Mis novios

Por Evelyn 

Perdí la virginidad casi por un capricho, me gustaba un chico bastante más grande que yo, yo en ese momento tenía 16 años y él 22, no me miraba demasiado, pero a mi amiga Isa la miraba por demás, hasta que me acerqué y le dije abiertamente que me gustaba, no perdió el tiempo, fuimos  a un hotel y casi sin pena ni gloria, perdí mi virginidad.

No fue romántico, no hubo alguna salida de por medio, ni una cena, ni un me gustás mucho. nada.

No fue cariñoso, creo que se acostó conmigo solo porque yo le dije que me gustaba, no me invitó a salir, ni nada, todo se terminó allí, donde comenzó, en una cama de hotel.

Estaba bastante decepcionada.

Unos días después, estábamos caminando con Isa, ella sabía que me había entregado a él.

Lo cruzamos en la calle con una chica del brazo.

Tenía novia.

La chica que estaba con él era grande, o al menos eso aparentaba, no vieja, pero yo tenía 16 años y esa chica parecía de su edad, es decir cerca de 22 años.

Él no nos miró, ni a mí ni a Isa.

Estoy segura que nos vio, porque en un momento nuestros ojos se cruzaron y él desvió la mirada.

Llegué a mi casa llorando, en ese instante yo creía que lo amaba, sin embargo tuve que verla con ella para darme cuenta que ese hombre no valía la pena, ni para mí, ni para su pobre novia que tenía flor de cuernos, porque estoy segura que yo no era la única chica con la que él se había acostado.

De a poco fui sacándome de la cabeza, tampoco me costó tanto.

Enseguida me entusiasmé con otro chico, salí un mes, pero no tuve relaciones, el chico era demasiado tímido y yo por supuesto que no le dije que ya no era virgen, era un chico con el cual viajamos siempre, cuando íbamos al colegio, aunque él iba a otro colegio, que quedaba cerca del mío.

Tenía mi edad, éramos chicos.

En una de las llamadas rateadas, es decir que en nuestras casas pensaban que estábamos en el colegio, pero nos íbamos a pasear o a pasar la tarde dentro de un McDonald's, que estaba siempre lleno de adolescentes, conocí a un chico que me encantó, quedé loca nada más verlo.

Por suerte en esa época Isa tenía novio, se llamaba Sergio, y aunque no estaba muy enamorada de él, ya hacían tres meses que salían, fue el segundo chico de su vida, el primero, por supuesto, nos gustaba a las dos, pero ella había quedado realmente flasheada cuando lo vio, así que yo no interferí en esa relación, ni le coqueteé, ni nada, era un amigo y con el tiempo fue un muy buen amigo mio, solo eso.

Ese día cuando conocí a Rodrigo, estábamos las dos juntas con algunos otros compañeros de nuestra división, con los cuales habíamos decidido no entrar al colegio.

Uno de los chicos lo conocía porque jugaban juntos al voleibol en un club.

Rodrigo estaba con unos amigos suyos y se unieron a nuestro grupo.

Esa misma tarde comenzamos a salir, nos vimos al viernes siguiente y también el sábado.

En una salida donde nuestros grupos se encontraron en otra disco, no la que solemos ir, sino la que vamos de vez en cuando, vino mi hermana y se la presenté, creo que mi hermana vino  solo para conocerlo, porque yo no dejaba de hablar de él.

Yo tenía 17 años en ese momento y Rodri también.

Me enamoré de él como una loca.

Hablaba de él, soñaba con él, estábamos los dos muy enamorados.

Por supuesto que fue mi segundo hombre.

Pese a que Rodrigo tenía bastante experiencia, le molestó que yo no fuese virgen y cada tanto me lo reprochaba.

Un día, ya hacía tres meses que salíamos, me dijo que había estado con otra chica, que se arrepentía, pero sí él me perdonaba que yo hubiera estado antes con otro, tendría que hacer lo mismo, perdonarlo.

Era distinto, porque cuando yo estuve con ese chico no lo conocía a Rodrigo y él me cambió por otra.

De todos modos lo perdoné y nunca más le saqué el tema, aunque él cada tanto me reprochaba que yo no era virgen cuando lo conocí.

Había sido una estupidez de mi parte entregarme a alguien que ni siquiera me tenía en cuenta, pero era algo que no tenía solución.

Rodrigo entraba a mi casa como mi novio y yo en la suya también lo hacía como su novia.

Solo que descubrí que había estado con una chica y ya hacía 10 meses que salíamos, lo perdoné pero nos fuimos  distanciando, nos llevábamos mal y discutimos por todo.

En el verano ya apenas nos veíamos y el día que volvió de sus vacaciones, vino a saludarme, terminamos discutiendo y esa pelea fue definitiva.

Por él sí que lloré y mucho.

