Capítulo 8

La veo sentarse en la cama con cuidado y mirando hacia los lados frunce el ceño, acaricia su cien y su cabello rojizo cae hacia los lados. Su aroma se desprende por toda la habitación y hacen palpitar mi corazón.

—¿Qué pasó? —pregunta, con voz suave—. ¿En dónde estoy?

Siempre preguntan lo mismo.

—Te desmayaste cuando estabas en tu clase de ballet, supongo que tienes mucho estrés —respondo.

—Claro, eso pasó —dirige su vista hacia una ventana—. Volvió a caer la noche y no sé dónde estás.

—¿Algún problema? —ella me ve y sonríe—. No es que me importe, pero se te nota bastante intranquila.

—¿Recuerdas al chico rubio que estaba en mi casa cuando estuviste ahí? —asiento y muerdo mi lengua para no decirle nada—. Está desaparecido desde hace varios días. Lo he buscado por todos los lugares que conozco —me mira con ojos cristalizados—. Es triste no recordar nada y solo lo busqué hasta un cent

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