En su nueva situación de “prisionero de guerra”, Darío tuvo oportunidad de visitar a su ahijada con mucha más frecuencia. Cuando no se veían en su habitación, lo hacían jugando al tenis, en alguna de las piscinas, en los turcos o cualquier de los comedores de la mansión, a la hora del almuerzo, del desayuno, la cena o incluso compartiendo una bebida o un helado.
—Me temo que Patricia no solo ha debido enfrentarse sola a esta complicada situación —dijo Darío en una de esas múltiples charlas con Helena, mientras disfrutaban de una tarde en la piscina—, sino que también ha tenido que lidiar con el abogado de la empresa que, al parecer, intenta presionarla para que lo lleve a compartir su cama.
—Eso es terrible —contestó Helena&m
Muy pocas veces en su vida Darío se había sonrojado por algo; la pregunta de su ahijada, hecha con tanta naturalidad, casi lo sofocó, pese a que el agua de la piscina todavía resbalaba por su piel.—Te darías cuenta si te miento, ¿no? —contestó Darío, con la mirada agachada.—¿Entonces sí lo es? ¿Estás emocionado?—Bueno, sí, pero no es por lo que crees…—Ah no, es que te excitan las plantas, el agua, las camas de sol… ¿o lo que ves sobre esta cama de sol?—Será mejor que pasemos la página, ¿no te parece? Ups, sí, me pillaste, ¿pero y
La reunión fue programada en la oficina de Ivania Cortázar, jefe de la agrupación de mujeres empresarias de la isla, conocidas, de manera coloquial, como Las Amazonas. Allí, Víctor ultimaría los detalles para el ataque masivo que estaba por iniciar contra los intereses empresariales de la agrupación Troy y en el que deseaba una intervención protagónica de sus nuevas aliadas para enviar el mensaje, claro y contundente, de que el conglomerado de la isla seguía fuerte y podía, si se lo proponía, eliminar de raíz a quienes lo desafiaran.Luego de ser anunciado por el secretario que asistía el despacho de Ivania, Víctor entró a la elegante oficina de Ivania y quedó sorprendido al comprobar que, más que un despacho de trabajo, parecía haber entrado al lobby de un hotel de luj
Eran tiempos convulsos, en los que muchas cosas estaban cambiando, y quedaban otras más por cambiar. Víctor jamás habría sido infiel a su esposa, Andrea, si la necesidad no lo estuviera apremiando. Necesitaba no solo de la alianza con las amazonas, sino que estas se desenvolvieran en su mejor capacidad y pusieran a su disposición todas sus habilidades, incluidas las de la “guerra sucia”.Después de reflexionar sobre lo que Ivania le había dicho en el restaurante coreano, Víctor se convenció de que, en realidad, los grandes golpes que habían padecido a manos de Missos y con los que casi quedó comprometida la soberanía de la isla, provinieron de estrategias que nada tenían que ver con el movimiento de acciones, la adquisición de compañías, jugadas en las bolsas o en los principale
Era un apartamento de lujo, como no podía ser menos tratándose del lugar de residencia del vicepresidente jurídico de la compañía. Después de repasar su expediente, una sencilla lectura porque Charlotte conocía cada aspecto de cada uno de los empleados de la empresa, la asistente de la nueva presidente interina se presentó en la residencia del abogado que ahora acosaba, con inusitada insistencia, a su jefa.—Bienvenida, sigue —dijo el hombre que abrió la puerta doble de seguridad que daba acceso a un loft de enormes ventanales, pisos laminados brillantes y la decoración que solo un costoso diseñador de interiores, con un presupuesto millonario, podía conseguir.—Es impresionante —dijo Charlotte al ingresar al área social, mirando hacia
Bajo el peso de sus caderas, las firmes y redondeadas nalgas de Helena se estremecían, subiendo y contrayéndose para recibirlo con más fuerza y más profundo. Ya lo escuchaba jadeando sobre su espalda y sentía que estaba pronto a hacer brotar la carga que había demorado, a la espera de que ella también alcanzara el clímax. Intentó acelerarlo, pero antes de que lo consiguiera sintió la cálida emanación filtrándose por sus contornos, mientras él se abalanzaba encima suyo, con suavidad, para aferrarse a sus senos y masajearlos mientras el placer seguía latente en la punta de su glande.—Lo siento, intenté retenerlo lo más que pude, pero eres tan bella… —dijo a su oído, aún suspirando, el padrino de Helena.&md
Los dos hombres se dirigieron a la misma piscina en donde había comenzado el amorío entre padrino y ahijada. Allí, Víctor se sentó en uno de los kioscos que rodeaban la orilla y Darío lo emuló. Un lacayo les ofreció el almuerzo y ordenaron.—Fue aquí en donde comenzaron su amorío, ¿no es así? —preguntó Víctor luego de que el empleado se hubiera marchado. Darío ya sospechaba que la elección del lugar había sido premeditada. —Creí que íbamos a hablar sobre la manera en que mi empresa no iba a verse afectada con el siguiente ataque —contestó Darío, paseando la mirada por los alrededores de la piscina. —Y en eso estamos —respondió Víctor—. Recuerda que eso solo sucederá dependiendo de tu grado de colaboración voluntaria con la información que me suministres. Así que repito mi pregunta: fue aquí en donde comenzaron su amorío, ¿no es así? —No me digas que eres de esos a los que les gusta preguntar lo que ya saben —contestó Darío, con una sonrisa sarcástica en su rostro. —Solo estoy abri
El ataque contra el conglomerado empresarial Missos iba a ser arrollador, no quedaría piedra sobre piedra, los campos serían quemados y se arrojaría sal y azufre sobre ellos para que nada volviera a crecer, sería tan devastador que hasta la economía nacional lo sentiría, como un fuerte temblor que llegaría incluso a derrocar al gobierno, acusado por no tomar medidas contra las ambiciones egoístas de Fabricio y sus lacayos. Al menos así lo veía Martina cuando aterrizó, por segunda vez, en la isla.Desde su primer arribo a ese mismo aeropuerto, la situación de la influencer había mejorado de manera gigantesca, casi había tomado un giro de 180 grados. Ahora no solo sabía que en su vientre crecía el vástago de un multimillonario que se haría cargo de su manutención, sino qu
Cuando vio a Darío, lo primero en lo que pensó Martina fue en cómo pudo ocurrírsele a Víctor que ella podía acostarse con ese hombre. De nariz ganchuda, ojos algo saltones y pequeños, rostro más bien desproporcionado y labios de sapo, ni siquiera provocaba besarlo, así fuera a convertirse en un príncipe. Su único atributo, al menos físico, era su estatura y robustez, el cuerpo de un atleta, aunque ya también era cierto que tenía sus años y algunos músculos debían estar escurridos.—Martina, volvemos a vernos —saludó Darío al entrar y, al contrario que ella, él sí vio la encarnación de una joven diosa del amor, venida a la Tierra para atormentar a los hombres y que se pelearan entre ellos para conquistar su belleza.