lo que agradecía, quizás no se encontraba.

—  ¿A dónde crees que vas? — peque un respingo soltando el cerrojo al escuchar su voz a mis espaldas.

Me gire lo más despacio que pude encontrando al hombre del cual huía parado a mis espaldas con los brazos cruzados, esos ojos color tormenta sobre los míos y su ceja arqueada esperando una respuesta de mi parte. Ethan Collins en esa posición era demasiado para mi vista, su cabello negro estaba desordenado y húmedo mostrándome que acaba de ducharse, vestía con un pantalón blanco y una camisa gris que resalta sus bellos ojos.

 — Ah, yo — señalé la puerta — ya me voy — mordí mi labio por lo tonta que fui al tartamudear.

Ethan dio un suspiro y colocó sus manos en los bolsillos.

—  Te llevare a tu casa, pero primero vamos a desayunar — no esperó como siempre mi respuesta y comenzó a caminar.

No supe si ir detrás de él o marcharme. Suspiré rendida y lo seguí pues no me quedaba de otra. Me sorprendí al ver la hermosa cocina que tenía ese hombre en su casa, podía decir que una persona que no le gustará cocinar teniendo una cocina como esta aprendería y no se negaría.

Me senté en la banca de la isla, admirando cada pequeño detalle de ese lugar. Deje de inspeccionar cuando un plato fue depositado frente de mí, me tense cuando el pelinegro se sentó en la banca junto a mi con su propio plato.

— Come — me tense pues no me gustaba comer con otras personas las cuales no estuviera acostumbrada. Tragué saliva viendo el desayuno en mi plato y con cuidado tomé el tenedor para llevar el tocino a mi boca evitando hacer ruido al comer o ensuciar la isleta.

Ambos comíamos en silencio, de soslayo apreciaba la tranquilidad de ese hombre mientras comía y me resultaba sorprendente que ese hombre aún comiendo se mirase hermoso, sexy, atractivo y perfecto. Ethan la noche anterior resulto ser como siempre el hombre bipolar cambiando sus facetas, y ahora parecía que no mataba ni una mosca cuando la noche anterior casi mata a un hombre a golpes.

— Será mejor que sigas comiendo — sentí como mis rostro se calentó y dejé de verlo para seguir con mi desayuno.

¡Diablos!

— Puedo hacerte una pregunta — él asintió sin pensarlo — ¿por qué estoy aquí? Se supone que me llevarías a casa.

— Iba hacerlo pero supuse que no tendrías a nadie para que te acompañara y después de lo que paso creí que no querrías estar sola — pero tampoco me preguntó. Seguí con mi comida — ahora responde la mía — fruncí mi ceño — ¿Quién es Marcos?

La comida se fue por el camino equivocado y comencé a toser como loca.

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