CAPITULO 117: NO ERES MI PADRE.Un mes después…Rodrik Philips estaba en el estudio de su casa en Chicago cuando su teléfono sonó.—¿Bueno? —contestó él, con voz grave.—¿Papá? —La voz al otro lado de la línea era inconfundible.Rodrik no dijo nada por un momento, pero reconoció rápidamente la voz de su hija.—¿Inesa?—Sí, papá, soy yo.Rodrik tragó saliva y se llevó una mano al pecho. Había pasado un mes desde el accidente de Sebastián y, por supuesto, él estaba al tanto de que Inesa había tenido algo que ver con ello. No podía creer que su hija estuviera tan mal mentalmente, pero seguía siendo su hija.—¿Papá, estás ahí? ¿Me estás escuchando? —La voz de Inesa sonaba ansiosa.—Sí, sí, cariño. Aquí estoy —respondió Rodrik, tratando de mantener la calma.Del otro lado, Inesa miraba a todos lados nerviosa. Sabía perfectamente que estaba siendo buscada por las autoridades, pero se había quedado sin dinero, así que no tuvo más remedio que llamar a su padre. Si utilizaba algunas de sus tar
CAPÍTULO 118: PERSECUCIÓN.—¡Los llamaste! ¡Me traicionaste! —Inesa gritó, con los ojos llenos de furia.Rodrik apretó los labios sin sentir culpa. Había llamado al oficial de la policía después de que ella le diera la dirección. Aunque fuera su hija y le doliera saber que era inestable mentalmente, no podía permitir que siguiera haciendo daño.—No, no soy un traidor, Inesa. Lo hice porque te amo. Hija, estás fuera de control.La furia explotó dentro de ella, quien sin poder evitarlo presionó el gatillo.—¡No vuelvas a llamarme loca! ¡Nunca más!El disparo resonó en el lugar abandonado y Rodrik cayó al suelo, sintiendo la sangre fluir de su cuerpo. Su hija le había disparado, sin embargo, no era el disparo lo que estaba acabando con su vida, sino su corazón. Inesa le había disparado en el hombro, pero él estaba teniendo un ataque cardíaco. Sin embargo, Inesa no se inmutó, ni se quedó a ayudarlo.Simplemente, lo miró una vez más antes de girarse y salir corriendo.—Inesa… Inesa… hija…
CAPÍTULO 119: BUENAS NOTICIAS.Sebastián se puso de pie y miró a Mateo, que estaba sentado frente a él en la oficina.—¿Están seguros? —preguntó con voz firme, mientras sostenía el teléfono contra su oído.Mateo levantó la vista, curioso.—Bien, manténganme informado. Necesito estar seguro de que esa mujer está muerta —colgó el teléfono y se giró hacia su amigo.—¿Quién está muerta? —preguntó Mateo, con un tono de intriga.—Inesa —dijo Sebastián, yendo a servirse un trago—. Al parecer su auto cayó por una ladera, se incendió y su cuerpo se despedazó y se quemó. Tardarán en corroborar que es ella.Mateo guardó silencio, procesando la información.—Entonces, ¿no están seguros de que es ella? —preguntó finalmente.—Según el oficial, sí es ella, pero yo necesito estar seguro al 100 %, Mateo. Esa mujer es un peligro andante.Mateo asintió lentamente.—Sí, quién diría que detrás de esa cara atractiva había una mente perturbada. Una lástima, Inesa… no estaba nada mal.Sebastián frunció el ce
CAPÍTULO 120: ¿CUÁL ES TU ELECCIÓN?El ambiente en la mansión Ashford era de total alegría. Otro mes había pasado y ese día sería el día. Después de que Sebastián aceptara la propuesta de matrimonio de Isabella, ella se encargó de planificar su boda. El jardín de la casa de los padres de Sebastián estaba decorado con un estilo romántico y elegante: guirnaldas de luces colgaban entre los árboles, flores blancas y rosadas adornaban cada rincón, y un camino de pétalos de rosa conducía a un altar cubierto de tul y flores frescas. Los empleados del catering y los organizadores trabajaban en los últimos detalles.Sebastián estaba en su habitación terminando de vestirse, acompañado de su amigo Mateo y también su otro mejor amigo, uno que no había visto en mucho tiempo: Giovanni D’ Ángelo.—Nunca pensé que vería este día —dijo Giovanni, un hombre de cabello castaño y porte elegante, mientras bebía un trago de su whisky y miraba divertido a Sebastián—. Recuerdo que dijiste que nunca pasarías p
