Capítulo 277
Las chicas adoran los dulces, pero muchas de ellas tienen una constitución que les hace engordar fácilmente, así que a menudo miran los dulces con deseo, pero sin atreverse a comerlos sin restricciones.

María observó con cariño a Antonia disfrutar de su comida, y su afecto por ella se hizo aún más profundo:

—¿Qué tal si te preparo el almuerzo yo misma hoy?

—¡Me encantaría!

—¿Qué te gustaría comer?

—¡Pescado!

—Perfecto, ¿qué te parece si hago pescado en salsa de tomate?

—¡Sí! —Antonia asintió entusiasmada. Ella realmente ama el pescado en salsa de tomate.

María la miraba, y cuanto más la observaba, más le gustaba, la sonrisa en sus ojos se volvía cada vez más intensa.

—Toma un par de pastelillos más, y almorzaremos un poco más tarde.

—Está bien.

Ver a Antonia comer con la inocencia de un niño de tres años le daba a quien cocinaba una sensación especial de satisfacción.

...

Después de dejar la mansión, Isabel llamó para que le informaran sobre el paradero de Delicia. Joya Eterna, ¡qué
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