Capitulo 26.

Narra Marcela. 

No podía dejar de besar los labios de mi lobo, su sabor es más adictivo que al principio, cada parte de mí lo reclama, lo quiero sentir, es mío; eso dice algo en mi interior, una posesividad emergía de mí con fuerza y eso se siente muy bien. Nuestra sesión de besos candente seguía, él introdujo en mi boca su habilidosa lengua y acarició la mía con tanta perfección que me hizo jadear sin importarme que aún nos encontramos en casa de mis padres, justo en mi habitación. En un momento cuando me aturdía con ese beso tan seguro sentí un poco de celos al notar su buena habilidad de un amante bien experimentado que sabe cómo llevar a una mujer al límite.   Me calentaba la sangre encendiéndome en su fuego abrasador y la molestia que mi cuerpo hace apenas minutos presentaban ya ni las sentía. Me entregué al beso y él me a

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