--- “Comí un poco”, respondió Liam tímidamente. “Tenía ganas de masticar algo porque estaba demasiado nervioso”. Jeremy se burló. “¿De verdad? ¡Compraré diez libras de naranjas más tarde y tú tienes que terminarlas todas frente a mí!”. ¡Eso es tan cruel! señor Langley Liam se quebró y confesó todo, casi al borde de las lágrimas. “Señor Langley, soy solo un empleado de poca montas. Todo fue idea de su padre. Muéstreme un poco de piedad”. El rostro de Jeremy se ensombreció y las venas de su frente se hincharon debido a la ira. Realmente se había preocupado mucho pensando que Frederick estaba realmente mal, pero ahora se sentía mucho más aliviado. Liam murmuró débilmente: “El viejo señor Langley está preocupado. Desea tener un nieto. Dejará de hacer tonterías una vez que usted cumpla ese deseo, señor Langley”. “¿Te di permiso para hablar?” El pobre asistente cerró la boca y se giró hacia la pared, abatido. ¡Mi vida es tan dura! Media hora después, Camila salió de la sala.
La mujer que amaba podía pronunciar sin preocupación que lo entregaría a otra mujer. ¡Qué frustrante!. Camila, Noé y Lena llegaron a la casa de Claudia y se dieron cuenta de que esta ya tenía invitados. Para su sorpresa, se trataba de Jenifer, que había estado en el extranjero durante unos meses para filmar una película, y también la acompañaba un joven. —Noé, ¡ha pasado mucho tiempo! —Guille se acercó y chocó los puños con Noé. Noé miró en dirección a la cocina y dijo con admiración: “Seguro que eres increíble por poder soportar la terrible personalidad de Jenifer”. —Noé, debes haberme mentido en el pasado. Jenifer tiene una gran personalidad, además de que es linda. Tengo mucha suerte de estar con ella —defendió Guille a su novia. Noé se quedó sin palabras. Jenifer se llevó un buen susto cuando se enteró de que Lena y Noé estaban saliendo. Después de todo, Lena la había intimidado muchas veces en el set en el pasado. Era natural que tuviera algún prejuicio contr
--- Cuando Jeremy la vio parada en la entrada de la casa con la cara larga, le preguntó con curiosidad: —¿Qué te pasa? —¡Nada! —resopló Camila y se dio la vuelta para irse. Jeremy caminó rápido y la alcanzó. Le tomó la mano y le preguntó: —¿No estás aquí para traerme la cena? ¿Por qué te vas sin dármela? —¡Ya no tengo ganas de dártela! ¿Por qué no dejas que la mujer que está dentro te prepare la cena? Jeremy estaba desconcertado y respondió: —No hay nadie en mi casa aparte de nosotros dos. —¡No mientas! Jeremy, de repente, se dio cuenta de algo. Al ver el rostro enojado de Camila, esbozó una sonrisa. La tomó en brazos y entró en la casa. Camila forcejeó. —¿Qué estás haciendo? ¡Suéltame! ¡No voy a entrar! —Tengo que demostrar mi inocencia. Después de entrar en la sala de estar, Jeremy la bajó y tomó el control remoto. —Escuchate esto. Luego, Jeremy encendió el televisor. La pantalla mostró un anuncio de un hospital para mascotas. En el anuncio, una muj
---Camila aprovechó y lo empujó con fuerza, caminando hacia adentro con el cachorro en sus brazos.Al abrir la puerta, apareció Verónica, vestida con un elegante vestido largo color vino. Lucía gentil y cautivadora. Sonrió levemente y saludó a Camila:—Señorita Reynad, disculpe la intromisión. Estoy aquí para llevarme algunas cosas.Camila, con las mejillas ardiendo, se levantó y la saludó antes de volver a su asiento.Jeremy intervino y dijo a Verónica:—Vamos al estudio.Subieron las escaleras uno tras otro mientras Camila los miraba desde su lugar.---Jeremy le había explicado que el matrimonio entre él y Verónica era falso. Aun así, Camila no podía evitar sentirse descontenta. Era como si todos tuvieran acceso a su casa.Camila pasó un rato jugando a la pelota con Lucky dentro de la sala de estar. De vez en cuando, sus ojos se dirigían al reloj de la pared, pero no estaba segura de qué estaba esperando.Media hora después, Jeremy y Verónica bajaron las escaleras. Ella se dio la
