Andrea no era capaz de explicar la sensación de vértigo que la había invadido al estar frente a frente con Zack, y más al escucharlo decir que era el dueño de la empresa. La costumbre era una cosa muy dura, porque su primer pensamiento fue: "¡Dios, le eché veinte cafés encima al dueño de la empresa
Andrea trastabilló tras él, entró en aquella oficina sin miedo por primera vez en meses y Ben, el socio de Zack, le sonrió con amabilidad, guardándose su impresión de que era la mujer más desarreglada que había conocido. —¿Estás bien? —le preguntó Zack y ella dijo que sí con voz temblorosa. —Parec
—Pues yo puedo confirmarlo, pero no los tengo —murmuró preocupada—. ¡Todos los respaldos los tenía Trembley o están en la...! Los dos se miraron espantados. —¡La sala de servidores! —gritaron a la vez y salieron corriendo de la oficina. Posiblemente nadie esperaba ver al nuevo dueño y a su secret
A Zack se le hizo un nudo en la garganta al escuchar la voz de su madre, estaba llorosa y alterada y enseguida supo que era porque algo malo había sucedido. —¿Qué le pasó a mi papá? —preguntó mientras se sentaba o de lo contrario le fallarías las piernas. —Tu papá tuvo otra crisis del corazón, hij
—Sí, aquí está... lo siento, no ha sido el mejor día. —Está bien, es un gusto ayud... —detrás de ella se escuchó aquel sonido característico y Zack escuchó cómo Andrea intentaba calmar el llanto de su bebé—. Lo siento señor Keller... ¿Qué me decía?... Shshshshs tranquila mi amor... —No, nada, de n
Andrea miró a todos lados, confundida, como si Zack acabara de golpearla en la cabeza con algo contundente. —¿Qué buscas? —preguntó él frunciendo el ceño. —La cámara oculta... —respondió ella—. O la camisa de fuerza que debe tener por ahí... porque no veo que esté muy cuerdo ahora mismo. Él respi
—Está bien... —susurró—. ¿Qué tengo que hacer? Zack suspiró con alivio. —¡Ahora toca entrenamiento! —exclamó—. Te invito a almorzar hoy y vemos los detalles. ¡Y vaya que había detalles que discutir! Cuando Zack la llevó más tarde a un agradable restaurante y sacó la silla cortésmente para ella,
Llegó escondida, camuflada, camaleónica y tan silenciosa que cuando escuchó aquel "Andrea" despegó el trasero del asiento como treinta centímetros del susto que se llevó. —¡Aaaaaaah! —ahogó un grito y luego se agarró de los brazos de su silla, mirando a Zack. —Así tendrás la conciencia —se burló é