—¡Dulce, espera!— intenta detenerla pero ella hace caso omiso a sus súplicas —debes entenderme, ya me comprometí. Además, no entiendo porque dices eso, si Natalia solo tiene ojos para mí, lo único que quieres es que yo no me case con ella, no tienes que inventar toda esa mierda—¿¡Inventar!?— pregunta volteando a mirarlo como si el diablo se hubiera apoderado de ella, y lo que supuestamente iba hacer una cena tranquila, terminó en un desastre —yo...— intentó hablar pero lo que siente es el tacón de Dulce María en la cabeza —¡Diablos!— se queja del dolor —algo tenemos las mujeres Villarreal y es que no tenemos que estar inventando información para retener a un hombre, no me vuelvas a buscar Miguel, olvídate de mí— empieza a correr dejando caer el otro tacónElla corre sin mirar atrás con su corazón destrozado, hasta llegar a su auto y lo peor es que no escucho más las súplicas de Miguel. Al subir al auto y mirar hacia la entrada del viñedo, Miguel viene corriendo para poder detenerla
—¿¡Qué!?— el corazón de Natalia bombea seguidamente—¡Responde!— le grita, y cuando la señora Hortensia escucha la pregunta arrogante de Miguel se atreve a salir —pero ¿Cuáles son esos gritos?— sé para al lado de Natalia —¡Responde Natalia! ¡Dime la puta verdad!— le grita y la señala sin dejar de mirarla con ganas de matarla —¡Me haces el favor Miguelito, a mi hija no le gritas!— interviene, Hortensia —¡No sé meta señora!— Miguel está pero con un genio infernal —¡Respeta a mi madre!— lo abofetea Natalia —no hija, tranquila, lo que pasa es que Miguelito te ama y seguramente le dijeron cosas falsas de tí, lo cual me parece desagradable porque mi hija es criada por una mujer decente. Mi hija, se ha guardado para tí, no puedes venir a acusarla—¿Cómo puedes desconfiar de mí?— le pregunta Natalia haciéndose la víctima —madre déjame a solas por favor, no tengas miedo que no me pienso dejar de MiguelLa señora Hortensia está preocupada, no quiere perder la oportunidad de estar relacion
—¡Eres un gran puto dolor de cabeza! Aunque mi esposa renegaba mi opinión sobre esa supuesta amistad, mi inquietud seguía y no te voy a permitir que le hagas daño a Dulce María, es mi hija, la niña de mis ojos y no permito que ni tu ni nadie cabrón de mierda la trate como una cualquiera y la deje por el piso —déjeme explicarle por favor— se atreve a decir Miguel, y su frente ya está sudando, jamás había sentido la muerte tan cerca como en estos momentos—¡Silencio!— ordenó Charles, provocando un escalofrío en el cuerpo de Miguel —¡Tu prometida fue a la mansión Villarreal! dijo blasfemia sobre mi hija, ¡Por qué ella no es ninguna zorra! No sé lo permito a nadie, maldición—señor Villarreal, es un poco difícil que usted entienda la situación. Hablaré con Natalia, pido perdón por el escándalo—¿Perdón? Eso es poco para lo que realmente te mereces—disculpe señor Villareal— interviene Leandro —usted no puede apuntar a mi sobrino con un arma, las cosas se pueden solucionar por las buenas
—¡Eres una salvaje!— espetó en voz alta la señora Hortensia al ver el rostro de su hija lleno de torta y crema pastelera —¡Esto no se va a quedar así!— le hierve la sangre porque se siente humillada y más en un lugar tan prestigioso—¡Te maldigo! ¡Te maldigo María!— exclama Natalia mientras su madre con gran afán empieza a buscar en su bolso un pañito para limpiar el desastre que tiene su hija en el rostro. Pero lo que la señora Hortensia no esperaba es que su hija se fuera en contra de Dulce María así que el ambiente se puso más tenso y lo más gratificante para Dulce es que podrá descargar su cólera con esa mujer —¡Pegas como niña!— dice Dulce al sentir el jalón de cabello —es mi momento, perra eres y perra serás— la jala del cabello fuertemente como para dejarla calva, y luego ambas mujeres caen en el suelo, por un mal movimiento teniendo una lucha, mientras que los de seguridad se acerca para intentar apartar a las mujeres y Mariano está literalmente sorprendido, tanto, que saca s
