Capítulo 327
—No se preocupen, si actúo, asumo las consecuencias yo solo. No los arrastraré a ustedes. Claro, si tienen miedo, pueden irse antes y haré como que no he visto nada —dijo Pedro con indiferencia.

Sus escasas palabras lograron humillar a Isidoro y a Cristóbal.

Sobre todo, la mirada de las tres mujeres los hizo sentir como si tuvieran la cara en llamas.

Ser menospreciados por un simple médico era una auténtica deshonra.

—¡Joven! ¡Estás condenado! ¡Todos ustedes están condenados! —gruñó un hombre de mediana edad levantándose del suelo, con un semblante cada vez más siniestro.

—¿Quién está condenado? ¿Puedes repetirlo? —Pedro levantó la mano y le asestó otra serie de bofetadas.

—Tú...

El hombre de mediana edad abrió la boca para hablar, pero antes de que pudiera hacerlo, recibió otra fuerte bofetada que lo dejó inconsciente.

Renata y las demás quedaron estupefactas.

Nadie esperaba que Pedro fuese tan audaz, golpeando con tal severidad a un miembro de la familia Guzmán. ¿Acaso no valoraba
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