CAPÍTULO 4

FELIZ LECTURA!

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Esta vez la alarma no sonó, James la había desactivado. Se levantó aún más temprano porque no pudo dormir en casi toda la noche estaba muy ansioso, tenía práctica de baloncesto hoy porque para mañana había un partido contra una escuela donde ellos eran los invitados, bostezo dos veces antes de levantarse y se levantó caminando lento. Colocó su ropa deportiva en la mochila y entró a la ducha salió en cuestión de minutos y se vistió con unos jeans negros, una camiseta negra y sus Converse arregló su cabello y salió con su mochila en manos. 

—Que milagro —Dijo su madre sentada en el mueble con sus lentes y papeles regados por toda la mesita que tenía en frente miró el reloj que traía en manos y luego miro a James. 

—Hoy hay práctica de baloncesto, ya me voy mamá, voy a desayunar en la escuela —Dijo mientras caminaba lentamente hasta la puerta. Aún eran las seis y cuarenta de la mañana demasiado temprano, pero no tenía ganas de lidiar con su padre en ese desayuno, tampoco quería que su madre volviera a despertarlo por milésima vez. 

—Lo vio señora Fabiola —Comento María al verlo salir de la casa. 

—Sí, está raro ¿no crees? —Fabiola soltó unas hojas y saco sus lentes del rostro. 

—Mm yo creo que está medio cansado —La mujer colocó un vaso en el desayunador preparando el desayuno a su patrón el señor Soloviev que aún no bajaba.

—James solo se comporta así cuando no duerme lo suficiente para empezar un día como este, es muy importante para él ¿Qué habrá pasado para que él amanezca así? —Fabiola organizó los papeles y los metió a un maletero de esos bastantes caros. James sacó el cigarrillo que había guardado desde hace mucho tiempo en el maletero del auto, había encontrado un paquete en la oficina de su padre hace un tiempo. Y solo fumaba uno en momentos como este, si su madre se enterara no le iría bien a ninguno de los dos. Su padre aún seguía fingiendo que dejó el cigarrillo o tal vez si lo dejó y por eso había olvidado aquella caja en sus gavetas. 

El problema de todo esto era que, por la persona que su padre había dejado el vicio para no mal enseñarlo ya estaba tomando esos caminos de la fumadora aunque en realidad lo de James no era un vicio solo era una forma de escapar del estrés y de algunos problemas que lo ponían nervioso. Encendió el cigarrillo mientras iba conduciendo no pasaría a buscar a su novia, solo pasó a buscarla ese día porque sus padres no estaban y su hermana mayor le había permitido que James la llevara para no llegar tarde a su universidad. No estaba internada, debía ir todos los días como lo hacían ellos en la secundaria. No había tanto tránsito pese a la hora mortal razón apenas eran las siete y cinco cuando llegó a la escuela. Estacionó su auto, apagó el cigarrillo sub terminarlo comió un cliché y salió de autor poniéndole seguro. 

—Buenos días, maestra Gómez. 

—Alexander que hace tan temprano por aquí. 

—No soy Alexander soy James, sí es que tengo práctica de baloncesto y soy el con capitán debo llegar primero. 

—James, eso está bien. ¿Alexander es tu hermano? 

—No es mi amigo, siempre andamos juntos la gente siempre piensa eso. Pero solo somos amigos. 

—Deben ser alguna familia lejana —James carcajeó. 

—Maestra Alexander es rubio yo soy pelinegro, lo único que tenemos en común son los ojos azules. 

—Debe ser eso, bueno niño hablamos después —James afirmó con la cabeza y salió hasta el patio donde se encuentra las gradas, se sentó en los mesones de cemento, debían calentar antes de ir al salón donde comenzarían a practicar, pero aún tardaría algunos minutos para que todos se reunieran. 

James se acostó en el pavimento poniendo de almohada su mochila, sintió un pie ponerse en su pecho y se despertó con brusquedad. 

—Hermano. 

—Kevin, ¿Me quieres matar?

—Tal vez, vez guapo mientras duermes. 

—Vete a la m****a ¿dónde están Alexander y Darsi?

—Esos dos idiotas se están cambiando, deberías de hacerlo también.

—Ah sí —Miró su camiseta negra y se levantó del suelo, casi corrió hacia los vestidores masculinos y se encontró con un Bruno aún adormilado, Andel ya estaba cambiado amarrando sus cordones y Alexander y Darsi esperaban los otros. 

—¡мой Бог! James, pensé que no venías estaba que me daba un tiro —Andel lo abrazó quito su mochila y sacó sus prendas—. En tu casillero está una. 

sabes cómo es mi madre con la higiene me prohibió ponerme eso después de jugar y guardarla en el casillero, dice que ahí se concentra los olores y el sucio.

—Tu madre es genial, pd: Me avisas Andel para traerte la pistola de mi padre —Comento Bruno al terminar de amarrarse sus cordones. 

—Cuantas veces te diremos que traigas tus Converse Bruno —Comento Alexander, este era el capitán del equipo y estaba en último año así que al irse de la escuela dejaría sus cinco y únicos amigos; tendría que esperar un año para poder volverlos a ver aunque eso es muy exagerado porque sabían donde encontrarse el uno al otro. 

—Lo siento, mis padres no me han comprado los nuevos.

—Objeción! Otra vez, van trece veces y ni siquiera se ha terminado el año aún falta cuatro meses para eso, pero estoy comenzando a pensar que dejarás en la ruina a tus padres —Darsi se cruzó de brazos al decir aquello. 

corres como una mujer es obvio que no se te romperán ni en un año —Respondió el chico en su defensa, empezaron a salir de aquel lugar caminando hasta las gradas. 

—Darsi puede ser gay y todo, pero tiene razón, apenas he roto uno y ese fue porque lo usé el año anterior —Contesto James.

Está bien apoyen a la mujer —Camino de prisa para no escuchar los otros sermones que venían de parte de Andel y Alexander. 

Llegaron al centro y empezaron a calentar asiendo algunos ejercicios de piernas y brazos luego corriendo dando vueltas a la manzana dos minutos después pasaron al salón de baloncesto para empezar la práctica. Las porristas se encontraba allí ensayando su coreografía. 

Hola, James —Saludo Ángela, la chica iba a acercarse a él para darle un beso, pero él la detuvo. 

—Lo siento estoy sudado —Dijo asiendo una cara.

—No te preocupes solo era un beso —Sonrió siendo que el chico por igual sonreirá. Beso, sus labios y la dejo ir a su grupo. Empezaron a practicar entre murmullos de los que estaban al rededor y gritos de los jugadores sin mencionar los gritos de emoción que daban las porristas cada vez que ellos paraban. Al final del día ningunos fueron capaces de ir a sus aulas para tomar clase, siempre con la escusa de que aún estaban practicando y no podían parar, en realidad era cierto ellos detenían lo que fuera para poder practicar lo suficiente y poder ganar el partido.

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