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Rosaura:
Aquel viernes por la tarde, justo después de salir de trabajar, me marché a Barcelona, pues Graciela vino a recogerme. Menos mal que había traído conmigo una pequeña maleta por si a mi amiga le daba por hacer locuras.
No íbamos solas, dos chicos venían con nosotras, y yo me molesté porque no me lo hubiese mencionado siquiera, suponía que por miedo a que le diese una negativa. A pesar de eso, no dije nada, me limité a mirar por la ventanilla, el paisaje, justo después de haberme comido un bocadillo que la misma Graciela me había preparado.
¿Os he dicho ya lo ricos que estaban sus emparedados de atún? Era toda una diosa con los bocadillos, le salían de miedo.
¿Cómo una médica del aula prenatal puede tener buena mano en la cocina? Pues… así era ella.
Sonaba
9 Rosaura. No podía parar de sonreír, como una idiota, observando como él se alejaba, más y más, apretando el teléfono debajo de mi mano, con su número guardado en mi agenda. Debía haberme vuelto loca, ¿cómo se me había ocurrido sugerir algo así? Sin lugar a dudas el espíritu de Carmen se había apropiado de mi cuerpo, no había otra explicación. Porque una cosa era… atreverse a hacer cosas distintas, como subirse a un ring, y otra, muy diferente, abrir la puerta a que surgiese algo más con Noah. Aquello era un error, estar ilusionándome por volver a ver a un jugador de fútbol, porque yo no quería algo así en mi vida, no quería empezar algo con alguien tan famoso, pero … no podía evitarlo. Cada día, después de volver del balneario, había pensado en él, en lo mucho que añoraba nuestras charlas. Él era un buen tío, al menos quería conservar su amistad, a pesar de no poder tenerle de otra forma. Aunque, una
10 Noah. La abrazaba por detrás, en las dunas, la tierra aún estaba húmeda, pero había escampado hacía un rato. Ambos mirábamos hacia las gaviotas de la orilla, el mar mojaba sus patas, y ellas correteaban de un lugar a otro. El sol estaba ya bastante bajo, pero el tiempo con ella pasaba tan rápido que ni siquiera quería pararme a pensar en la hora que era. Cuando era pequeño solía ir con mi padre a una playa, en Oostende, al norte de Bélgica… - comencé, hablándole de aquello a alguien por primera vez en mi vida, alguien fuera de mi familia – solía sentarme en la tierra seca, junto a él, y mirar hacia las gaviotas al atardecer – Entrelazó sus manos con las mías, dándome apoyo – nunca me di cuenta de lo feliz que me hacían esos momentos, hasta ahora. No apreciamos esos momentos hasta que ya no están – me dijo – no nos damos cuenta de lo importantes que son hasta que no podemos vol
11Rosaura:Estaba de los nervios aquella noche, apenas cené mucho, me vestí con uno de los vestidos de mi amiga, porque yo no había traído mucho más, era rojo, de palabra de honor, precioso, y me llegaba por encima de la rodilla.Estás preciosa, te queda mejor que a mí, cabrona – bromeó Graciela, mientras yo sonreía, y me colocaba los zapatos a juego con ese vestido. Era toda una suerte que tuviésemos la misma talla de zapatos también - ¿vas a intentar ligarte a Mario? Porque te aseguro que, vestida así, conseguirás a cualquier tío que te propongas.¿A qué discoteca vamos al final? – pregunté, despreocupada, agarrando la paleta de maquillaje de mi amiga, colocándome sombras aquí y allá, no demasiado. Me maquillé con un bonito dorado
12 Noah: La semana fue agotadora entre comerciales, entrenamientos y ruedas de prensa sobre mi vuelta al campo, todo el mundo estaba entusiasmado, y yo el primero, no os lo iba a negar. Pero hablar con ella a diario, fue justo lo que necesitaba para estar a tope en mi día a día. Puse el hilo musical por toda la casa, saludé a Rey y subí a la planta de arriba, dejando luego la bolsa en el pasillo, metiéndome en el baño, comenzando a desnudarme, al ritmo de Watermelon Sugar de Harry Styles. Me gustaba mucho esa canción, el ritmo, sobre todo. Me di una ducha, quitándome el barro de las manos, esa maldita mañana lluviosa tenía el campo lleno de barro, era una asquerosidad. Dejé caer las manos, y metí la cabeza, mirando hacia el chorro debajo, sintiendo la suave agua caer sobre mí. Era agradable. Con ojos cerrados, pensando en esa bonita sonrisa, su mirada de complicidad sobre la mía, su risa que
