Lara aprovecha para hablar con su padre y ponerse al día con todos los asuntos. Le cuenta todo lo que ocurrió en todos estos meses en que estuvo en coma. Él se sorprende mucho, ya que no esperaba que hubiera sucedido todo eso y aún no creía que había pasado tanto tiempo en coma. Ella toma la mano de él y la coloca sobre su barriga. Aunque él no siente nada del cuello para abajo, aún así ella quiere darle esa sensación, de poder tocar su barriga. Las lágrimas de Mario bajan por su rostro, lavando su cara.

— Hija, ¿sabes que esto es en vano, verdad? Sabes que no puedo sentir nada. Me siento inválido, de hecho, soy inválido. Ahora soy inútil, que no sirve para nada. ¡Maldición! Cómo desearía poder tocarte, tocar tu barriga y sentir a mis nietos. —dice entre lágrimas.

— No te preocupes, papá. Pronto, creo que podrás tomar a tus nietos en tus brazos, y eso es lo más importante. El médico nos dio la esperanza de que puedas volver a mover los brazos, y quién sabe, tal vez encontremos un bue