La habitación quedó sumida en la oscuridad cuando Vivienne, con la tensión pesándole sobre los hombros, decidió compartir con Vittorio los inquietantes descubrimientos que Angélica le había revelado. Respiró hondo, eligiendo sus palabras con cuidado, consciente del impacto que tendrían.
- Vittorio, tenemos que hablar. Paul Barker y Matthew están tratando de quitarnos todo. Están manipulando, robando, y no puedo permitirlo más.
Vittorio, normalmente sereno, sintió una ira creciente ante la traición. Sus ojos brillaban con una intensidad que Vivienne nunca había visto.
- Voy a matar a Matthew. No se saldrá con la suya después de eso.
Vivienne, sosteniéndole la cara entre las manos, miró los ojos furiosos de Vittorio.
- No, Vittorio. Matar no resolver&
Su llegada a Nueva York estuvo marcada por la urgencia y la determinación que se cernían sobre Vivienne. La ciudad, antaño conocida por sus altísimos rascacielos, parecía ahora el escenario de una batalla entre el bien y el mal, la justicia y la corrupción. Vittorio y Nicola, junto con Vivienne y Francesca, formaban una unidad familiar, dispuesta a afrontar los retos que se avecinaban.Decidida a enfrentarse a Paul Barker, Vivienne concertó una cita con Benjamin Jones, su nuevo socio. El despacho, silencioso e imponente, sería ahora el escenario de una conversación que cambiaría el curso de los acontecimientos.- Benjamin, tenemos que hablar. Paul Barker está intentando robar todo lo que hemos construido. Malversación, transacciones ilegales, es una auténtica pesadilla. - compartió Vivienne, su mirada seria reflejaba la gravedad de la situación.Benjamin, hom
Cuando Vivienne salió del despacho recién abierto con Benjamin, una oleada de náuseas la golpeó, una reacción física a la avalancha de información que le habían arrojado. Alguien había asesinado a su abuelo, y esta sorprendente revelación le pesaba en el estómago como una losa. Con un pesado suspiro, se dirigió al coche, sintiendo el peso del secreto que ahora cargaba sola.Al subir al coche, Vivienne empezó a procesar la información en un torbellino mental. La noticia de un posible asesinato en su familia era abrumadora, pero la necesidad de mantenerlo en secreto, al menos por el momento, la consumía. Condujo por las calles de la ciudad, perdida en oscuros pensamientos que amenazaban con engullirla.Recuerdos de la graduación, de aquel fatídico día en que Richard murió en sus brazos, inundaron su mente. Revivió cada detalle, desde los aromas envolventes hasta las voces que la rodeaban, la música de aquella noche y las sonrisas orgullosas de su familia. El olor del perfume de su abuel
Vittorio, con la adrenalina corriendo por sus venas, sacó a Vivienne del coche inconsciente y la cargó en brazos. Su expresión era una mezcla de preocupación y determinación mientras la llevaba hacia la acera. Enzo, con el rostro aún marcado por el sueño, apareció en la puerta al oír el ruido del accidente. Sus ojos se abrieron de par en par al verlo, e inmediatamente corrió a ayudar.- ¿Qué ha pasado, Vittorio? - preguntó Enzo, mientras ya tenía el móvil en la mano, marcando la ambulancia. - Rápido, necesitamos ayuda.La ambulancia llegó en cuestión de minutos, con las luces parpadeando en una sinfonía de urgencia. Los paramédicos tomaron el control de la situación, colocando cuidadosamente a Vivienne en la camilla. Vittorio, a su lado, no podía apartar los ojos de su rostro pálido
En la habitación del hospital, Vivienne sintió que el peso de una conversación seria se cernía sobre ella. Mirando a los ojos de su padre, Orfeo, dijo seriamente:- Papá, tenemos que hablar.Orfeo, dándose cuenta de la seriedad en la expresión de su hija, asintió, preocupado:- Por supuesto, cariño. ¿Sobre el bebé?Vivienne dudó un momento antes de negar con la cabeza.- No, papá. Se trata de algo mucho más serio. - Respiró hondo, preparándose para compartir un secreto que la había estado atormentando.Curioso y aprensivo, Orfeo preguntó:- ¿De qué se trata, Viv?Miró a su padre con expresión seria y dijo:- Sobre el abuelo.
