Selene le había dicho imbécil en voz baja, casi era un susurro. Selene pensó que nunca se había visto tan elegante como con aquel precioso vestido rojo que dejaba un hombro al descubierto, ciñendo la cintura y cayendo con gracia por debajo de la rodilla. Definitivamente, nunca había estado en un sitio tan lujoso. Y nunca en toda su vida había soñado que vería a tanta gente jugándose miles de dólares a una carta o a las vueltas de una bolita, encogiéndose de hombros cuando perdían y volviendo a jugarse otra fortuna unos minutos después.La noche había empezado mal porque Giovanna insistió en que todos fueran al restaurante y luego al casino en la misma limusina. Hacer que Steven y Tomaso compartiesen un espacio tan pequeño era buscarse problemas, pero Giovanna fingía no darse cuenta. Con su inimitable estilo, admiraba su vestido y la felicitaba por su mejorado aspecto después del tratamiento. Steven había salido en su defensa inmediatamente.— Selene está perfecta tal como es Giovanna.
Él se había quitado la camisa y su pelo estaba despeinado, como si hubiera pasado las manos por él varias veces. Una mirada le dijo que su disculpa era sincera, pero no le hizo mucho caso, más bien no quería que la viera llorar. ¿Por qué quería llorar?.— ¿Me perdonas tesorina? —le preguntó Steven.Selene tragó saliva.— Yo no soy tu enemigo, Steven no soy quien te quiere hacer daño. —susurró.— Ya lo sé, mi vida, mi tesorina. —dijo él, apoyando la frente en la suya.— Dices cosas que no quiero escuchar, pero creo que necesitaba hacerlo, verdad.Steven la besó sin poder evitarlo y, cerrando los ojos, respiró su aroma. Tentativamente, Selene le pasó un brazo por el cuello y le devolvió el beso. Pero no había consuelo en sus caricias, solo una desesperación y un dolor que no cesaban porque estaban a punto de decirse adiós. Y, a juzgar por la crudeza de sus besos, Steven sentía la misma desesperación. La toalla cayó al suelo y Selene se apretó contra él, aplastando sus pechos contra el t
Temía haber acertado al pensar que era su abuela quisiera darle el título a su otro nieto. Eso sería lo peor. Giovanna podía ser una abuela peculiar, pero todo tenía sus límites y Selene rezaba para que hubiese límites. Pero algo le decía que al final de la noche no habría más secretos. Steven debía reconocer que Giovanna sabía cómo organizar una fiesta. Esa era la razón por la que las invitaciones a su velada veraniega en Italia eran las más buscadas.Y cada año eran más espectaculares. Esa noche, docenas de invitados recorrían mansión Wolf, muchos disfrutaban de la brisa nocturna en el jardín. Todos elegantemente vestidos. Giovanna había hecho algo diferente y entre otras cosas obsequios, y una famosa bolsa de recuerdos que contenía pulseras de diamantes para las señoras y gemelos de diamantes para los hombres.Durante toda la noche, Steven y Selene se mezclaron con los invitados, bebiendo champán, evitando a los más aburridos cuando era posible y haciendo ver que lo pasaban en gran
Selene notó que Steven contenía el aliento al ver el vídeo de su tía y el vaso en la mano.— Mi propia tía asesino a mi padre, por Dios no lo puedo creer. —murmuró.Y luego el golpe final. Su tía entrando en la cocina con el vaso y saliendo de él dos minutos después… sin él. Habían registrado los investigadores toda esa mañana y no habían encontrado nada, pero en un armario de la cocina había un lugar para esconder ese vaso. Su padre había muerto de forma extraña ese día. Steven no podía respirar. El pasillo parecía dar vueltas y las náuseas lo ahogaban. A su lado, Selene temblaba.— ¿Qué hacéis aquí?.Su primo, estaba en medio del pasillo y se miraron a los ojos los dos. Sin decir nada, Steven le alargó el móvil y Tomaso lo tomó enmarcando una ceja.— Tal vez deberías sentarte primo.Tomaso apoyó la espalda en la pared y se deslizó hasta el suelo. Mientras miraba el vídeo, el único sonido en el pasillo eran las pesadas respiraciones de los primos Wolf y los sollozos de Selene. ¿Por q
