Capítulo 248
Viendo a Adolfo con los ojos llenos de lágrimas rojas, Pedro no pudo evitar sentir algo de compasión.

Haber sido usado por su propio maestro era suficiente; encima, le habían robado a su prometida.

Era realmente desolador.

El odio por haberle quitado su esposa era insufrible.

Cualquier persona encontraría inaceptable un evento como este.

¿Quién podría haber imaginado que el líder de la Puerta de Basalto sería alguien tan despiadado?

—Deberías curarte. Una vez que te hayas recuperado, reclama lo que has perdido.

Pedro le dio una palmada en el hombro.

—Mis heridas... nunca sanarán...

Adolfo manifestó una mirada llena de desesperación y angustia.

—Mi abdomen está destruido, mis canales energéticos están dañados y he perdido toda mi energía interna. No tengo ninguna capacidad para vengarme. ¡Ahora soy un inútil! ¡Un inútil de principio a fin!

Apretó sus puños con fuerza, las uñas perforando su carne, y sangre fresca empezó a fluir.

¿Cómo no iba a desear venganza?

¿Cómo no iba a querer just
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