CAPÍTULO 24. PRIMERA VEZ

Elizabeth llego profundamente dormida después de haber llorado en mis brazos mas de media hora. La subí en brazos envuelta en una  pijama  de animalitos muy graciosa, la acosté e inmediatamente se removió incómoda ¡ay Dios! Que no despierte con otra crisis porque ahora si moriré infartado.

—¡No quiero! – sentada en

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