Ahora que se ha revelado la relación de esta sobrina suya, aquellos con intenciones ocultas inevitablemente podrían retroceder y buscar alternativas. Por lo tanto, también debía ser cautelosa. Néstor, al ver su astucia, se sintió mucho más tranquilo. Luego, le pasó a Delicia varias entradas: —Este mes, hay dos exposiciones de arte aquí. Ve con Carlos.Delicia preguntó, —¿Hay tantas exposiciones para ver?—Para saber si una persona es adecuada o no, no solo debemos considerar si los intereses y valores coinciden, sino también si uno está dispuesto a ceder ante el otro.El concierto era del gusto de Carlos. Y la exposición de arte, del agrado de Delicia. Entendiendo la intención de Néstor, Delicia se sintió profundamente conmovida. Respiró hondo, reprimiendo el dolor en su corazón.—Néstor.—¿Quieres llorar?—No, no es eso. ¡No quiero llorar!—¡Mejor que no! —Néstor, en su juventud, había hecho llorar a muchas mujeres. Por eso, no soportaba ver llorar a una mujer. Delicia estaba verdader
Sin embargo, ahora Antonia y su familia estaban experimentando las consecuencias de sus acciones anteriores, lo cual no era nada agradable. Isabel, al ver que Alvaro no respondía, no insistió más en el tema y cambió de conversación: —He adquirido una propiedad para Yolanda y también he organizado a los sirvientes. Cuando salga del hospital, se mudará allí. Era claro el propósito de Isabel con esta disposición. A pesar de que el hermano de Yolanda, Hugo, había sido benéfico para Alvaro, había un límite para retribuir esa gratitud. Isabel era una persona agradecida, pero no por eso sacrificaría más de lo necesario.Alvaro asintió: —Si tú lo has organizado, está bien. Esta disposición de Isabel también le convenía. Una vez que Yolanda saliera del hospital, todo estaría arreglado.Isabel se sintió aliviada al ver que no se oponía. Aunque todos notaron que Alvaro todavía tenía sentimientos por Delicia, cuando ella estaba con ellos, Alvaro se preocupaba mucho por Yolanda. Si hubiera hech
Yolanda intentaba desesperadamente ver algo frente a ella, pero no podía ver ni siquiera una sombra de la mano que Alvaro movía delante de sus ojos. La oscuridad era total y abrumadora, envolviendo todo en la habitación del hospital. La atmósfera se volvió tensa y helada.—¡Luis! —gritó Alvaro, su ira añadiendo un frío gélido al ya tenso ambiente del hospital.El Dr. Luis, con un escalofrío recorriendo su espalda, se acercó tembloroso: —Señorita Yolanda, ¿puede ver algo ahora?Su voz temblaba.En ese momento, todos en la habitación entendieron la gravedad de la situación. El corazón de Yolanda parecía saltar hasta su garganta. Movió sus manos frente a sus ojos, solo para encontrar más oscuridad. Su mundo se derrumbó en ese instante.—No puedo ver, no veo nada en absoluto.La desesperación en su voz era evidente. Se suponía que era el día en que recuperaría la vista, ¿cómo era posible que no pudiera ver nada?—Alvaro, Alvaro! —Yolanda extendió sus manos, buscando desesperadamente algo
Yolanda, desolada, le preguntó a Isabel: —¿Jamás podré volver a ver?《Jamás, ¿qué concepto abarca esa palabra?》《Jamás, ¿qué clase de resultado tan desesperante es ese》Isabel miró hacia Alvaro, y Alvaro fijó su vista en el doctor Luis. La presión que Alvaro llevaba en su corazón en ese momento era imaginable. Finalmente, asintió. En ese instante, la ya tensa atmósfera de la habitación se volvió aún más gélida.—Yolandita. —dijo Isabel al ver al doctor Luis asentir, queriendo decirle algo a Yolanda.Pero, al mover sus labios, se encontró incapaz de articular palabra.¿Qué sentido tenía el mundo para ella ahora que no podía ver nada en toda su vida?—¿Es que ya no puedo ver? ¿Jamás volveré a ver? —Yolanda no escuchó respuesta del médico.Ella, con su astucia, ¿cómo no iba a entender este desenlace?No quería aceptarlo.Pero ahora, esa realidad estaba frente a ella, imposible de ignorar.¿Dolía?Mucho.El dolor punzaba en su corazón, fino y constante.La desesperación se extendió, env
