Capítulo 347
Leticia asintió repetidas veces, con una expresión extraña en su rostro:

—La verdad, Sr. Cipriano, con que no nos cause problemas ya es suficiente. ¿Cómo podríamos culparlo?

—¡Exacto, exacto! Sr. Cipriano, por favor levántese. Mire todo lo que ha sangrado. Voy a buscarle una tirita.

Yolanda corrió rápidamente hacia el dormitorio para buscar en el botiquín.

—¿Una tirita?

Una mueca cruzó el rostro de Cipriano.

"¿Tiritas? Me he cortado dos dedos, ¿de qué sirve una maldita tirita?"

—Sr. Cipriano, ¿por qué no va al hospital? La sangre parece no detenerse —sugirió Leticia.

—Srta. Leticia, ¿eso significa que me ha perdonado?

La cara de Cipriano se llenó de esperanza.

—Supongo que sí, solo no vuelva a molestarme.

Leticia asintió.

—¡No hay problema, no hay problema! Me iré inmediatamente y nunca volveré a cruzarme en su camino.

Cipriano estaba eufórico. Hizo una profunda reverencia a Pedro y a Leticia, y luego huyó precipitadamente con su gente.

—¡Sr. Cipriano! ¡Su tirit
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