Inicio / Romántica / UN AMOR DESCABELLADO / CAPÍTULO 3  ALGO LLAMADO FELICIDAD
CAPÍTULO 3  ALGO LLAMADO FELICIDAD

Dos difíciles meses habían transcurrido desde aquella noche las luchas y constantes idas a la comisaría para pedir justicia, se iban alejando, al tiempo que mí cuerpo se recuperaba dejando mi alma aun dañada, lo único que me sostenía de pie aún era mi sueño  por lo que  volvería a la escuela este era el  último semestre de clases para  graduarme y empezar la universidad.  Al llegar nadie habló del tema, no escuche susurros en pasillos y yo realmente creí que mí vida volvería a ser la misma, pero la tercera semana de haber iniciado las clases un fuerte dolor de vientre se apoderó de mí en medio de la clase de matemáticas lo que me obligó a pedir un permiso e ir a la enfermería debido a  que el dolor no pasaba, la escuela no tuvo más opción que llamar a mi abuela. 

Cuando la abuela ingresó a la sala de enfermería, mí rostro lucía pálido, eso asustó a la anciana quién no dudó en pronunciar la palabra –Hospital– con miedo de que fuera  gastritis o algo similar.

Al ingresar a la clínica el médico de turno me revisó y ordenó  algunos exámenes,  al fin del día el diagnóstico estaba listo para ser entregado, un señor ya de edad, de gran barba y con una calidez en cada palabra fue el anunciante de aquellos resultados.

–Usted está embarazada.

Aquellas palabras las soltó sin anestesia,  tanto mi abuela como yo quedamos heladas ante tal noticia, y no  pude evitar reír sarcásticamente.

–¿Estoy embarazada?, ese doctor debe estar equivocado

Recuerdo lo primero que pensé, mi abuela inclinó su cabeza y empezó a llorar, y sólo allí me di cuenta que era cierto, pero ese viejo doctor siguió diciendo…

–Usted tiene la decisión de no tenerlo, debido a que fue causada por una violación y al ser aún menor de edad  puede decidir abortar.

Aquello era cierto aún era menor de edad  y aunque solo faltaban dos meses para cumplir los 18 era aún una niña.

–¿Un aborto? 

Esa palabra jamás pasó por mi mente, mi abuela lo miró con miedo y tomando la mano de este le dijo

–Un aborto, no es permitido por Dios, y no iremos en contra de él.

Realmente quiero decirles que en ese momento estaba de acuerdo con mi abuela pero no era así aquel bebé no había sido planeado por lo que no estaba siendo esperado, además acaso ¿yo no tenía derecho de cumplir mis sueños?

Más sin embargo el doctor dijo que teníamos una semana para pensarlo y lo hice, realmente pensé mucho no había una razón por la que yo debería tenerlo y había muchas razones por las que yo no debería tenerlo, aquello me mataba, saber que alguien crecía en mí y que era producto de mí peor noche, realmente no me emocionaba.

Así que decidí que él podría también ser feliz, lo tendría  y lo amaría para que jamás fuera como su padre, así pasaron los meses, seguí mis estudios, la escuela me apoyó aquella vez y mí cumpleaños también pasó fuertemente, pronto el miedo crecía, pero la duda se disipaba y la casa se volvió a llenar de ilusión, y de colores, los vecinos no paraban de traer regalos para el nuevo bebé y mí abuela siempre me decía.

–Pronto correrá de aquí y para allá.

Pensar que alguién correría entre nosotras era tan loco que no queríamos esperar más y mientras crecía en mí vientre llegó la graduación recuerdo que fue un día soleado y desde temprano mí abuela corría emocionada de un lado a otro preparándose  y ayudándome a preparar, al bajar para irnos me miro yo usaba ese día un largo vestido que cubrían mis tobillos de un color azul cómo el cielo, siempre me ha gustado ese color, muy sencillo y con un leve escote en la espalda,  una pequeña chaqueta con adornos negros a los lados y mis zapatillas eran sin tacón use la trenzas que mi abuelo tanto le gustaba verme. 

