Layla
Mis manos están apoyadas en el espejo de pared, marco el cristal con mi sudor y un poco con mi aliento cuando acerco mi frente a él para tener algún otro punto de apoyo. Me tiemblan las piernas y no logro recuperarme. Rio, lloro, ya no sé lo que hago. Acabo de tener el orgasmo más estremecedor en la historia de mi vida y viene a provocármelo la brutalidad de un hombre.
Tengo que tener la jodida autoestima en el piso para que me haya gustado tanto aunque me maltratara abiertamente, pero es justo como le digo: me odio, siempre lo he hecho. He vivido con el estigma de ser mujer cuando el Duque de Richmond necesitaba un hijo varón, así que “no ser suficiente” ha sido parte de mi día a día desd
ThiagoEl silencio, que tantas veces me ha traído la paz en lugares como este, ahora de repente me resulta abrumador. He estado más de una hora apoyado en la puerta del baño, pensando, esperando que Layla salga porque las cosas no pueden quedar así.Ya me he dado todas las bofetadas mentales que podía, ahora sólo faltan la reales y esas me las merezco todas.Lo bueno del silencio es que puedo pensar.Yo no soy este hombre y no estoy dispuesto a convertirme en él ni siquiera para darle el gusto a mi padre. Sé que soy egoísta queriendo que me quiera, que me ace
LaylaNo puedo evitarlo. Mis ojos viajan hasta la nota que Ana le pasa a Thiago y Leo las palabras que hay escritas en ella. No me sorprende en absoluto que mi padre haya mandado a preguntar eso, honestamente ya pasó mucho tiempo desde que su falta de humanidad dejó de sorprenderme.Pero el rostro de Thiago es un poema. Entruja la nota en la palma de su mano y yo sostengo esa mano, la abro, saco el pedazo arrugado de papel y lo echo a un lado mientras atrapo su cara y lo obligo a que me mire.— Lección número cinco, D´cruz: No permitas que nada te afecte.Paso por su lado y me voy a la habitaci&oac
Thiago.Estiro las piernas, hablo un poco con Oleg, el ingeniero civil responsable de todas las reformas que estamos haciendo a esta oficina para echarla a andar, y doy un par de vueltas intentando olvidar el hecho de que Layla está feliz.No me malinterpreten, no es que yo quiera que esté triste, pero es que su felicidad me lleva a dos problemas: el primero es que no la conozco, creo que nunca me di tiempo de verdad para eso, no logro reconciliar esta mujer completamente absorta y entregada al trabajo con la mujer frívola y prejuiciosa que me llamó “bastardo” sin pelos en la lengua.El otro problema es que se ve demasiado bonita. Bonita en el maravilloso sen
LaylaSiento que mi pecho se quema y no es precisamente por el café. Sus palabras son tan sencillas que no puedo creerlas, pero hacen eco en mi interior y por alguna razón que no comprendo bajan hasta mis bragas.— Bien, pues la mayoría ha votado.Son las palabras menos sexys del mundo, pero me excitan de una manera que no puedo evitar, porque significan que mi opinión el relevante para él.He tenido que pensar muy bien en cómo diría cada palabra de mis argumentos para no comprometerme. Hay cosas que nadie, absolutamente nadie sabe ni deben saber sobre mí, y n
ThiagoSon las seis de la mañana y doy vueltas por la habitación como un león enjaulado. Debería estar durmiendo, recuperándome de todas las horas de maltrato físico en forma de sexo desenfrenado que le he dado a mi cuerpo, pero tal parece que mi cerebro se niega a descansar.Cada minuto que ha pasado desde el momento que conocí a Layla ha sido igual, lleno de ansiedad, de nerviosismo, de una incertidumbre que no me deja estar tranquilo. Y si el sentimiento fuera compartido al menos… pero miro la cama donde ella duerme como si no tuviera ni la más mínima preocupación, y reconozco que quisiera estar ahí, abrazándola.
LaylaEs de madrugada todavía y tengo una señora resaca con todo lo que amerita: dolor de cabeza, deshidratación, sueño, náuseas… pero eso no me impide levantarme, darme un baño caliente y prepararme porque hoy es sábado y Theo está esperándome en Londres.Recuerdo poco de lo que pasó anoche, pero la sensación de asco que me provocó Baptiste sí es imposible de olvidar. Por un momento me llevó de vuelta a la casa de mi padre, a esa vida llena de mierda que es mi realidad. Y durante ese momento odié a Thiago tanto como odio a Russo o a Baptiste, lo odié porque quiere voluntariamente convertirse en parte de esa realidad, y se niega a entender que tarde o tempran
ThiagoPasan de las tres de la madrugada. Doy una última vuelta por la casa y dejo la taza de café que me ha tenido desvelado toda la noche. No sé por qué pensé que iba a regresar si le estoy dando el escape que necesita.Después de lo que pasó ayer me di cuenta de que jamás me puse en su lugar. Se nota que odia su vida pero debe tenerle terror a Russo para no haberse largado mucho antes. Lo que sea que tiene para manipularla debe ser importante, y debe ser un infierno saber que en cualquier momento la va a vender a quien pague más por ella.Hasta ahora parece que ese he sido yo, pero ser menos calvo, feo y gordo que Baptiste no hace qu
LaylaMe giro de costado en la cama y veo a Thiago dormir. Tiene la expresión serena y abraza la almohada, pero con una de sus manos sostiene la mía como si fuera a escaparme de un momento a otro. No lo he hecho porque no quiero y porque no puedo, porque sé que no resolvería nada huyendo a menos que tenga todo muy bien planeado.Han pasado tres semanas desde que escuché salir de su boca las palabras más peligrosas:— Layla ¿quién es Theo?Todavía se me hace un nudo en la garganta cuando pienso en eso. No pude responderle y todavía no estoy