Capítulo 128
En el coche, Delicia miraba por la ventana, la luz reflejándose en su rostro, revelando una belleza melancólica. Alejandro, quien no había asistido a la fiesta, solo había ido a recoger a Delicia. Al ver a Yolanda salir también de la fiesta, entendió que algo significativo había sucedido esa noche.

Le ofreció una botella de agua a Delicia.

—Toma un poco. —dijo.

—Gracias. —respondió ella, aceptando la botella y bebiendo un par de tragos. El frescor del agua aliviaba ligeramente su agitación interna.

—¿Sabes, Alejandro? ¿Por qué la gente decide casarse en esta vida? —preguntó Delicia, reflexiva. Durante los siete años de su relación con Alvaro, aunque Isabel nunca la había aceptado, no había tenido que soportar las restricciones de la familia Jimenez. Pero una vez casada, los problemas entre ellos empezaron a emerger, y las presiones de la familia Jimenez casi la asfixiaban.

—Cada persona toma decisiones diferentes y, por tanto, enfrenta diferentes desafíos. —respondió Alejandro.

Delici
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