CAPITULO 210

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Mientras tanto, a las siete de la noche, Camila regresó a su condominio. Notó que había una figura familiar frente al edificio.

En cuanto Elías escuchó el sonido de los tacones en el suelo, se dio la vuelta y corrió hacia ella.

—¡Isabel, al fin llegaste!

—¿No tienes vergüenza, Elías? —Camila lo miró con enojo al darse cuenta de quién era—. ¿Buscaste mi dirección porque no pudiste encontrarme en casa de mi madre?

—No tuve elección. Tu hermano...

—¡Es tu hijo, no mi hermano! —interrumpió Camila con gravedad.

Elías, aunque estaba disgustado, sabía que tenía que reprimir sus emociones para tratar de convencerla.

—Henry se ha sometido a quimioterapia muchas veces en los últimos dos meses. Es tu hermano, Camila. Por favor, ayúdalo. Todo lo que tienes que hacer es donarle un poco de tu médula ósea y te daré lo que quieras.

Camila lo miró con desdén.

—¿Sabes lo que dice el dicho, Elías Griffin? "Lo que se siembra, se cosecha". —Camila se burló—. Tu falta de corazón es la razón
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