- Me gustaría que todos dieran un gran aplauso a la ponente de la clase de Derecho, Vivienne St James. El decano de Harvard la llamó por su nombre y Viv se levantó, alisándose el pelo y caminando con sus tacones negros de Jimmy Choo con un lazo en la parte de atrás. El vestido rojo de la oradora hacía juego con el carmín rojo de sus labios. Con despreocupación, subió al escenario y se dirigió al púlpito para comenzar su discurso. - Señoras y señores, queridos profesores y compañeros de promoción, buenas tardes. - Viv empezó a hablar, atrayendo la atención de los presentes. Inmediatamente sonrió, fijándose en sus padres, sus hermanas, su prometido y su querido abuelo en primera fila. - Me gustaría empezar este discurso dando las gracias a la persona más importante presente hoy aquí, mi querido abuelo, Richard St James. Sin sus enseñanzas y su tenacidad desde que era una niña, hoy no me estaría graduando. - dijo sonriendo a su abuelo. Viv continuó su discurso durante veinte minuto
Dos meses después, Vivienne y Matthew ya habían planeado la boda de sus sueños. Se anunciaba en todos los periódicos y páginas de cotilleos, mientras que los derechos de sucesión se habían congelado hasta el momento y la empresa familiar seguía en manos del actual director general, que al parecer estaba al tanto de todo y había asegurado a los St James que nada cambiaría.La cuestión es que Viv ya tenía un trabajo como asociada en la empresa desde su segundo curso en Harvard y Jonathan Mayfield era un hombre de confianza de su abuelo, que nunca haría nada que perjudicara a la empresa o a la familia.El acuerdo era que Viv asumiría el cargo de abogada del bufete tras regresar de su luna de miel con Matthew, al igual que él, que ya llevaba dos años como abogado del bufete.Después de redactar el acuerdo prenupcial, que dejó a Matthew molesto porque pensaba que la separación de bienes era absurda, ya que era tan rico como Viv, la organización de la boda iba según lo previsto.Iban a casa
Viv y Anna se instalaron en la misma habitación del hotel. La habitación había sido originalmente para el señor y la señora von Allsburg, pero como la boda se había ido al garete, las dos optaron por compartirla y disfrutar de su luna de miel. Llegaron por la mañana y Viv quería disfrutar del mar de Liguria, del sol y de todo lo que su familia había pagado por su luna de miel.Dejaron las maletas en la habitación, que tenía una hermosa vista del mar.- Dios mío, ¡me muero de hambre! - dijo Anna mirando a Viv, que ya estaba abriendo su maleta y sacando un diminuto bikini blanco.- Tomemos un café en la playa, así disfrutaremos del sol todo el día. - Contestó ella, y luego entró en el cuarto de baño.Tras cambiarse de ropa, los dos bajaron a la piscina y se dirigieron a la playa reservada al hotel, dejando las maletas sobre la mesa y tumbándose en una de las tumbonas.Anna pidió el desayuno para los dos y se lo sirvieron allí mismo, con todo lo que les correspondía.Viv se quedó pensati
Vittorio Gotti estaba en el acto, rodeado de gente importante y aburrido de las conversaciones vacías sobre negocios e inutilidad. Su mirada se clavó en Vivienne en cuanto entró en la sala junto a Anna. Fue como si el mundo entero se ralentizara y su presencia se convirtiera en el único punto focal de la multitud.Se quedó hipnotizado cuando vio entrar a Vivienne con aquel vestido rojo, derrochando sensualidad y belleza allá por donde pasaba. Sus ojos no podían apartar la vista de aquella figura exuberante y cautivadora que desfilaba con tanta seguridad. Su corazón se aceleró y sintió una conexión instantánea, como si el destino hubiera cruzado sus caminos en aquel momento.Marco notó el cambio en el semblante de Vittorio y esbozó una pequeña sonrisa maliciosa. Conocía muy bien a su amigo y sabía que aquella mirada significaba problemas, sobre todo cuando se trataba de mujeres tan bellas como aquella.- Parece que has encontrado algo interesante con lo que disfrutar, ¿verdad? - se bur