UGPEM. CAPÍTULO 27. ¡Tacones fuera!—¡No, espera, me gusta mi cartelito! —lo atajó Max antes de que lo lanzara a la basura.—Pues te dejo el cartelito pero le quitamos lo de Asistente... ¡y te conseguimos una asistente! ¡Que otro busque café! ¡Tú no puedes estar haciendo eso en tu estado! —gruñó Liam.—¿Qué estado? —se asustó Garret.—¡Tuvo neumonía! —respondió Liam—. ¡Tuvo neumonía por caerse al mar, porque le pegó una jaula de pesca que venía directo a mí y ella me sacó del camino!—Tampoco fue para tanto...—¿Esto no es para tanto? —replicó Liam subiéndole la blusa sobre el abdomen.El viejo Garret hizo un gesto de "auch" al ver los hematomas y Max le pegó a Liam en la nuca.—¡Tarado! ¡Tu padre no tiene por qué verme encuerada! —le espetó, pero cuando volvió a mirar a Garret, solo había un mudo pero sincero agradecimiento en los ojos del hombre.—Voy por mi maletín y ya nos vamos —sentenció Liam y apenas se quedaron solos Garret se giró hacia ella.—¿Necesitas un médico? —le pregun
UGPEM. CAPÍTULO 28. Una galaSi algo le sobraba a Maxine Jhonson, eran las ganas de ayudar a los demás. En aquel mar de mentiras en que nadaba para poder mantener su coartada frente a Liam, había muchas verdades, y que había crecido en un orfanato era una de ellas. Por desgracia para las personas que crecían en orfanatos solo había dos posibles caminos: el distanciamiento o la responsabilidad, y Max había elegido la segunda.Crecer sin padres era duro, pero había tenido gente buena alrededor para ayudarla a encaminarse, por eso sentía que retribuir un poco de lo que había recibido era lo correcto.La semana que siguió fue agitada, Max cambió sus tacones por botas de tacón bajo y Liam se molestó porque aun así sus ejecutivos no dejaban de babear por ella.Se dedicaron por entero a organizar aquella gala benéfica antes de que saliera el primer carguero y él se sorprendió de ver que aquella mujer tenía la capacidad de orden de un general en campaña, por donde se movía la gente corría a o
UGPEM. CAPÍTULO 29. “Mi esposa”Con un gruñido bajo, Liam levantó a Max en sus brazos, apretando su cuerpo contra el suyo mientras profundizaba el beso. Ella podía sentir su excitación endureciéndose contra su vientre mientras se besaban, sus lenguas bailando juntas entre la lujuria y la contención.Cuando finalmente se separaron con un suspiro de satisfacción, se miraron por un largo segundo y él sonrió.—¿Quieres que te traiga una pastilla para el dolor de cabeza? —preguntó con amabilidad.—Pero no me duele la cabeza...—¡Entonces ya te imaginas lo que te voy a hacer esta noche! ¡Quiero sexo salvaje!—Pero...—¡Sexo salvaje, dije! —exclamó Liam y ella se echó a reír mientras lo besaba de nuevo.El resto de la noche fue muy movida, Max se encargaba de coleccionar cheques de donación, pero no le quitaba la vista de encina a Liam. Por lo general siempre estaban su padre o Alexis junto a él, pero si Max esperaba que los enemigos de Garret le dieran problemas, otro muy diferente fue el q
UGPEM. CAPÍTULO 30. ¡Suéltala, no la toques!"Todavía" y "Última marca".Parecían palabras simples pero para Marquet y Saínz, los dos exmarines que estaban en aquella camioneta, representaban mucho."Todavía" significaba que la teniente Jhonson no les daba permiso aun para intervenir."Última marca" significaba que debían seguirla de cerca y actuar cuando no tuvieran más remedio, esperando su última señal.Y por encima de todo, esas palabras significaban que estaba drogada pero no incapacitada, así que Marquet se puso al volante y siguió a la camioneta en la que se los llevaban, mientras Saínz preparaba todo el equipo de asalto.Salieron de la ciudad por una autopista bastante concurrida, pero una hora después se desviaron por un camino de tierra en el bosque.Max se desperezó con el rebote de la camioneta sobre los baches del camino, pero no abrió los ojos para no alertar a sus secuestradores. Relajó el cuerpo cuando la sacaron y la sentaron en una silla, atándole las manos a la espa
