Desafiante

—¡Oliver!— lo menciona, pero él se ha marchado, necesitaba alejarse de Aurora, ella es su más divino pecado y sentía que no iba a soportar más, literalmente quería hacerle el amor

Aurora se resigna y cierra la puerta. Las lágrimas se le salen, le duele recordar todo lo que le dijo Oliver y sí, él tiene razón, no debía actuar de esa manera. Pero es como una forma de defender su corazón.

Ni siquiera quiso almorzar, ha estado encerrada esperando que quizás él regrese, o capaz y sea su orgullo por irlo a buscar, pero siente que le arde el corazón y que ni fuerzas tiene más para llorar.

La ansiedad la está atacando con preguntas seguidas y la mayor es el hecho de que Emilio sea un mafioso, no comprende como él se metió en su corazón tan rápido pero tampoco se quiere alejar, no quiere.

Si estomago gruñe y es entonces cuando un pensamiento paraliza su corazón por segundos. —¡No puede ser posible! ¿Cómo lo olvidé?— recuerda que no tomo las pastillas de emergencia, así que saca cuenta y ya e
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