« No contactaré más a Allison delante de ti, quiero que lleves el embarazo con paz y tranquilidad. » Las palabras de Jameson resonaban en la mente de Isabella esa noche, tras salir del baño. Ella comenzó ponerse su pijama, las puertas del balcón de su habitación se encontraban abiertas dejando que se filtre una refrescante brisa marina. Aún con la toalla de baño enrollada en su cabeza, sin haberse secado aún su larga cabellera pelirroja, ella salió a ese balcón cuya vista esa noche era magnífica. Sus ojos verdes esmeraldas podían ver el amplio paisaje nocturno y el extenso cielo estrellado, a pesar de que apenas eran las 6pm, en esa zona del Caribe ya había anochecido por completo. A Isabella le llamaba la atención, estaba disfrutando mucho de su primer viaje en el extranjero, eso sí, si dejaba de lado todos los sentimientos que la vivían agobiando. Intentaba ser fuerte y positiva, pero a veces simplemente sentía que se derrumbaba. Ella llamó a Evelyn, su mejor amiga
"Destinados a nunca ser…" Pensó Isabella. Las palabras de Jameson resonaban en su mente como un eco doloroso que se negaba a desvanecerse. Mientras él descansaba su cabeza en el regazo de Isabella, con su azul mirada puesta en ella, la hermosa mujer pelirroja luchaba contra las emociones tumultuosas que la invadían. Jameson suspiró y se levantó sin decirle ni una sola palabra más. No era estúpido, él sabía el impacto de sus palabras; inclusive una pequeña parte de él se sintió bien al ver que ella lloraba por lo que una vez tuvieron. Después de todo… ¿Cuántas veces no derramó él lágrimas por Isabella? Sin embargo, nuevamente él estaba olvidando que esa mujer ya estaba ligada a su vida por siempre a través del fruto en su vientre que les dejó ese reencuentro en la playa. —Recuerda cenar. Es importante para la salud del bebé… —tras esas palabras él comenzó a dirigirse a la salida. La brisa nocturna mecía suavemente los mechones del cabello pelirrojo de Isabella, ella l
Jameson soltó a esa pelirroja en ese momento. Justo cuando Isabella vió que él comenzaba a aceptarlo… Un sentimiento como tornado que destruía su mundo entero la consumió. Le dolió en lo más profundo de su ser. Después de todo… Él era su primer amor. Ella se dió vuelta dispuesta a caminar y fue cuando él le dijo unas palabras que la impactaron. —Supongo… Que no soy lo suficientemente… Importante para ti… —decía él con su voz quebradiza— Quizá nunca me has amado. Porque ni siquiera puedes dejarme con la verdadera razón. Mentiras y más mentiras… Entonces… Vete. Isabella corrió lo más lejos que pudo bajo la lluvia sin siquiera volver a ver a Jameson. « —Te lo digo porque puedo ayudarte a resolver ese gran problema familiar que tienes. —Es demasiado dinero el que necesito… —Puedo dártelo. Es una miseria para mí~ pero nada es gratis en esta vida. Pide el monto. » Las palabras de doña Dayan cruzaron por su cabeza. Como si hubiera hecho un trato con el diablo, Isabella
Jameson no respondió nada ante las palabras de su esposa, echándole la culpa a él… En parte ella tenía razón. Isabella suspiró y se aferró suavemente a los brazos de Jameson mientras él la llevaba hacia el dormitorio. Una vez allí, él la depositó con cuidado en la cama y se sentó a su lado. —Isa, necesitas calmarte. No quiero que te hagas daño —dijo Jameson con sinceridad en su voz. Isabella lo miró con ojos llenos de confusión y dolor. —Lo tendré. Solo… —hizo ella una pausa mientras una de sus manos jugueteaba con un mechón largo pelirrojo de su cabellera. —¿Y si intentamos dejar de lado esos temas incómodos?, creo que el contrato matrimonial sería más fácil de lidiar si es de esa manera. Isabella se sorprendió ante las palabras de Jameson. —¿Hablas de que ya no pregunte por tu anillo y tú no lo harás respecto al pasado del porqué te dejé…? —le preguntó ella seriamente. —Sí. La respuesta de Jameson fue fría y directa, sus ojos de un hermoso tono azul veían a esa mujer
