Las dos líneas eran rojas y claras en las cuatro pruebas de embarazo.
Vivienne estaba embarazada y una de las pruebas mostraba su estado. Estaba de ocho semanas. Lo que dejaba claro que el padre nunca fue, gracias a Dios, Matthew. El padre era definitivamente Vittorio.Hacía poco más de dos meses que había conocido al italiano en Mónaco y había pasado una semana con él practicando sexo todos los días sin preocuparse de las consecuencias.Y cuando Vittorio vino a buscarla a Nueva York, tuvieron relaciones sexuales varias veces más.
Se quedó embarazada en Mónaco. Ya estaba embarazada cuando lo dejó en Niza y volvió a casa.Estaba embarazada de Vittorio y ahora Francesca, su madre, lo sabía y parecía radiante y preocupada al mismo tiempo mientras miraba las pruebas positivas sobre la mesa. Cuando Francesca vio la duraciónVittorio se quedó de pie, mirando fijamente a Vivienne a los ojos, como si pudiera descifrar todos los pensamientos que rondaban su mente en aquel momento. El ambiente que les rodeaba estaba cargado de una expectación palpable, como si el futuro se desplegara ante ellos de forma impredecible.- Independientemente del tiempo que tarde, lo que de verdad importa es que este bebé es una verdadera bendición, un regalo del destino que nos ha unido de una forma única. - proclamó Vittorio con convicción, apoyando suavemente la mano en el vientre de Vivienne.Un escalofrío le recorrió la espalda al sentir su cálido contacto. La realidad de la situación empezó a asentarse y una sensación de calma fue sustituyendo a la agitación inicial.- Sólo quiero que sepas que no estás sola en esto. Somos un equipo, Principessa, y afrontaremos todos los retos juntos. - Vittorio continuó, sus ojos transmitían un profundo compromiso.Vivienne asintió, agradecida por la comprensión y el apoyo que le ofrecía. A
La mañana siguiente amaneció suave en casa de los Gotti. Vittorio, con una amable sonrisa, preparó cuidadosamente una bandeja de desayuno con cruasanes frescos, fruta jugosa y el tentador aroma del café recién hecho. Con el tacto de quien desea mimar, llevó la bandeja al dormitorio donde descansaba Vivienne.- Buenos días, Principessa. Espero que tenga hambre. - dijo Vittorio, entrando en la habitación con la bandeja adornada.Vivienne, aún acomodándose en las almohadas, sonrió ante el gesto cariñoso de Vittorio. La mañana parecía adquirir un brillo especial bajo la suave luz que inundaba la habitación.- Buenos días, Vittorio. Esto es maravilloso, gracias. - Le dio las gracias, sintiéndose realmente bendecida por su generosidad y atención.Mientras compartían el desayu
El tranquilo ambiente de la casa de los Gotti se vio momentáneamente interrumpido por el insistente sonido del teléfono. Vivienne, que disfrutaba de un café vespertino en compañía de Francesca, frunció el ceño al contestar la llamada. Era Angelica, su antigua secretaria del antiguo despacho de su abuelo, y la tensión era evidente en su voz.- Vivienne, necesitaba hablar contigo. Paul Barker se está moviendo entre bastidores, intentando apoderarse de la oficina por completo. Y lo peor es que Matthew también está involucrado.Vivienne sujetó su taza con fuerza, con la preocupación nublándole los ojos.- ¿Qué están planeando, Angélica?El ex secretario dudó un momento antes de revelar la gravedad de la situación.- Descubrí unos archivos
