David quedó completamente humillado.

Fui yo quien pagó a los periodistas para que estuvieran aquí. ¿Porque ahora todos están en mi contra? Y luego Camila… Creo que Marilyn tiene razón. Camila se enteró de nuestro plan y nos tendió una trampa. Pensé que era amable y que no le importaba en absoluto, ¡pero resulta que es una mujer astuta!

—¡Jódete, Camila! —David se enfureció cuando su esposa lo incriminó. Levantó el brazo con la intención de darle una bofetada.

Las pupilas de Camila se contrajeron, pero no esquivó la bofetada.

No tenía intención de esquivarla.

La sala estaba llena de periodistas, incluido el que ella contrató. Recibir una bofetada podría hacer que su mejilla se hinchara durante unos días, pero el que se llevaría la peor parte sería David.

—Señor Langley, ¿qué está haciendo? ¿Va a golpearla? —Alguien agarró el brazo de David y se puso frente a Camila de manera protectora. Su voz sonó escalofriante.

—¿Señor Liam? —David se sorprendió al ver a Liam allí.

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