13Rosaura:Llevaba toda la semana sin hablar con él. Me sentía fatal, justo iba a marcharme a Murcia esa tarde, y no volvería a verle. Estar en la misma ciudad que él me daba miedo, encontrarme con él y que la gente opinase sobre nuestra relación.Sabía perfectamente que era lo que no quería, sabía que no quería que me relacionasen con alguien como él, manchar mi nombre y mi reputación con toda esa mierda era algo de lo que me arrepentiría toda mi vida. Pero … es que él era tan genial, como persona, lo que me hacía sentir cuando estábamos juntos…. Que dolía no intentarlo, no darle una oportunidad a aquello.Quizás fue eso lo que me hizo recapacitar, o pensar en no volver a verle cuando me fuese a Murcia, quizás fueron las dos cosas, quizás no fue ninguna, pero le llamé.<
14 Rosaura: Estaba histérica, con las mismas ropas de esa tarde, no tenía más ropa, ¿recordáis? Mi maleta iba en el avión. Ya había hablado con mi jefe, me dijo que llevaría la maleta a mi casa, y que me tomase un par de días libres para volver, que entendía perfectamente que me hubiese dado un ataque de ansiedad al ver a Pablo allí, y que no tenía de que preocuparme. Os asegura que tenía el jefe más comprensivo del mundo mundial. Él me estimaba mucho como persona, quizás era por eso por lo que me mimaba tanto, como si fuese un tío lejano o algo así. El club al que Noah se refería estaba en mitad de la avenida principal, en medio centro de Madrid, era una discoteca de 3 plantas, a la que había que asistir con invitación. Ese pequeño detalle se le olvidó mencionarlo, porque era obvio que no podía entrar y menos con las pintas que llevaba. Saqué el teléfono, echándome a un lado, quedándome perpleja al ver la lar
15 Noah. Estar con ella me hacía sentir bien, aun estando allí, con riesgo de ser fotografiado, ser el foco de un nuevo escándalo. En aquel momento no podía pensar en nada más. Tengo una pregunta – dijo de pronto, con la boca llena, tragando lentamente el trozo de melón - ¿cuál es tu historia con el español? Quiero decir… ¿cómo puedes hablarlo tan bien, casi como si fueses nativo? ¿Tanto? ¿No tengo un acento raro? – sonrió, dando un sorbo a su tercera copa de champagne. Un poco, pero pronuncias muy bien, hablas con mucha soltura. Eso es porque soy bilingüe desde niño – reconocí – mi madre era española ¿sabes? – se sorprendió al escucharme hablar sobre ello – se marchó a Bélgica por los estudios, conoció a mi padre y se enamoraron. Ya sabes la típica historia entre países – sonrió, apretando mi ma
16 Rosaura: Gemía como una loca, sobre su cama, con sus labios entre mis pliegues, dándome más de aquello que me hacía perder la cordura, metiendo un par de dedos en mi interior, intensificando el placer incluso más. Se colocó el condón en cuanto mi cuerpo comenzó a convulsionar, se subió encima, aferrándose a mis labios, con ese sabor tan característico, propinándome la primera estocada. Gemía más alto de la cuenta, con mi cuerpo en llamas, sin poder detenerlo, convulsionando al fin, dejando que el final llegase a mí, corriéndome. Pero él siguió dándome más, y más, haciéndolo incluso más placentero. Jamás en mi vida me habían hecho disfrutar tanto en la cama cómo lo hacía él. Espera – me detuvo, cuando estaba a punto de volver a correrme, con él era increíble. Le miré sin comprender. La sacó de mi interior y miró hacia abajo – el condón se ha roto. ¿Qué? – pregunté, hist