Con expresión tensa, Cándida se levantó de la silla.— Creo que hemos tenido suficientes por esta noche queridos. Perdonadme, pero esto es una fiesta. Sugiero que tomemos unas copas y dejemos todo esto tranquilo, que el dolor no les haga perder la cabeza…— ¡Eres un monstruo hija! —exclamó Giovanna.— Tú sabes lo que hiciste, por el amor de Dios, eres un monstruo, hija, ¿me oyes? Enfrentaste a tu propio hijo contra su primo, pero eso se ha terminado. Y será mejor que te vayas de mi lado, te dejaré fuera del testamento. Ni siquiera tendrás la mitad de la fortuna mía. No tendrás nada, ni siguiera el título de condesa.Cándida torció el gesto.— Dios mío madre… —pero Giovanna ya estaba en la puerta.— Espero que ardas en el infierno, así seas mi propia sangre.Cándida miró a su hijo, pero antes de que pudiese abrir la boca, Steven la interrumpió.— Ahórrate, saliva, tía nadie quiere escucharte. A partir de este momento has muerto para todos.Selene paseaba de un lado a otro por la habita
— Sí, claro, cuidado, eres una santa. Siempre sacrificándote por los demás. ¿Y ahora qué? ¿Pretendes seguir siendo mi amante y disfrutar de los beneficios un poco más?— Eres un bastardo, un ser bajo. —replicó ella.— Yo no te he pedido nada. Estaba dispuesta a odiarte y pensé que fingir amor por ti sería el papel más difícil de mi vida, pero nunca tuve que actuar, nunca he sido una mentirosa, imbécil.— Eres mi secretaria y la mejor Actriz. Casi tan buena como mi tía.— ¿Me estás comparando con ella? Por Dios bendito… —con manos temblorosas, Selene sacó su pasaporte del cajón.— No esperaba pasar el resto de mi vida en tu empresa me voy, renunció cuando llegue a mi casa. —consiguió decir Selene con lágrimas en los ojos.— No he hecho nada para no merecer tu respeto, Steven. Creí que había algo especial entre nosotros y que nos despediríamos como amigos.— Entonces eres tan tonta como yo Selene.— Supuseeeque bajo ese frío exterior había un buen corazón, pero parece que estaba equivoc
El espectacular escándalo de la glamurosa Cándida Wolf y su familia había sido el boom del cotilleos durante semanas. Había todo tipo de especulaciones y volaban los rumores sobre la muerte de Conde de Chesterfield. Tal vez, decían, su muerte no había sido por causas naturales. Para un hombre tan discreto como Steven, esa intrusión en su vida privada debía ser insoportable.Pero Steven no la quería a ella. No quería a nadie. Y ella se sentía como muerta por dentro. Había salido la noche anterior con un grupo de amigos. Había bebido tequila y había bailado, por primera vez en su vida, pero podría haber sido un monótono porque, en realidad, no sentía nada. Tenía que encontrar una salida. Tenía que seguir adelante con su vida, aceptar que lo suyo con su jefe había terminado, pero lo echaba tanto de menos.Se había entregado a él, le había dado todo su corazón y era demasiado tarde para recuperarlo. Le gustaría odiarlo. Tal vez el dolor sería más soportable si lo odiase. Cuando terminó la
Steven se pasó una mano por el pelo. Estar allí con secretaría era más difícil de lo que había imaginado. Los sentimientos amenazaban con abrumarlo y cada vez que la miraba a los ojos pensaba en lo que tenía que decirle.— He venido para pedirte disculpas. Lo que te dije esa noche e imperdonable.— No tienes que disculparte, para eso me habías pagado.— Sí, tengo que hacerlo. Había perdido la cabeza, Selene. No podía creer que mi tía pudiese hacer algo tan diabólico. En realidad es que no quiso nunca a mi padre. La mujer que me trajo al mundo a mis primo no tiene corazón. No juzgo que sienta nada por nadie, ni siquiera por mi abuela Giovanna, su propia madre.A pesar de las barbaridades que le había dicho esa noche, Selene lo miró con un brillo de compasión en los ojos. ¿Por qué había sido tan tonto como para suponer que todo era fingido?— No seremos capaces de demostrarlo, pero Cándida mi tía mató a mi padre.— Qué horror Steven.— ¿Cómo pudo hacer algo así? Vivir con alguien toda s