Capítulo1189
Al día siguiente.

Alejandro abrió los ojos lentamente y miró a su alrededor. Vio a Ximena con los ojos rojos de tanto llorar, sentada al borde de la cama mirándolo con preocupación. Frunció el ceño, echó un vistazo al cielo que empezaba a clarear a través de las cortinas y se esforzó por sentarse.

Ximena rápidamente lo sostuvo:

—Acuéstate, no te levantes. ¿Cómo te sientes ahora? ¿Todavía te duele la cabeza?

Alejandro, presionado por la mano de Ximena, volvió a acostarse y preguntó con voz ronca:

—¿Me desmayé anoche, verdad?

Ximena asintió:

—Sí, Liliana y yo nos asustamos mucho. Llamamos al doctor y él dijo que no era nada grave. Te puso un suero y luego se fue.

—Entiendo.— Respondió Alejandro con suavidad.

Aún recordaba las imágenes de Ximena que invadieron su mente antes de desmayarse. En esos recuerdos, ella entraba al baño desnuda, sosteniendo su ropa. Y él, sentado fríamente en la cama, la miraba un par de veces antes de desviar la mirada. Ese tipo de escena parecía haberse repe
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