Al día siguiente Carlos, regresó a casa con un brillo especial en sus ojos, parecía una persona muy diferente, lo que pasó la noche anterior solo él lo sabía; lo que sí tenía pendiente era una larga conversación con su cuñada María Paz, así que se dirigió a la Momposina a buscarla.
Ella estaba sentada en la terraza de la pequeña casa que servía de escuela para los niños de los andariegos, la joven leía con atención lo que Joaquín había plasmado en el borrador de su historia, suspiraba reviviendo todos esos inolvidables momentos, entonces escuchó pasos y cerró el libro.
Paz miró a Carlos, recelosa, lo invitó a sentarse.
Entonces aquella mañana él, se sinceró con su cuñada, al fin había entendido que no estaba enamorado de ella, sino que todo era una obsesión que él sentía porque María Paz, le recordaba a Elizabeth y al parecer lo que pasó con Daniela, le estaba ayudando a superar la pérdida del gran amor de su vida.
Les advertí que odiarían a Angie, dejó sola a Ma. Paz, y la pobre ni siquiera se fija en Carlos.
A la mañana siguiente una acalorada conversación se llevaba a cabo en el salón de la finca en donde residían Carlos y Angélica. El hombre le reclamó iracundo a su esposa, el haber indispuesto a María Paz. —Yo no pensé que se iba a poner mal...— sollozó Angie. —Es que ese es tu problema mamacita, vos no pensás...—increpó Carlos—. Date cuenta de que por tu culpa la vida de María Paz, y de sus hijas corren peligro. —Yo solo reclamé lo justo, tú no me pones atención porque andas enamorado de ella. —Yo fui claro con vos, te advertí que amor de mi parte no vas a recibir y sabes que es lo peor... ¡ME ARREPIENTO DE HABERME CASADO CON VOS! — vociferó Carlos, lleno de enojo. La mirada de Angélica se cubrió de ira: —Entonces voy a hacer que lamentes hasta de haber nacido, porque no te vas a librar de mí... Acuérdate estamos
Semanas después las elecciones se llevaron a cabo, todos los partidos políticos reunidos en sus sedes esperaban el conteo de votos, las horas pasaban con lentitud, mientras las actas eran computarizadas en delante de los miembros de cada partido. Cerca de las ocho de la noche, las principales cadenas televisivas empezaban a dar los resultados por cada departamento. Solo había tres cupos para senadores por Manizales, y una de las cadenas de televisión daba como ganador a Carlos Mario Duque Garzón. Los miembros del partido aplaudían y abrazaban a su candidato, el sueño de Carlos, se había hecho realidad. Entre tanto en la sede del partido conservador, ya conocían los resultados favorables para Carlos, esperaba saber los de los demás, fue así que minutos después Daniela Robledo ganó un curul. Los partidarios felicitaban y abrazaban a Daniela. El tercer lugar era ocupado por un político de renomb
La penumbra cubría la Momposina, trabajadores, vecinos, conocidos y amigos se organizaron para buscar a María Paz, a pesar de que Joaquin le prohibió la entrada a Angélica al enterarse de lo sucedido de inmediato se puso a llamar a hospitales, clínicas y demás casas de salud; pero nadie daba razón de Paz. Joaquín desesperado caminaba junto con Jairo, por los alrededores de la hacienda, pensaba que de pronto se sintió mal y no podía regresar, pero no había rastro de ella, entonces ante su desesperación, llamó a la policía, quienes le dijeron que debía esperar veinticuatro horas para dar por desaparecida a una persona. —¿Usted no entiende? —Bramó lleno de frustración—. Mi mujer está embarazada, y se encuentra extraviada. —Debe esperar, no podemos realizar una investigación antes de veinticuatro horas. Joaquín colgó el teléfono lleno de desesperación y coraje, pateó varios troncos de unos
