Eran tiempos convulsos, en los que muchas cosas estaban cambiando, y quedaban otras más por cambiar. Víctor jamás habría sido infiel a su esposa, Andrea, si la necesidad no lo estuviera apremiando. Necesitaba no solo de la alianza con las amazonas, sino que estas se desenvolvieran en su mejor capacidad y pusieran a su disposición todas sus habilidades, incluidas las de la “guerra sucia”.
Después de reflexionar sobre lo que Ivania le había dicho en el restaurante coreano, Víctor se convenció de que, en realidad, los grandes golpes que habían padecido a manos de Missos y con los que casi quedó comprometida la soberanía de la isla, provinieron de estrategias que nada tenían que ver con el movimiento de acciones, la adquisición de compañías, jugadas en las bolsas o en los principale
Era un apartamento de lujo, como no podía ser menos tratándose del lugar de residencia del vicepresidente jurídico de la compañía. Después de repasar su expediente, una sencilla lectura porque Charlotte conocía cada aspecto de cada uno de los empleados de la empresa, la asistente de la nueva presidente interina se presentó en la residencia del abogado que ahora acosaba, con inusitada insistencia, a su jefa.—Bienvenida, sigue —dijo el hombre que abrió la puerta doble de seguridad que daba acceso a un loft de enormes ventanales, pisos laminados brillantes y la decoración que solo un costoso diseñador de interiores, con un presupuesto millonario, podía conseguir.—Es impresionante —dijo Charlotte al ingresar al área social, mirando hacia
Bajo el peso de sus caderas, las firmes y redondeadas nalgas de Helena se estremecían, subiendo y contrayéndose para recibirlo con más fuerza y más profundo. Ya lo escuchaba jadeando sobre su espalda y sentía que estaba pronto a hacer brotar la carga que había demorado, a la espera de que ella también alcanzara el clímax. Intentó acelerarlo, pero antes de que lo consiguiera sintió la cálida emanación filtrándose por sus contornos, mientras él se abalanzaba encima suyo, con suavidad, para aferrarse a sus senos y masajearlos mientras el placer seguía latente en la punta de su glande.—Lo siento, intenté retenerlo lo más que pude, pero eres tan bella… —dijo a su oído, aún suspirando, el padrino de Helena.&md
Los dos hombres se dirigieron a la misma piscina en donde había comenzado el amorío entre padrino y ahijada. Allí, Víctor se sentó en uno de los kioscos que rodeaban la orilla y Darío lo emuló. Un lacayo les ofreció el almuerzo y ordenaron.—Fue aquí en donde comenzaron su amorío, ¿no es así? —preguntó Víctor luego de que el empleado se hubiera marchado. Darío ya sospechaba que la elección del lugar había sido premeditada. —Creí que íbamos a hablar sobre la manera en que mi empresa no iba a verse afectada con el siguiente ataque —contestó Darío, paseando la mirada por los alrededores de la piscina. —Y en eso estamos —respondió Víctor—. Recuerda que eso solo sucederá dependiendo de tu grado de colaboración voluntaria con la información que me suministres. Así que repito mi pregunta: fue aquí en donde comenzaron su amorío, ¿no es así? —No me digas que eres de esos a los que les gusta preguntar lo que ya saben —contestó Darío, con una sonrisa sarcástica en su rostro. —Solo estoy abri
El ataque contra el conglomerado empresarial Missos iba a ser arrollador, no quedaría piedra sobre piedra, los campos serían quemados y se arrojaría sal y azufre sobre ellos para que nada volviera a crecer, sería tan devastador que hasta la economía nacional lo sentiría, como un fuerte temblor que llegaría incluso a derrocar al gobierno, acusado por no tomar medidas contra las ambiciones egoístas de Fabricio y sus lacayos. Al menos así lo veía Martina cuando aterrizó, por segunda vez, en la isla.Desde su primer arribo a ese mismo aeropuerto, la situación de la influencer había mejorado de manera gigantesca, casi había tomado un giro de 180 grados. Ahora no solo sabía que en su vientre crecía el vástago de un multimillonario que se haría cargo de su manutención, sino qu
Cuando vio a Darío, lo primero en lo que pensó Martina fue en cómo pudo ocurrírsele a Víctor que ella podía acostarse con ese hombre. De nariz ganchuda, ojos algo saltones y pequeños, rostro más bien desproporcionado y labios de sapo, ni siquiera provocaba besarlo, así fuera a convertirse en un príncipe. Su único atributo, al menos físico, era su estatura y robustez, el cuerpo de un atleta, aunque ya también era cierto que tenía sus años y algunos músculos debían estar escurridos.—Martina, volvemos a vernos —saludó Darío al entrar y, al contrario que ella, él sí vio la encarnación de una joven diosa del amor, venida a la Tierra para atormentar a los hombres y que se pelearan entre ellos para conquistar su belleza.
La primera vez que sonó el celular, Fabricio dejó pasar la llamada. Estaba encima de Sonia, su amante, intentando conseguir que tuviera un orgasmo, una tarea en la que veía que tendría que esforzarse más y reprimir, con más ahínco, la llegada del suyo. El celular volvió a sonar y, esta vez, Fabricio intentó ver quién era sin perder la posición en la que estaba. No tuvo suerte y lo volvió a dejar pasar, pero cuando el celular repicó por tercera vez, no tuvo otra opción que dejar lo que estaba haciendo, sacar su pene húmedo de la cavidad en donde la estaba pasando tan bien y tomar el teléfono. Eran las tres y veinticinco minutos de la mañana.—¿Si?Era Diomedes y sonaba alarmado.&m
Después del tercer día de encierro, Fabricio estaba desesperado. Los periodistas seguían abajo y ya habían incluso llegado con mini vans en las que se cambiaban de ropa, preparaban café, dormían y almorzaban. Estaba asediado y la única forma de salir era enfrentándolos. Sonia, por su parte, también comenzaba a exasperarse y las peleas entre la pareja eran a cada hora más frecuentes y con mayores alcances.—Voy a salir, Fabricio, no lo soporto más —dijo Sonia, ya vestida y maquillada para enfrentarse a los medios.—No, aguarda solo un poco más —contestó Fabricio, con el celular en la mano. Desde que empezó el asedio, el teléfono se había convertido en una parte esencial de su cuerpo—. Ya estoy haciendo unas llamadas
Mientras tomaba el desayuno, en la terraza de la cafetería de un hotel, Fabiana se fijó en la portada de una revista que el tendero colgaba en ese momento en el escaparate de su kiosco. Reconoció a su madre, pero no supo qué decían los titulares que rodeaban su fotografía, escritos en javanés. Le pidió a Akina que le comprara la revista y la tradujera para ella.—Dice que no se arrepiente de lo sucedido y que Fabricio Menón es no solo un hombre generoso con su fortuna, sino también un gran amante —dijo Akina mientras leía el artículo de la revista, cargado con fotografías de la exreina y modelo Sonia Olivares, posando en varias áreas y habitaciones de su apartamento—. Cuenta algunos detalles sobre su carrera como modelo, presentadora, exreina de belleza y, vaya, madre, te mencionan, acá