Jameson que se encontraba en su habitación terminando de cambiarse, recibió un llamado a la puerta por parte de su mayordomo. —¿Qué pasa, Robert? —preguntó ese CEO, seriamente al abrirle. —La señorita Thompson está esperando en la sala secundaria, señor. Ella quiere verlo. Jameson levantó una ceja cuando escuchó esas palabras mientras terminaba de abrocharse el chaleco interno de su traje. —¿Por qué la dejaste entrar? —preguntó fríamente ese CEO. —Bueno… Ella informó que era urgente y rápido. Es su ex esposa y la familia Thompson tiene excelentes nexos con los Howard, por ese motivo yo- —Suficiente —dijo imponente Jameson al mayordomo, acercándose a ese hombre maduro de cabello rubio—. Robert, no vuelvas a hacer algo como eso. Ella no puede venir libremente a mi mansión, aquí, donde se supone vivo con "mi esposa" no puedo estar permitiendo sin motivos aceptables como eventos y fiestas la presencia de mi "ex esposa". ¿Quedó claro? —Sí señor Howard. No lo ví de esa ma
—¡Jameson Howard, espérame! —continuó gritando más exigente que antes, Allison a su ex esposo. Finalmente él llegó al corredor trasero de la mansión. Isabella nerviosa apenas vió a Jameson posó sus manos en su estómago haciendo un gesto de molestar. "¡Me la vas a pagar por hacerme mentir así, Lili!" Pensó Isabella de su amiga, la hermana menor de Jameson. —¡Isabella! ¡¿Estás bien?! —le preguntó Jameson acercándose rápidamente a la silla donde estaba esa hermosa pelirroja. Él se inclinó viendo fijamente a su esposa y ella asintió lentamente. —Eso creo. Me mareé un poco y- —¡Llamaré al doctor Jones! —exclamó ese CEO alterado sacando su teléfono celular— Enviaré el helicóptero por él, estará aquí en minutos, así que- —¡NO! —lo interrumpió Isabella con su rostro colorado de la pena, mientras se aferraba a ese hombre que andaba elegantemente vestido con su traje azul marino. Jameson la vió con sorpresa y ella de inmediato hizo una expresión de dolor. —Solo… Llévame a
Frente a las preguntas de Isabella, Jameson Howard tomó suavemente el brazo de ella con la mano libre, mientras ella retenía la otra mano de él. Con un movimiento ágil, la atrajo hacia su cuerpo, permitiendo que Isabella sintiera su cercanía y la respiración de él, que la observaba seriamente. —¿Por qué lo hice? —preguntó Jameson con tono altivo—. ¿Acaso querías sentirte humillada delante de Allison? No importa si es falso, eres mi esposa y te respetaré durante el año del contrato, tal como prometí anteriormente. Los hermosos ojos verdes esmeralda de Isabella se encontraron con los azules de su esposo, perdiéndose en sus pensamientos. "¿Realmente fue por eso?" "Supongo que sí… No hay otra razón. Él… Sigue amando a su ex esposa, Allison Thompson, y yo soy únicamente… Un contrato." "Un negocio que le proporcionará un heredero y una familia feliz, con la mujer a la que ahora… Ama." Tras los pensamientos de Isabella, una inmensa tristeza la invadió. Ella se dio cuenta de que no
Isabella se quedó paralizada, con el teléfono aún en la mano, mientras un frío intenso la recorría de pies a cabeza. Ella esperaba la respuesta de Franklin. Pero el silencio de él la hacía alterarse. ¿Qué le había sucedido a Evelyn? ¿Por qué Franklin estaba insinuando que sabía algo al respecto? Las lágrimas de molestía e impotencia comenzaron a emerger de sus ojos verdes esmeraldas, traicionando su intento por mantener la calma. Lilian, al ver a Isabella en tal estado, se levantó y acercó rápidamente, y le arrebató el teléfono de las manos hablándole a ese hombre del otro lado de la línea telefónica: —¡Basta, Franklin! ¿Qué has hecho? ¡Habla de una vez, maldito! —exclamó Lilian, su voz temblorosa por la ira y la preocupación hacia su cuñada, Isabella. En el otro extremo de la línea, Franklin soltó una carcajada burlona que retumbó en los oídos de Lilian. —Oh, no se preocupen demasiado. Evelyn está segura… por ahora —dijo con malicia en su tono de voz—. Pero si quier