Fue entonces que Fernando, salió al ver que uno de sus agentes le hizo señas, todos observaban la conversación entre ambos caballeros. Diana, que conocía muy bien al agente García, supo que algo malo sucedía. Fernando regresó a la sala. —Señores, parece que tenemos noticias; pero les pido mantener la calma, no estamos seguros de que la persona que encontraron mis agentes en una casa abandonada sea María Paz. El corazón de Joaquín, latía desbocado, ansioso, esperaba que los hombres de Fernando, llegaran con noticias. —¿En qué casa y en dónde? —averiguó Joaquín tirando de los rizos de su cabello, caminando de un lado a otro respirando agitado. —Detrás de las montañas, vía a Pereira. —Yo debo ir, ella me puede necesitar. ¡Fernando, por favor vamos! —suplicó Joaquín. —No podemos involucrar civiles, yo mismo voy a comandar el rescate, te prometo
Joaquín sentado en el suelo, sollozaba esperando noticias, daba golpes con su cabeza en la pared, tiraba de su cabello, angustiado, entonces observó a su hermano y se acordó de la acusación de María Paz, se levantó como un energúmeno y se le fue encima a golpes. Esta vez Carlos, se dejó pegar, no se defendió, entre Rodrigo, Fernando, Miguel, separaron a Joaquín. —Fuiste vos... ¡Maldito desgraciado! ¿Por qué te ensañaste con ella? Es tu amiga —reclamó, mientras Carlos inclinaba su cabeza, presionaba sus puños. —¿Por qué lo hiciste? La sombría mirada del mayor de los hermanos se plantó en el joven. —Porque vos y Elizabeth, se entendían, así como ella fingió su muerte y yo pase siete años llorando en su tumba, así mismo vos debés sufrir — pronunció Carlos, lleno de dolor. Joaquín negó con la cabeza, se llevó la mano a la frente y lo encaró.
Minutos después llegaron a la Momposina, María Luisa y María Fernanda, corrieron a su habitación a colocarse los hermosos vestidos que su madre había escogido para ellas, mientras Joaquín, ayudaba a su mujer con los pequeños. Instantes más tarde las gemelas aparecieron con unos hermosos vestidos de seda acampanados. Mafer lo lucía en tono lila, y Malu en rosa. Los gemelos iban enfundados en pantalones de gabardina beige, camisa celeste y blanca y blazer azul. Los cuatro niños muy elegantes estaban listos para recibir a los empresarios. —Por favor no se vayan a ensuciar —recomendó—. Mariana te los encargo, mientras me alisto. —Ve tranquila, yo los cuido. —Sonrió. María Paz se dirigió a su alcoba, enseguida se quitó la ropa que llevaba puesta y se metió a la ducha. Mientras el agua corría por su piel, sintió las fuertes manos de su esposo posarse en su cintura. <
—Desde aquella vez, aprendimos a ser más fuertes —intervino María Paz—, pensé que me iba de este mundo, estuve en coma casi un mes, pero el amor de este hombre, quién no dejó un solo día de visitarme, de hablarme, de dedicarme canciones, y gracias a su valentía, perseverancia y a una promesa que le hice, regresé a su lado —expresó la joven suspirando—. Siempre debemos luchar por nuestros sueños, vale la pena intentarlo. —Sonrió y miró a Joaquín, y él no se contuvo y la besó en delante de toda la gente. —¡Qué asco! —susurraron las gemelas. María Paz y Joaquín se separaron y carcajearon. Enseguida el joven Duque tomó en sus manos el frasco de café y lo presentó al público. —Hace años mi padre. —Señaló hacia donde estaba don Miguel, quien se puso de pie para saludar—. Fundó el consorcio colombiano de café: Alma mía en honor a mi madre —narró—. Y hoy yo les presento ante t
El trinar de las aves se mezclaba con las risas de los chiquillos que a temprana hora despertaban a todos en la Momposina. Aquella mañana los rayos del sol irradiaban con fuerza. Para Joaquín Duque, su sueño se había hecho realidad, tenía a su lado a la mujer más maravillosa del mundo: buena, noble, comprensiva, cariñosa e inteligente, le había dado la dicha más grande para un hombre el ser padre de tres hermosas niñas y dos guapos pequeños, a quienes amaban con toda su vida. Cada día contemplaba el hermoso rostro de su mujer y le brindaba un beso en la frente, sin embargo, esa mañana al despertar, ella no amaneció a su lado, se despabiló recordando en evento que tenían más tarde; apenas se levantó fue en busca de su mujer y como supuso la encontró en la habitación de María Joaquina, la menor de sus hijos, quien tenía dos años y medio. —¡Papi! —exclamó la pequeña al verlo, y sus vivaces ojos azules se enfocar