CAPITULO 121: ¡NO VA A CASARSE CONMIGO!El ambiente en el jardín de la mansión era alegre, festivo y romántico. Coraline sonreía mientras sostenía a su nieta, que llevaba un lindo vestido rosa. Rogert conversaba con algunos viejos amigos y Nicholas no se apartaba de la mesa de los chocolates. Sebastián esperaba en el altar, su rostro era nervioso y contenido. A su lado, sus padrinos y también sus amigos le daban ánimos.—Vamos, deja esa cara, ya te has casado antes, los nervios son para los inexpertos —se burló Giovanni.Sebastián solo le dio una mirada reprobatoria y el hombre se echó a reír. Mateo sí estaba preocupado; la expresión de Sebastián había cambiado radicalmente.—¿Qué te pasa? Estás tenso y nervioso —le dijo en voz baja.—Nada, estoy bien —Sebastián trató de tranquilizarlo.—Déjalo —Giovanni volvió a la carga—, está nervioso de que su futura esposa se arrepienta y lo deje plantado.Mateo contuvo una carcajada.—¿Isabella? ¿Dejarlo plantado? No, puede caerse el mundo, pero
CAPITULO 122: UNA PRUEBA.Se conectó al tercer tono.—Señor Ashford...―¡Son unos inútiles! —fue lo primero que dijo, estaba enojado y asustado.—¿Perdón? ―dijo el agente.—¡Lo que escuchó! ¿Qué clase de cuerpo policial son? ¿Escuchó el maldito mensaje que le dejé?El agente miró a su compañero, confundido.—La verdad no.—Pues no se moleste, yo le voy a decir. ¡La maldita loca de Inesa Philips está viva! ¡Viva!—¡¡¡¿Qué?!!!—Sí, así como lo oye. Llamó a mi mujer y la amenazó, y para colmo, por culpa de su ineptitud ¡se canceló mi boda!Las sienes de Sebastián latían, sus manos se apretaban tan fuerte que sus nudillos se volvieron blancos.—Qué clase de policía son, ¿eh? Llamaron para decir que era ella la quemada. ¿Y qué? ¡¿Resucitó como Jesucristo?!El agente estaba en shock.—Señor Ashford, no sé qué decirle. Las pertenencias eran de ella y el señor Phillips reconoció el collar y los forenses...―¡A la mierd@ sus excusas!¡No había malditas pruebas científicas! Y por su negligencia,
CAPITULO 124: FABRICA ABANDONADA. *** En el hospital, Inesa marcó nuevamente. Tenía varios teléfonos desechables, asegurándose de que fuera difícil rastrearla. Se metió en el baño de damas y se quitó la peluca pelirroja y los lentes de contacto. Había entrado en el hospital disfrazándose de enfermera y hasta hace un momento le había provocado una recaída al padre de Isabella, diciéndole todo lo que pensaba hacer con su hija. Los ojos llenos de miedo del viejo la hicieron sonreír. —Veamos si con esto entiendes que no estoy jugando, Isabella —murmuró antes de llevarse el teléfono al oído. Cuando escuchó su voz ahogada y llena de miedo, una sensación de victoria la embargó. —¿Ahora sí estás convencida? ¿O crees que estoy jugando? Isabella contuvo las ganas de maldecirla. —¿Qué es lo que quieres que haga ahora? —preguntó directamente. —Bien, Isa. Bien, así me gusta. Bueno, vas a ir a la dirección que te voy a dar. Y… escucha bien, vas a ir sola. ¿Entiendes? Sola. Hazlo por papi, m
CAPITULO 125: AJUSTE DE CUENTAS.Isabella detuvo el auto frente a la vieja fábrica, sus manos se negaban a soltar el volante, el miedo vibraba dentro de ella. Lentamente, se llevó una mano al vientre y cerró los ojos. Había sido imprudente, sí, pero no tenía más opción. ¿Cómo iba a vivir si su padre salía lastimado, o Nicholas, o su hija? Así que su única salida era confiar en que Sebastián llegaría a tiempo y pudieran finalmente atrapar a Inesa.Respiró hondo y abrió la puerta, salió del auto y luego caminó lentamente hacia el viejo edificio. Cuando entró, el lugar estaba medio oscuro y lleno de polvo y telarañas.—I… Inesa… —llamó asustada—. Inesa, ¡estoy aquí! ¡Sal!Pero nadie contestó. Isabella tragó saliva y continuó caminando.—¡Inesa! ¡Aquí estoy! Querías verme, bueno, ¡sal y arreglemos esto de una vez por todas!Nuevamente nadie contestó. Isabella comenzó a preguntarse si quizás no había sido otra trampa y ahora mismo Inesa estaba en el hospital lastimando a su padre. Justo cu