Capítulo 31
Mediodía.

Pedro llegó en coche a la casa de la familia García.

La familia García residía en pleno corazón de la ciudad, en una casa no muy grande con un pequeño jardín repleto de flores y plantas.

Cuando Pedro bajó del coche, lo primero que vio fue a Leticia en la entrada.

Tenía la intención de hacer como que no la había visto, pero antes de entrar, fue detenido por su voz.

—¡Detente! ¡Tengo algo que decirte!

—¿Qué quieres?

Ambos se dieron la espalda, mirando al vacío.

—Mi abuelo ha estado un poco enfermo últimamente, así que aún no le he contado lo de nuestro divorcio para no alterarlo.

—¿Crees que puedes ocultarle algo así?

—Después de las fiestas, encontraré la oportunidad de decirle, ¡pero no hoy!

—Hmm, entiendo. ¿Hay algo más?

—No. —dijo fríamente Leticia y entró a la casa sin mirar a Pedro.

Desde el principio hasta el final, ambos actuaron como si fueran extraños.

Pedro tomó una profunda respiración y, sosteniendo una botella de vino, entró.

Al entrar en la sala, descubrió que ya
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