UGPEM. CAPÍTULO 31. Júrame que estás bienEl silencio en la habitación fue sepulcral, tal como la expresión de sorpresa en el rostro de aquel hombre muerto. En el mismo instante en que el tacón lleno de sangre salió de esa oreja se escuchó el rugido de Liam, levantándose con silla y todo y lanzándose hacia atrás con todas sus fuerzas. Su cuerpazo cayó sobre el hombre tras él, aplastándolo, mientras Max le daba un violento cabezazo al que tenía detrás, rompiéndole la nariz.Rodó por el suelo, pasando las manos atadas bajo sus piernas y pateando al tipo de la nariz rota lejos de ella mientras corría hacia la pistola.El otro hombre intentaba asfixiar a Liam, pero la silla se había roto y Max lo vio levantarse lleno de rabia, golpeando brutalmente a su agresor con la misma madera que todavía llevaba pegada a las manos.Él se volvió cuando escuchó el primer disparo y vio el arma en las manos de Max. Un tipo corría fuera de la habitación y de repente ella corrió hacia él, lanzándose sobre
UGPEM. CAPÍTULO 32. ¡Entonces me cargas!Liam estaba de pie junto a la única ventana de la cabaña, vigilante, con todos los sentidos alerta, tenía la adrenalina a tope y sentía como si el corazón le fuera a salir volando del pecho de un momento a otro. Pero el silencio en el bosque era tal que si un hombre hubiera pisado una rama a un kilómetro probablemente se habría escuchado.Mientras, Max buscó en el único armario. Había ropa con olor a guardado, pero estaba limpia, sacó algo que le serviría y por suerte encontró unas botas más chicas que los zapatos de Liam.Y como en toda cabaña de caza no podía faltar, había varias armas y cajas de balas en el fondo del armario.—Cálmate, la puerta está asegurada, estamos rodeados de rifles de caza y municiones —le dijo Max—. Además te garantizo que no nos van a encontrar.—¿Cómo estás tan segura? —murmuró Liam.—Porque para encontrarnos en la noche tendrían que saber rastrear, y esos apenas parecían capaces de masticar su propia comida —gruñó
UGPEM. CAPÍTULO 33. El hogar que te merecesMax sintió que su cuerpo se estremecía ante la idea y gimió aún más cuando él la penetró con un dedo, moviéndolo con habilidad dentro de ella.—¿Te gusta? —le preguntó Liam besando su cuello y Max no pudo responder, solo asintió débilmente mientras él la levantaba, haciéndola enredar las piernas en su cintura para luego apoyar su trasero en un pequeño muro que salía de la pared.La calidez de Max sobre su vientre era como un desafío a aquella erección feroz con que la rozaba hasta desesperarla.—¿Estás lista para esto, nena? —susurró Liam en su oído.—¡Por favor! —suplicó Max devorando su boca.—¿Qué? Dime —sonrió él.—¡Tú sabes! ¡Ahora! —gruñó ella a punto de golpearlo.—No, no lo sé. ¿Será... esto? —preguntó Liam y Max gimió fuerte cuando sus caderas la impulsaron contra la pared, penetrándola, haciendo que entrara despacio, centímetro a centímetro hasta perderse completamente dentro de su cuerpo.—¡Dios! —jadeó ella.—Pero mis amigos me d
UGPEM. CAPÍTULO 34. AcurrucadosLiam abrió los ojos despacio, envuelto en aquella somnolencia cansada, y sonrió cuando lo primero que vio frente a él fue el rostro sereno de Max. No podía explicar los sentimientos que le provocaba aquella mujer, habían sido muchos y muy variados desde que la había conocido, pero definitivamente todos habían desembocado en una espiral de deseo y ternura que él no había experimentado nunca antes, al menos no por la misma mujer.Le acarició un mechón de cabello que le caía sobre la cara y se lo apartó, era una mujer muy hermosa, con un cuerpo de infarto y un carácter muy difícil, y todo eso estaba empezando a gustarle demasiado. Solo quería que estuviera bien y feliz.Por desgracia una idea llevó a la otra y a la mente de Liam volvió el maldito secuestro y las palabras de aquellos hombres diciendo que iban a violar a Max hasta que la mataran. Su cuerpo se tensó de impotencia y la estrechó con fuerza.—Todo está bien, muñeco —la escuchó murmurar contra su