Capítulo 141
Recordando la última vez que aquel hombre de mala suerte casi provoca el cierre de su bufete de abogados, ella se enfadaba. Ese bufete era el fruto de años de esfuerzo y dedicación, y ahora, siendo socia, si realmente tuviera que irse, significaría que todos esos años de trabajo habrían sido en vano.

«¡Siempre he despreciado a esos ricos hijos de papá!», pensaba para sí. Ahora, al ver a Alvaro, solo podía pensar en cómo esos magnates pisotean a la gente común, sin un ápice de bondad, todos unos malhechores con intenciones perversas. Los esfuerzos y sueños de los demás no significaban nada para ellos, desechados sin valor alguno, en su mundo no existía la palabra "igualdad", su actitud de hacer lo que les venía en gana era simplemente repugnante.

...

Alvaro no sabía cómo había salido de la casa de Elena, su ya de por sí mal humor, ahora era aún más sombrío. Un número parpadeaba en su teléfono, era de Miguel Pérez. La llamada fue contestada rápidamente:

—Señor Jimenez.

—Investiga, nece
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