De todos modos, a las tres semanas me encontraba nuevamente en la discoteca que tanto nos gustaba .

Luego salí con un chico de un grupo de amigos que teníamos en el barrio y con los que a veces íbamos a bailar.

No salimos mucho tiempo, yo estaba por cumplir 18 años y él tenía 19 ó 20.

Con él tuve relaciones 2 veces, no terminé de estar cómoda.

Tampoco salimos demasiado tiempo, algo de 3 meses.

Ahora estoy con Omar.

La pasé realmente muy bien.

Omar era un muchacho muy lindo.

Rubio, de cabello un poco ondulado, ojos verdes, era muy lindo de cara, no era muy alto, medía 1,72, aproximadamente.

Pero era delgado y tenía buen cuerpo.

Era muy simpático, desfachatado, arrollador.

Comenzamos a salir, sin embargo, no nos veíamos muy seguido, dos veces por semana, a veces tres veces.

La tercera o cuarta vez que tuvimos relaciones me dijo que no me cambiaría por ninguna mujer, salvo que le gustaría estar también con mi amiga Isa.

Me confesó que también gustaba de ella.

La eterna competencia parecía no tener fin.

Por supuesto que yo no le dije nada a ella, pero era capaz de comenzar a salir con él, aunque sea mi novio.

Eso creó cierta ruptura entre Omar y yo.

Omar me dijo bien claro que mi amiga Isa también le gustaba, pero no era que quería terminar la relación conmigo.

Nunca, ningún chico me planteó querer estar con las dos, tampoco me aclaró si quería salir con las dos o hacer un trío.

Yo no le dije nada, ni a él ni a ella.

Fui unos días de vacaciones con mi hermana y dos amigas de ella.

Como yo ya tenía 18 años, podíamos ir a bailar sin que le hicieran problema por mi edad, aunque solo fuimos  a bailar una vez, nos la pasamos en la playa tomando sol.

Caminábamos por la calle principal de la ciudad balnearia y también por la orilla del mar.

Mi hermana extrañaba bastante a su novio.

Yo no entendía como podía seguir con ese hombre.

A Omar lo extrañaba, un poco, no es que me moría sin él.

Él se había ido a Punta del Este con unos amigos, creo que estaban Liam, Sergio y un tal Benicio que yo no conocía.

Hablábamos algunas veces, nos mandábamos videos de las playas en donde estábamos, pero cada uno se divertía con sus amigos.

Yo no estaba muy segura de la relación que tenía con mi novio, suponía que alguna noche, él terminaría en brazos de alguna chica.

Algo me decía que no era una relación muy sólida la que teníamos.

Tampoco hacía tanto tiempo que estábamos juntos.

No sentía celos ni nada por el estilo, pero éramos los dos jovenes y estabamos separados y si sus amigos se iban por ahí buscando sexo, estoy segura que Omar no se iba a ir a dormir pensando en mí.

Lo tenía asumido, cuando ambos regresemos de nuestras vacaciones, íbamos a ver como seguía nuestra situación, en realidad no sé sí él pensaba así, yo sí.

Hacía cuatro meses que salíamos con Omar, ya había pasado el verano, comencé a estudiar en el profesorado, nos veíamos menos con mis amigas y cada una fue tratando con gente nueva, gente que conocimos en donde estudiamos.

Nos encontrábamos esporádicamente para charlar o salíamos a tomar algo o algunas veces a bailar.

Aparte del profesorado que cursaba por la tarde noche, a la mañana estaba trabajando en la oficina de una pequeña empresa cerca de mi casa, en la parte contable.

Por la tarde y hasta ir al profesorado ayudaba a mi madre, como siempre.

Mi madre tenía una perfumería.

Estaba ubicada en un centro comercial bastante concurrido.

Yo hacía los pedidos y llevaba el stock de la mercadería y los vencimientos de algunos productos.

Me fijaba en conseguir todas las novedades, en cuanto a maquillajes y también en cremas para la piel.

Era un rubro bastante femenino y a mi parecer, muy entretenido.

Lo tomaba como un trabajo, si bien no cumplía un horario estricto, iba todos los días y si ya había hecho los pedidos, también atendía al público.

Mi hermana también pasaba por la perfumería cuando tenía tiempo libre, ella ya estaba trabajando como profesora de matemáticas y había tomado varias horas en distintos colegios.

Las tres adorábamos la perfumería, sabíamos todas las técnicas de maquillaje, yo particularmente, había hecho varios cursos de cosmetología, para comprender varios efectos de cada tipo de maquillaje.

Con mi madre, pese a ser bastante estricta en varias cuestiones de las que yo no estaba de acuerdo, porque no me convenía, me llevaba bastante bien.

Toda mi adolescencia pasé unas cuantas horas en el local, de chica me encantaba atender a las personas que venían a comprar, era como jugar a la vendedora.

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