Delicia se mantenía firme en su imagen de mujer exitosa en el mundo empresarial. Empezó a despreocuparse por con quién se reunía o con quién comía, influenciada en parte por la presencia de Néstor. Así, nadie se atrevía a difamarla en internet.En el coche, Carlos conducía personalmente mientras Delicia ocupaba el asiento del copiloto. Carlos, de manera casual, preguntó: —¿Tu tío ya se fue de regreso?—Sí, debería haberse ido hace días, pero se quedó por mi culpa. —respondió ella, pensando en la familia Jiménez. Recordó la agresiva actitud de Isabel y Roberto Jiménez, quienes estaban decididos a expulsarla de la Ciudad de México con un frenesí histérico. Sabía que si realmente se iba, Isabel no la dejaría en paz.—Realmente te preocupas. —comentó Carlos. Delicia se sintió un poco avergonzada. —¡No es verdad!—¡Pero lo pareces! —insistió él. Delicia no pudo negar que su apariencia frágil y baja estatura la hacían parecer vulnerable, como si cualquiera pudiera intimidarla. En la famili
El hombre comió con elegancia un trozo de carne y dijo: —Sé que no hace mucho te divorciaste de Alvaro, y ahora debes estar aterrada ante la idea de tener una relación.Delicia pensó que él tenía razón... En ese momento, al mirar la expresión del hombre, se intensificó. Aunque no le gusta admitir que hubo amor entre ella y Alvaro, no puede negar que sus diez años juntos son imborrables.《¿Cómo podría ser fácil liberarse completamente de los efectos dominó que trajo esa relación?》, pensó. —Tienes razón, no solo temo las relaciones, sino que también temo a los hombres como tú. No es solo miedo, es una absoluta aversión a involucrarse.Sí, la Delicia actual no se atreve a tocar el tema del amor. Solo recordarlo duele hasta dejar sin aliento. Los ojos de Carlos se oscurecieron. En ellos, vio miedo y desolación.Sin esperar que él dijera algo, Delicia preguntó: —¿Has sentido alguna vez el dolor de tu piel quemándose en un incendio?—¿Qué? —exclamó él, sorprendido.—¡Lo siento! —dijo Del
Carlos le dijo a Delicia: —Menos mal que encontraste a Néstor. De lo contrario, con las tácticas de la familia Jiménez, no era imposible que la destrozaran. Después, gracias al respaldo de Néstor, la familia Jiménez, que quería hacerla pedazos, se desesperó pero no pudo hacerle nada.Delicia respondió: —También estoy agradecida de haber encontrado finalmente a mi tío. ¡Y era la verdad! Aunque en ese momento era valiente y no temía a nada, no podía negar que la presencia de Néstor le dio mucha más confianza....Después del almuerzo, Carlos llevó a Delicia de vuelta a Joya Eterna. Al bajar del coche, él no olvidó recordarle: —Vendré a buscarte a las seis.—Vale. —respondió Delicia asintiendo. Sabía que el concierto duraría bastante y que tenía que comer algo primero para disfrutarlo bien. Pero en realidad, aunque comiera, no tendría tiempo para disfrutarlo.Carlos se fue. Delicia, al tomar su bolso y girarse para entrar a la empresa, se encontró con la mirada fría de Alvaro, que es
Cuando Delicia y Alvaro se cruzaron, ella quiso imitar a Néstor dándole una palmada en el hombro, pero desistió al darse cuenta de que él era demasiado alto.En ese momento, escuchó a Alvaro decir: —Ella ha perdido completamente la vista. —Delicia se detuvo, sorprendida.—¿Ciega?Alvaro se giró para mirarla. Sus miradas se encontraron. Delicia, erguida, mostraba una sonrisa de satisfacción en su rostro, una sonrisa tan desenfadada que parecía burlona.—¿Tú...? —Alvaro parecía desconcertado y algo molesto.Delicia preguntó: —¿Se puede operar?—¡Delicia López! —exclamó él.—¿Quieres mi córnea?La voz de Delicia se volvía cada vez más jovial. Ella entendió. Yolanda no tendría más oportunidades de recuperar la vista. ¡Qué ironía!Alvaro observaba la risa abierta y sin reservas de Delicia, su enojo crecía: —¡Te alegras!?Las palabras salían entre dientes.Delicia respondió con ligereza: —Por supuesto que me alegro, ¿cómo no voy a alegrarme?Su reiteración dejaba claro su verdadero senti