—querida ¿Estás embarazada?— pregunta Anastasia, literal está sorprendida y más porque Miguel le confesó lo que pasó con Dulce, aunque casi lo mata, pero tuvo compresión, el amor es algo que se sale de las manos y más si hay un deseo incontrolable—yo...— murmura Dulce, siente sus palabras atoradas —¡Así es!— dice Mariano y Dulce María lo voltea a mirar con ganas de matarlo —tiene poco, cómo se sentía mal, una prueba de sangre reveló el embarazoMiguel no deja de mirar, el hombre ni siquiera parpadea, está tan, pero tan impactado que Dulce siente que esa mirada congela sus huesos, que hace sentir débil sus piernas, pero sabe que debe ser fuerte a pesar de lo que siente por Miguel, le dolió mucho que haya elegido a Natalia.—disculpe señora de Parrow, pero ya me tengo que ir. Mariano por favor entrega el regalo, un permiso— dice y da la media vuelta —¡Espera...!— Anastasia se acerca rápidamente y toma de la mano —necesito que hablemos Dulce María— la voz de Miguel es firme, y es imp
Dulce Maria traga grueso, y luego fija su mirada en el agarré de Miguel, imposible que su respiración no se agitará ya que frente a ella está el hombre que ama enloquecidamente.Pero se suelta de su agarré como gesto de rechazó. —no hay nada de que hablar, evitemos problemas.— dijo tajante y camina hacia la salida, pero Miguel no le permite que lo deje hablando a solas, porque la agarra y la carga como un bulto para llevarla hacia la terraza de la clínica —¡Te pasas Miguel!— patalea muy enfadada, su rostro está enrojecido hasta las orejas —no me das otra opción, es importante que hablemos —¡No hay nada que hablar!— dijo furiosa —si no quieres que mi padre te asesine, entonces bájame—pues que me mate, pero que se asegure de hacerlo bien— la voz de Miguel es prepotente y Dulce no quiso hacer más fuerzasCuando Miguel llega al lugar, inmediatamente la baja y tomándola por sorpresa, la acorrala. —¿Qué haces?— musitó Dulce al percibir ese acercamiento peligroso—te juro que quiero ale
Dulce no sabe qué hacer, no quiere mentirle a Miguel y más ahora que se dijieron la verdad de lo que sienten, pero también recuerda lo que le dijo la señora Anastasia de Parrow, así que literalmente se pone nerviosa.—te juro que no esperaba ser padre aun, pero es cierto lo que dicen "los hijos son una bendición"—Miguel yo...— intenta hablar, pero el hombre la calla al colocar el dedo índice sobre sus labios —no digas nada, en este momento voy a terminar mi relación con Natalia, voy a aclarar todo este asunto y volveré—Miguel...— musitó, pero él lo que hace es besarla y ya valió madre, porque ambos se sumergen en ese beso, sus lenguas hacen una perfecta combinación y todo se enciende, llamas infernales de deseo hicieron que Miguel Parrow, la cargará y ella envolviera sus delgadas pierdas en la cintura de élMiguel está muy entusiasmado, y la quiere hacer suya ya, pero como es de día, y están en una terraza, dónde claramente hay edificios altos alrededor, es posible que alguien los
—¿Sorprendida de verme, estimada, señora Hortensia?— pregunta siendo muy arrogante, literal que la asustó mucho —¿Se quedó muda?— pregunta ya que ella está en total silencio, así que para romper el hielo, sonríe muy nerviosa —para nada... Es que tú visita me ha sorprendido Miguelito—¿Puedo pasar?— Miguel ni siquiera parpadea, pero sabe que debe cuidarse y no dar un falso movimiento —sí, sí... Claro, adelante que vergüenza contigo— se hace a un lado y Miguel ingresa a la casa —¿Dónde está mi amada?— pregunta sonriendo diminuto, causando temor en la señora Hortensia —¿Mi hija? Sí... Amm espera y la voy a buscar—No. Descuide, mejor tome asiento y hablemos lo que han planeando de la boda— Miguel toma asiento en el gran mueble y se cruza de piernas, por lo tanto, la señora Hortensia palidece, jamás había visto a Miguel tan serio y sabe que algo está mal —pero... Pero voy a llamar a Natalia, ella se pondrá feliz de verte—descuide, tome asiento y hablemos— le pide y Hortensia mira