---Una sonrisa se dibujó en los labios de Camila. Cerró los ojos y recordó con detalle las palabras de Jeremy cuando la abrazaba al lado de la piscina. Sus promesas sonaban realmente sinceras, aunque en realidad no necesitaba depender de la protección de nadie.Su caótica infancia le enseñó a ser fuerte e independiente. Pero en ese momento, no pudo evitar que su corazón revoloteara de emoción.Él juró que no le mentiría nunca más. ¿Sería cierto que cumpliría esa promesa? La mente de Camila estaba muy confundida.Salió de sus pensamientos, y después de recoger su camisón del clóset, fue al baño, se dio una ducha y finalmente se fue a dormir.A la mañana siguiente, cuando Camila despertó y estaba a punto de salir de la habitación, escuchó algunos ruidos que venían de la sala de estar. Al salir, vio cientos de rosas rojas esparcidas por todas partes y a Edwin y a Hada charlando y comportándose amorosos y juguetonamente como siempre.Camila suspiró y puso los ojos en blanco.Edwin, al v
--- ¡Novia eres la primera! ¡Lo juro! —Era cierto que ella era la primera mujer que quería traer a casa de sus padres para formalizar una relación. Satisfecha con su respuesta, dejó de hacerle más preguntas. Edwin la llevó en su auto. —Señor González. —La vieja ama de llaves que abrió la puerta se sorprendió al ver a una joven junto a Edwin—. ¿Es ella su amiga, señor González? “¡Ella es mi novia!” corrigió Edwin. —Hola —saludó rápidamente Hada. “Un placer conocerte”. saludo el ama de llaves Luego condujo a la pareja al interior de la casa antes de avisarle a Pamela, la madre de Edwin, de su llegada. La majestuosa sala de estar estaba decorada con cuadros famosos que valían al menos decenas de millones. Mientras Hada observaba ansiosamente su entorno, Edwin de repente le dio una palmadita en el hombro. Hada tampoco la vista Vio a una mujer de mediana edad hermosa y elegante de piel muy clara que salía de la cocina y caminaba Asia ellos. —¡Mamá! —Edwin le dio un gra
--- Sin darse cuenta de los pensamientos de Hada, Edwin sacó el anillo de la caja y dijo con seriedad: —Hada, me gustas mucho, mucho. Cada vez que estoy contigo, solo puedo pensar en querer pasar el resto de mi vida contigo. Aun así, no me gusta mucho la idea del matrimonio. Si no te importa, comprometámonos primero y esperemos hasta que... —¡Qué tontería! —Vincent golpeó la mesa con la palma de la mano, interrumpiendo la propuesta de Edwin—. ¡Edwin, deberías centrarte en tu carrera y ocuparte del negocio familiar! —Comprometerme no afectará mi carrera —argumentó Edwin. —¡No! ¡Eres demasiado juguetón con las mujeres! ¡Comprometerse podría darle falsas esperanzas y herir sus sentimientos! —¿De verdad soy tan horrible, papá? —preguntó Edwin, disgustado—. Soy un hombre de palabra. Seré bueno con Hada, ¿o acaso no te agrada? —Así es. No me agrada. ¡Ustedes dos vienen de orígenes completamente diferentes! —exclamó Vincent—. ¿Cómo pueden beneficiarte si su familia no tiene un
--- Mientras iban en el taxi, **Camila y Hada** conversaban. —¿Qué sentido tiene todo esto? Además, ni siquiera me enviaron una invitación —dijo Camila exasperada. —Vamos. No hay ninguna razón para que nos niegue la entrada. Ellos anunciaron que la boda era pública, y si no, Edwin tendrá una manera de dejarnos entrar. Probablemente ya esté allí. Camila frunció los labios. —¿Estás molesta, Nana? —Hada se acercó a Camila y la tomó del brazo—. ¿Aún tienes sentimientos por el señor Langley? —De ninguna manera —respondió Camila. —Tu expresión me dice lo contrario. Sin embargo, el señor Langley te ha mentido una y otra vez. Yo no lo habría perdonado si estuviera en tu lugar. Camila se rió. —Si es así, ¿por qué insistes en que asista a su boda? —Ese es otro tema —dijo Hada—. Me preocupa que los periodistas inventen historias sobre que te sientes inferior a Verónica si no estás presente. —Qué tonterías —murmuró Camila. Con entusiasmo, Hada le mostró la pantalla de su t