Capítulo 111
—Claro que sí, tienes razón, fui yo quien te pidió disculparse, pero ¿entiendes el impacto que tus palabras pueden tener en ella? ¿No crees que ya ha sufrido bastante por tu culpa?

Con un fuerte golpe, Delicia apoyó su mano en el escritorio. Sus ojos, afilados y fríos, se clavaron en el hombre que tenía enfrente. Era una faceta de ella que Alvaro jamás había visto antes. Ahora, con su pequeña estatura, lo miraba fijamente con una intensidad feroz. Sus ojos parecían capaces de matar. En ese momento, un aura de ira y peligro emanaba de ella.

Alvaro, inicialmente furioso, se quedó paralizado observando la furia de la mujer frente a él. Cuando ella habló, su tono era incluso más helado que antes:

—Señor Jimenez, cuida tus palabras. ¿Qué quieres decir con que he causado suficiente daño? ¿Acaso me viste secuestrarla o cegarla? ¿O tal vez me viste romperle las piernas?

El silencio lo invadió.

—No puedo cargar con acusaciones tan infundadas.

—Esos secuestradores fueron comprados por ti. Tu cu
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