CAPÍTULO 8

“Muchas gracias por cuidar de mi nieta” decía el mensaje que Marisa leyó, de un número desconocido, pero que sabía bien de quién era, pues, Maximiliano le había advertido que su madre le quería agradecer por las fotos de Mía cuando él le pidió permiso a la joven para compartirle su número de teléfono.

“Siempre es un placer para mí” respondió la joven de cabello ondulado, sonriendo al ver cómo la mujer había puesto una de las tantas fotos, enviadas a Maximiliano, como su foto de perfil en esa aplicación de mensajería que facilitaba la comunicación a un nivel casi impresionante, si no estuviera todo el mundo acostumbrado a ella, por supuesto.

Maximina estaba de verdad agradecida con esa joven que, aunque en un inicio le pareció, estaba metiéndose donde no la llamaban al acercarse a la niña, al ver a esa chiquilla, que casi siempre veía llorando o dormida, tan tranquila e incluso jugando en las fotos y vídeos que le mandaron, terminó por ser consciente de que ellos no le estaban dando a
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