Capítulo 117
La habitación en la que Delicia había vivido en el extranjero había sido personalmente preparada por su tía Patricia. Cada mañana, mientras Patricia y su esposo se preparaban para ir al trabajo, ella se levantaba temprano para ayudar en la cocina y preparar el desayuno. Eso era lo que Delicia consideraba un verdadero hogar, un lugar donde no importaba la riqueza o la pobreza, sino el sentimiento de pertenencia y calidez, algo que contrastaba drásticamente con la opresiva atmósfera de la casa de la familia Jimenez.

Mientras hablaba con su tía Patricia, Delicia no pudo evitar sentirse conmovida por su preocupación y generosidad.

—He estado mirando algunas joyas personalizadas que te quedarían perfectas. Ayer fui a seleccionar los diseños. Ya verás cuando estén listas... —decía Patricia con entusiasmo.

—Patricia, ya es suficiente, realmente no necesito tanto. —respondió Delicia, tratando de disuadirla. Pero Patricia insistió:

—Necesitas, necesitas. Quiero que luzcas hermosa en la Ciudad
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