Capítulo 242
—¡Buscas la muerte!

El anciano de nariz aguileña, finalmente irritado, ya no se contuvo.

Saltó al aire y lanzó una serie de patadas que se convirtieron en innumerables sombras, dirigiéndose hacia Pedro.

Este ataque no era un golpe punto a punto, sino que cubría todas las direcciones.

No había escapatoria; era difícil de defender.

—¡Chico! ¡A ver dónde te escondes ahora!

Las sombras de las piernas del anciano de nariz aguileña se multiplicaron, extendiéndose cada vez más.

Pedro, a quien tenía enfocado, simplemente se quedó de pie, inmóvil.

—Ya está decidido.

Adolfo sacudió la cabeza, preparándose para irse.

La agilidad de Pedro, de hecho, lo había sorprendido.

Sin embargo, frente a un experto de la talla de dios pierna, era insuficiente.

¿De qué sirve ser ágil si tu oponente ataca desde todos los ángulos?

Ante un poder absoluto, todos los trucos son en vano.

De repente, se escuchó una explosión en la arena.

Luego, todas las sombras de piernas desaparecieron.

Y la pierna del anciano de n
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