Capítulo 138
Alvaro Jiménez miraba a su madre con una profunda decepción. Recordó cómo ella había sido una persona bondadosa, llevándolo a orfanatos para ayudar a los niños cuando era pequeño. Antonia Jiménez, adoptada por ellos, siempre había sido tratada como su propia hija.

—¿Por qué has cambiado tanto? —preguntó Alvaro, su voz llena de desilusión.

La ira había cegado a Isabel, pero en ese momento, al escuchar la voz desilusionada de su hijo, se detuvo y reflexionó. Se dio cuenta de las palabras hirientes que había dicho en su enojo. Cerró los ojos, tratando de calmar su ira interior. Era cierto que la ira podía transformar a las personas en algo irreconocible.

Respirando hondo, dijo:

—Alvaro, no es que no sienta compasión por ella, pero esto no es algo que puedas manejar. ¿Lo entiendes?

¿Cómo podría manejarlo? ¿Por toda la vida? No podía permitir que un miembro discapacitado formara parte de la familia Jiménez.

Alvaro no respondió, solo miró a su madre en silencio. Isabel continuó:

—¿Has olv
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