Él decía que era un adorno que sólo su esposa podía hacer y era totalmente cierto, cubrí mis labios con un brillo de fresa, mientras íbamos mí abuela me repetía lo linda que estaba y lo orgullosa que la hacía sentir,  pero en realidad la orgullosa era yo ella habías sido mí mayor fuerza y la que verdaderamente hermosa era ella quién ese día tenía un pantalón ancho de color negro,  su blusa roja muy cubierta hasta el cuello con ese lazo en la punta y su cabello recogido, adorno sus labios con un rojo muy dulce. 

La ceremonia fué tan hermosa que no sentimos el tiempo pasar luego de aquello fuimos a comer, celebramos un poco y de allí regresamos más que feliz a casa.

Los días empezaron a pasar normales, hasta que un día muy temprano llame de un grito a mí abuela, le dije que él bebe nacería ya estábamos tan nerviosas que no sabíamos bien qué hacer, caminábamos de un lado al otro hasta que ella se detuvo y suspiro profundo 

–A calmarse.

Así fué cómo  pronto salimos de casa y llegamos a la clínica dónde nacería mi bendición más grande. Luego de la llegada de mi sol, los días se llenaron de tanta felicidad y  emoción que no tenía tiempo de recordar lo malo que habíamos vivido. En realidad, quería que mí hijo creciera con la mayor felicidad, y empecé a trabajar para darle todo aquello que él quisiera. 

Estuve tan ocupada que pronto pasaron 4 años y cuándo estaba en la cima de mí felicidad  me volví a caer de golpe, pero aunque no lo crean yo sabía que algo pasaría, pues mi corazón estaba inquieto aquella tarde a eso de las  2:00 de la tarde mí móvil sonó, la voz era de alguién que no reconocía,  pero la información dada era aquella que jamás espere recibir.

Mí abuela había sido llevaba de urgencia al hospital, corrí  como loca al llegar pedí información sobre ella y un médico joven me atendió en ese momento me informó que mí abuela  estaba  muy grave y que debía  prepararme para lo peor,  pensé por un instante que aquel joven no tenía corazón cómo me iba a pedir aquello, y eso me llevó a exaltar me   agarrando  la bata de este le grite  que –Él no era Dios– estaba tan furiosa que perdí los estribos y mientras le gritaba puedo jurar que sentí el olor de mi abuelo. Eso  me hizo temblar  algo me dijo que venía por su esposa, solté  al médico para correr a la habitación de mi abuela   al llegar a esta  ella me miró  y una leve sonrisa se apoderó de sus labios. 

–Tú abuelo ha venido a buscar me, lo  siento debes seguir sin mi ahora.

Su voz era tan suave  y cansada que sentí lastima  mí cuerpo tembló y  tuve que agarrarme de la puerta, mis piernas no daban para seguir  mientras yo veía a mi abuela que poco a poco cerraba sus ojos y ese odioso pitido sonó “piiiiiiiiiiii”  aquella fué la última vez que la vi  con vida, que la escuche, que sus ojos me vieron. No sé qué pasó después, pero cuando desperté estaba en una camilla  me levanté de tope muy preocupada.

–Mí abuela, mí sol.

Todo estaba tan fuera de su lugar que miré alrededor y pude ver a Bora, ella era mí mejor amiga y me  dijo…

-Descansa ya me ocupe de todo.

y fue cierto, se encargó de cuidar de mí hijo mientras que yo preparaba la despedida de mí abuela, pero cómo siempre el tiempo corre tan rápido que no h**o para amansar mí dolor y dejarme caer , tenía que luchar por Dorian y por mí, por eso cada mañana me repetía la frase que mi abuela siempre me dijo.

“No existe un sol que sea más grande que el deseo del éxito si viene con felicidad a su lado”

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo