Thiago
El alma me abandona cuando la veo así. Jamás pensé que una persona pudiera llegar a ese grado de desesperación, y no imagino que en pocos minutos yo estaré peor que ella.
Lo que sea que haya escrito en esa nota tiene el poder de lastimarla y mucho, lo mismo que la persona que la ha escrito.
— ¡Jaaaaaames! — escucho su grito y me detengo. Layla llora, se revuelve los cabellos, parece tan atormentada que no sé qué hacer, ni siquiera sé si en este momento debería acercarme — ¡Jaaaaaaaames!
Veo el auto segundos antes de que to
LaylaSé que tengo que abrir los ojos. Tengo el cuerpo pesado y la mente mucho peor. Siento una opresión en el pecho y sé que es porque la anestesia general está dejando de hacer efecto, por suerte o por desgracia conozco la sensación así que no me asusta.Eso significa que estoy viva.Reconozco cada parte de mi cuerpo, puedo mover alguna y otras no. Me duelen terriblemente las piernas y eso me hace sonreír internamente, significa que todavía puedo caminar.Me muevo y alguien se acerca. Siento un roce suave en mis labios y sé quién es. Podría re
Thiago.— ¿Cuántos dedos ves? — escucho la voz de Layla y algún pitido insistente de fondo.Abro los ojos y la veo inclinada sobre mí, no sé si preocupada o divertida.— Por ahora sólo veo el puño de Grillo… — respondo porque literalmente me lo está enseñando por encima de la cabeza de Layla.— ¡Y lo vas a seguir viendo a menos que me expliques qué fueron todas esas babosadas que dijiste, cabrón! — sentencia.
LaylaLo veo dormir tan tranquilo y realmente me dan ganas de darle un tortazo con toda la mano abierta. Se ha dedicado a esquivarme como si tuviera la peste. Parece un niño chiquito que ha aprendido la palabra “no”. Sin importar dónde lo arrincone siempre se me escapa.— “No, Layla. No, nena.” — lo remedo haciendo una mueca llena de inmadurez y no me importa. ¡Este hijo de puta me coge hoy o dejo de llamarme Layla!Me desnudo completamente y me meto a la cama con él, entre sus piernas, oliendo su miembro por encima de la ropa. Lo ac
Layla.Levanto los ojos del mar de papeles que tengo delante cuando Lucrecia toca a la puerta con otra taza de café y una caja hermosamente envuelta en folios de regalo. Estoy despierta desde la madrugada, sencillamente no podía dormir porque tengo estos planos dando vueltas en mi cabeza, con tantas ideas y detalles que finalmente me levanté y me vine al estudio, lista para hacer realidad ese sueño del que Thiago ha estado hablando sin parar.Una casa que rodea un pequeño lago. ¿Locura? Por supuesto, pero me encanta el desafío. ¡Cómo construir toda una casa alrededor de un lago de ciento diez metros de diámetro! Es la clase de proyectos que siempre soñé con hacer. He estado tan metida en esto,
Thiago_ Si me vas a pegar hazlo en serio. _ dice Grillo sobándose la barba justo en el lugar donde acabo de golpearlo, pero el condenado no da ni un paso atrás, es una maldita pared _ No te lo devuelvo nada más porque ya te di tu anticipo hace un mes._ Pedazo de mierda. ¿Cómo dejas que se vaya sola? _ lo tomo de las solapas de la camisa y lo zarandeo un poco _ Mínimo debiste irte con ella.Levanta una ceja porque al parecer no se esperaba lo que acabo de decirle. Estoy desesperado porque Layla pueda dejarme para siempre, pero me preocupa mucho más su seguridad. Quien sea que haya mandado esa nota que le provocó el accidente todavía es
Layla— ¡Esto es una broma! ¿Verdad? — golpeo la mesa con las palmas abiertas y me levanto, pero Grillo empuja la silla detrás de mis rodillas y me vuelve a sentar.— Layla esto es importante. Es la mejor forma de proteger a Theo. — Thiago, sentado delante de mí como si esto fuera un careo policial, intenta convencerme de algo que jamás haría.— ¡Primero muerta! ¡No te firmaré ni un cochino papel! ¡No voy a permitir que me quiten a Theo! — vuelvo a levantarme y siento el borde de la silla contra mis pantorrillas que me obliga a sentarme de nuevo.
ThiagoTodo lo que puedo recordar es que corremos. Corremos como locos y no es por escapar, es que sencillamente ya no queremos estar aquí. El vestido de Layla pasa por aeropuerto, se tropieza con todo en el avión, nos asfixia en el auto de regreso a casa y antes de que pueda poner de nuevo los pies en la realidad ya estamos en Montecarlo.Theo ha estado todo este tiempo en mis brazos. Me sonríe y juega con sus figuras de acción. Todos reímos tanto que creo que se siente contagiado. Jamás he visto a Layla tan feliz como cuando me dijo que no en la iglesia. Esa es la mujer que amo. Esa es la alegría que siempre quiero ver en ella, y creo que Theo puede percibirlo también porque no ha dejado de abrazarla y hacerle ca
Layla—¡Bueno días, bebé dormilón! — saludo y me cago de la risa porque dos voces completamente diferentes me contestan.— ¡Buenos días! — dicen al unísono los dos hombres de mi vida y me besa uno en cada mejilla.Anoche estuvimos viendo películas hasta tarde porque obviamente después de tanta azúcar Theo no cerraba los ojos ni por chiste, y terminamos quedándonos dormidos unos encima de otros como si fuera un juego de Twister.Thiago se estira y Theo trata de darle un beso pero solo le bosteza sobre un ojo. Se miran y se r