CURVAS DE INFARTO. CAPÍTULO 38. Gemidos en la nocheLa besó como si quisiera tatuarse su sabor, con urgencia y deseo, porque sabía que esa noche cruzarían del todo la línea. Con la palma abierta sobre su vientre, encontró ese punto exacto que la volvía loca, haciéndola temblar, maldecir, gemir y, fi
CURVAS DE INFARTO. CAPÍTULO 39. Cosas innombrablesLa respiración de Chloe se volvió más profunda. El deseo la recorría entera, como un cosquilleo eléctrico desde el vientre hasta los muslos que se iba haciendo más desesperado por segundos. Él intensificó sus movimientos, marcando un ritmo lento per
CURVAS DE INFARTO. CAPÍTULO 40. Un poquito de confianza en sí mismaEl viaje de regreso a la ciudad fue tranquilo… más o menos. Chloe se pasaba el camino lanzándole miraditas a Elías, que tenía el volante apretado como si de verdad la camioneta fuera a escaparse volando.—¿Por qué estás tan sudado?
CURVAS DE INFARTO. CAPÍTULO 41. Una cuenta falsaChloe trastabilló mientras el corazón le subí a la garganta y se quedaba mirando las fotos en aquel celular como si le provocaran la vergüenza más grande de su vida.Eran foto suyas en lencería, las de la campaña… pero si solo hubiera sido no se habrí
ENERO SEATTLE —¡¿Cómo fuiste capaz de hacer esto?! —El rugido furioso de Zack Keller detuvo a su novia en la misma puerta de la casa apenas la vio llegar. Giselle vio una hoja en su mano y ni siquiera sabía de qué estaba hablando, pero jamás lo había visto tan alterado como en ese momento. —No s
NOVIEMBRE. VANCOUVER —¡Andrea! ¡A mi oficina! ¡Ahora! El grito de su jefe, un gerente medio en la compañía SportUnike, la hizo saltar en su asiento, angustiada, porque sabía que estaba de muy mal humor ese día. —¿Esta es una maldit@ broma? —gruñó lanzándole una carpeta de documentos a la cara—.
Pero si Zack creía que algo en aquella empresa iba mal, su instinto se disparó cuando bajó al estacionamiento y vio a la mujer apoyada en una de las paredes. Intentaba cambiarse los zapatos de tacón por unos tenis bajos, pero las manos le temblaban. Estuvo tentado a ir a hablarle, pero algo en él t
El rostro de Trembley enrojeció visiblemente y la dureza de sus ojos se mantuvo. —¿Esperando a Andrea? —gruñó—. ¿Te estás haciendo el gracioso o acabas de llegar y no sabes que las relaciones interpersonales están prohibidas en esta empresa? —Pues soy de lento aprendizaje pero tiendo a la imitació