La habitación quedó sumida en la oscuridad cuando Vivienne, con la tensión pesándole sobre los hombros, decidió compartir con Vittorio los inquietantes descubrimientos que Angélica le había revelado. Respiró hondo, eligiendo sus palabras con cuidado, consciente del impacto que tendrían.- Vittorio, tenemos que hablar. Paul Barker y Matthew están tratando de quitarnos todo. Están manipulando, robando, y no puedo permitirlo más.Vittorio, normalmente sereno, sintió una ira creciente ante la traición. Sus ojos brillaban con una intensidad que Vivienne nunca había visto.- Voy a matar a Matthew. No se saldrá con la suya después de eso.Vivienne, sosteniéndole la cara entre las manos, miró los ojos furiosos de Vittorio.- No, Vittorio. Matar no resolver&
Su llegada a Nueva York estuvo marcada por la urgencia y la determinación que se cernían sobre Vivienne. La ciudad, antaño conocida por sus altísimos rascacielos, parecía ahora el escenario de una batalla entre el bien y el mal, la justicia y la corrupción. Vittorio y Nicola, junto con Vivienne y Francesca, formaban una unidad familiar, dispuesta a afrontar los retos que se avecinaban.Decidida a enfrentarse a Paul Barker, Vivienne concertó una cita con Benjamin Jones, su nuevo socio. El despacho, silencioso e imponente, sería ahora el escenario de una conversación que cambiaría el curso de los acontecimientos.- Benjamin, tenemos que hablar. Paul Barker está intentando robar todo lo que hemos construido. Malversación, transacciones ilegales, es una auténtica pesadilla. - compartió Vivienne, su mirada seria reflejaba la gravedad de la situación.Benjamin, hom
Cuando Vivienne salió del despacho recién abierto con Benjamin, una oleada de náuseas la golpeó, una reacción física a la avalancha de información que le habían arrojado. Alguien había asesinado a su abuelo, y esta sorprendente revelación le pesaba en el estómago como una losa. Con un pesado suspiro, se dirigió al coche, sintiendo el peso del secreto que ahora cargaba sola.Al subir al coche, Vivienne empezó a procesar la información en un torbellino mental. La noticia de un posible asesinato en su familia era abrumadora, pero la necesidad de mantenerlo en secreto, al menos por el momento, la consumía. Condujo por las calles de la ciudad, perdida en oscuros pensamientos que amenazaban con engullirla.Recuerdos de la graduación, de aquel fatídico día en que Richard murió en sus brazos, inundaron su mente. Revivió cada detalle, desde los aromas envolventes hasta las voces que la rodeaban, la música de aquella noche y las sonrisas orgullosas de su familia. El olor del perfume de su abuel
Vittorio, con la adrenalina corriendo por sus venas, sacó a Vivienne del coche inconsciente y la cargó en brazos. Su expresión era una mezcla de preocupación y determinación mientras la llevaba hacia la acera. Enzo, con el rostro aún marcado por el sueño, apareció en la puerta al oír el ruido del accidente. Sus ojos se abrieron de par en par al verlo, e inmediatamente corrió a ayudar.- ¿Qué ha pasado, Vittorio? - preguntó Enzo, mientras ya tenía el móvil en la mano, marcando la ambulancia. - Rápido, necesitamos ayuda.La ambulancia llegó en cuestión de minutos, con las luces parpadeando en una sinfonía de urgencia. Los paramédicos tomaron el control de la situación, colocando cuidadosamente a Vivienne en la camilla. Vittorio, a su lado, no podía apartar los ojos de su rostro pálido
En la habitación del hospital, Vivienne sintió que el peso de una conversación seria se cernía sobre ella. Mirando a los ojos de su padre, Orfeo, dijo seriamente:- Papá, tenemos que hablar.Orfeo, dándose cuenta de la seriedad en la expresión de su hija, asintió, preocupado:- Por supuesto, cariño. ¿Sobre el bebé?Vivienne dudó un momento antes de negar con la cabeza.- No, papá. Se trata de algo mucho más serio. - Respiró hondo, preparándose para compartir un secreto que la había estado atormentando.Curioso y aprensivo, Orfeo preguntó:- ¿De qué se trata, Viv?Miró a su padre con expresión seria y dijo:- Sobre el abuelo.